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jueves, 14 noviembre
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Desglobalización Local

Artículo remitido por José Ángel López Navarro.

El sistema está caduco. Como una enferma moribunda, la arquitectura que aceptamos para el desarrollo de nuestra actividad humana y nuestra convivencia sobre la Tierra, es ya nefasta e insostenible.

El capitalismo globalizado o “anarcocapitalismo” absorbe sobre sí todo lo que se encuentra en su avance sobre la superficie terrestre y arrasa al igual que un agujero negro con toda la materia de su entorno. En su crecimiento desorbitado acumula todos los rasgos sociales, políticos, gastronómicos, económicos, religiosos, tecnológicos, ideológicos, etc. de todos los países donde existe y los suma a su aparato funcional, extendiéndolos de manera uniforme por todo el globo. Así un chino trabaja en España manipulando mercancías que provienen de EE.UU y cuya materia prima tenía origen en África. Alguien pulsa un botón en Londres y se hace rico hundiendo una empresa en Tailandia y mandando a la miseria a 500 familias. Siguiendo con el ejemplo del agujero negro, el modelo actual comprime demasiada materia y terminará por colapsarse, demasiada cantidad de información, mercancías, comidas, bebidas… en un solo Sistema, ya no hablamos de “amplía oferta”, hablamos de la banalización de lo autóctono, la tematización del todo existente, modas y más modas fútiles, la muerte “por éxito”. El dinero cada vez está en menos manos; el consumo que es el sustento de todo este tinglado, se desploma.

El actual modelo supone un crecimiento infinito sobre un mundo finito, con una capacidad de carga y de absorción limitada de los impactos que en él provocamos. El Planeta no tiene recursos suficientes para el ritmo actual de crecimiento económico y demográfico (el determinismo geográfico es antiguo pero persistente).

De igual modo que la riqueza material, la humana se reduce en un solo modo de entenderla y de esta forma se pierde su autenticidad y particularidad. Desparece el “original” convertido en una copia sumado a tantas otras más, en una bola cada vez más indigestiva para el ser humano, por ello surgen los grupos de resistencia local y nacional, nadie asume voluntariamente la desaparición del mundo en el que ha crecido y que tanto ama, he visto manchegos más patriotas que tres nacionalistas catalanes juntos. Vivimos en un mundo uniforme pero no siempre ha sido así. En el pasado, el mejor sistema político era el más adecuado a la tradición y el territorio, o los seres que habitan en un lugar y no el impuesto y el mejor gobierno aquel que era más cercano a tu hogar; el mejor comercio era el que se hacía entre iguales y con honor, sin deudas… pero esta variedad de modelos, se destruye en forma de democracia parlamentaria con sufragio universal y así hasta en Malawi tienen ya el mismo Sistema y los mismos productos que en España, ya sea uno un país del sur de Europa desarrollado y otro un país de la órbita de los grandes lagos africanos con el mayor índice de SIDA del mundo. Nos volvemos más pobres cuando perdemos nuestra lengua, nuestra tradición y cultura y la cambiamos por la gran mentira que supone la uniformidad social global.

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Este crecimiento explosivo no se detiene. Desde las grandes capitales del mundo se expolia todo el Planeta conocido, una empresa con sede en Nueva York y con franquicias en todo el mundo arrebata las riquezas de millones de obreros y las acumula en un solo lugar, para que nos entendamos, no es que Nueva York sea la ciudad más rica del mundo; es que “roba” de todos sitios y se almacena allí.

Si talásemos todo el Amazonas y almacenásemos su madera en Madrid por ejemplo, Madrid tendría la mayor concentración de madera del mundo, pero eso no es hermoso, arrebatar la riqueza de un lugar y llevarla a otro es un acto antinatural, deplorable y vandálico sobre nuestro hábitat y la Tierra no entiende de perdones, solo de equilibrios… todo lo que hacemos nos pasará factura y cuando el planeta realice su chequeo médico regulará todo aquello que este mal y eliminará consigo a gran parte de los parásitos causantes de su daño. El ser humano debería ser consciente de que ha de saber vivir en el entorno que le ha tocado y saber aprovechar de él las riquezas que le son dadas, comerciando con otros territorios para intercambiar aquellas que necesita pero de forma justa, razonable y equilibrada.

Explicado el proceso, es preciso desmentir algunas cuestiones. El capitalismo global es la unidad vestida de variedad, se fabrican por ejemplo cientos de modelos de chocolatinas, coches, maletas, ordenadores que nos son ofrecidos, pero todos hechos en la misma fábrica, con los mismos componentes y la misma mano de obra. Vivimos en un aparente e ilusionante variedad que no existe y estamos obnubilados ante todo ello, parados en el bucle de la elección y devanándonos los sesos pensando si la casa, el coche, la ropa o la comida que escogemos es la correcta, no vemos que todo es lo mismo. ¿Somos realmente libres? Les pondré un ejemplo simple: ¿Uno escoge la comida que quiere comer? la respuesta es no, solo elige entre la variedad de productos que el capitalismo ha desarrollado para nosotros y ha colocado en las estanterías de los supermercados, el precio también lo escogen ellos, el Super se forra y el agricultor se arruina, así el campo se muere. El Librecomercio es absurdo, retiramos el control del Estado que en última instancia representa los intereses de la sociedad que lo sustenta “nuestros intereses”, “nuestra voluntad”, lo que es lo mismo la legitimación del modelo, para en cambio imponer un nuevo control que se basa en los intereses económicos de las grandes empresas multinacionales, que tienen a estas alturas mucho más poder que algunos Estados.

El obrero medio así se esclaviza de las decisiones que toma y de las mercancías que ha de comprar, gano dinero para gastarlo es la máxima de esta sociedad ¿Dime, cuando vives para ti y tus deseos?. Mientras la riqueza se sigue acumulando en unas pocas manos y lugares, el daño más grande e irreversible es que se nos expropia nuestro bien más querido… el Planeta Tierra. El agua superficial o de los acuíferos, el suelo, las semillas, etc. todo tiene un precio y está en el punto de mira de los nuevos “terratenientes globales”, esos que llamamos “capital riesgo”, multinacionales…

Y ¿esto por qué esto no se da a conocer?. Desde los medios de comunicación, ya sean radio, TV o prensa escrita se nos hace la guerra, lo que a mí me gusta llamar la “Tercera Guerra Mundial”, hablan para el que les paga. El Estado capitalista ataca a sus ciudadanos para amoldarnos al mundo que viene, al mundo que la élite desea, donde la riqueza sigue creciendo y acumulándose en unos cuantos señores y Holdings del Hemisferio Norte abanderando el crecimiento económico ¿Crecimiento de qué y de quién?. El mundo rico se desarrolla económicamente mientras sus sociedades se subdesarrollan perdiendo servicios, seguridad, bienestar y calidad de vida, así como originalidad.

Mientras en el mundo los pseudo-ricos “las clases medias” estamos ocupados en no perder nuestro nivel de vida, los pobres en el sur, ya sea produciendo nuestra comida en América del Sur con su “agricultura del postre”, obteniendo los minerales que necesitamos en África o fabricando nuestros bienes de consumo en Asia, están demasiado ocupados siendo esclavizados por las empresas que nos ofrecen los bienes que deseamos. Como ven este sistema se mantiene gracias al desequilibrio de dos partes, dos opuestos antagónicos (exceso/carencia) que se anulan generando el equilibrio que tanto interesa a algunos en el Sistema.

La verdadera resistencia y lucha contra esta máquina opresora y mentirosa y cuya agonía no para de alargarse, pasa por el desarrollo endémico el cual asegurara la mejor conservación medioambiental, el crecimiento sostenido y sostenible local, la adquisición de todo aquello que no se posee de lugar más cercano posible, la soberanía de los recursos y de los alimentos y la independencia y autogestión lo más cercana a la totalidad posible. Mi máxima es, deja el dinero lo más cerca que puedas de tu casa, si quieres que tenga un retorno rápido y un efecto sobre tu vida, economías de kilómetro cero que le llaman algunos eruditos. Es el mundo local, la autenticidad de sus costumbres y tradiciones, su vocabulario, su gastronomía, es todo ello, la única resistencia real que el Sistema se encuentra. En el nuevo mundo global España está ya conquistada, es una pequeña provincia de escasos recursos estratégicos denominada por la geoestrategas y geopolíticos “República Olivarera”, donde se nos reduce a un espacio de interés turístico y producción agrícola… “Mano de obra barata y huerta para el norte de Europa”. España es mucho más que eso, lo sé, me duelen esos insultos hacía mi país, pero para el capital es solo lo que le ofrece. Somos una provincia de Roma, en este caso, una provincia del “Capital económico”. Tomelloso en cambio como tantas otras “agrociudades” y pueblos, en este nuevo mundo es una Aldea Gala, que vengan a conquistarnos si se atreven.

No obstante, es conveniente mantener elementos preexistentes de la globalización, la parte de la globalización que si ha demostrado ser operativa e interesante para la sociedad, tal como la globalización cultural y tecnológica, los movimientos libres humanos o el enriquecimiento artístico-lingüístico. Hablamos por tanto de un mundo más unido que nunca, frente a los problemas comunes como el “Cambio Climático”, frente a los tiranos, el hambre y en la búsqueda del desarrollo, en una conciencia mundial “de la globalización de las personas” que nos permita enriquecer nuestras experiencias y mentes. Pero donde los asuntos económicos estén más próximos al pueblo, donde decidamos si queremos transgénicos o productos tradicionales, si queremos sembrar para exportar o para autoconsumo local, si queremos pagar más impuestos o obligar a las empresas que contaminen o usan “bienes comunes” como los ríos, a que reparen el daño que causan a nuestro Entorno. Hablamos de una aplicación económica local que impida que el subdesarrollo de unos lugares sustente el sobredesarrollo de unas cuantas personas y empresas. Desarrollémonos localmente y mantengamos un mundo abierto, tolerante y comunicado de personas que pisan diferentes suelos y luchan por un mismo bien común: la libertad y la conservación de nuestras culturas y hábitats.

¡Si se puede!

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