Este verso de Machado, esta canción de Serrat, son prólogo y epílogo de multitud de acontecimientos y sentimientos de la vida.
Cuantas personas pasan por nuestros afectos y anhelos a lo largo de la vida. Con muchas gentes hemos compartido momentos que en el espacio y tiempo en que se desarrollaban eran los mejores compañeros de viaje.
A las personas nos unen muchos vínculos, unos más permanentes, otros de por vida y algunos solo temporales cuando no efímeros. Pero todos y cada uno de los nombres, que en alguno de los momentos hemos pronunciado otorgándole más protagonismo, en cualquiera de las etapas de la vida, han dejado su huella.
El rastro que los sentimientos van dejando es difícil de borrar. Es propio de la memoria decir… “tal día como hoy estuve con…”, “por hoy acordamos que…”, “este día conocí a…”, todo ello conforma el hilo conductor de la existencia y confirma que se ha vivido. ¡Qué pena quienes tengan poco que recordar¡
Los compañeros de viaje, de cada uno de los recorridos vivenciales, no siempre se apean en la misma estación, puede que los destinos finales fuesen diferentes, quizás alguno se sintió incómodo en el mismo departamento y decidió cambiar su emplazamiento y posiblemente uno mismo se bajó en una estación sin avisar la decisión de no continuar el viaje a ese destino, incluso que este hecho se produjese “a hurtadillas”, solo alegando un relax en la cafetería del convoy.
Así es la vida, todo pasa… la gran mayoría de las compañías no son para toda la vida. Pero todo queda… siempre queda el recuerdo de la primera persona que te abrazó ante un acontecimiento celebrativo, quedará hasta el fin de los tiempos, de cada cual, el día que se pergeñó un proyecto laboral, nunca se olvidarán, porque quedaron bien marcados, esos afectos y amores que constituían la ilusión de muchos días.
A muchas de las personas les debemos mucho, ellos son acreedores de impulsos recibidos, también de “parones a tiempo” antes de acercarnos más a algunos de los precipicios que surgen en el camino diario.
Otros, por el contrario, han encontrado en nosotros el camarada que le ha dado luz o le ha facilitado el trayecto o que, sencillamente, les ha escuchado.
¿Por qué un “te quiero” se olvida?, ¿cuál es el motivo para que un” contigo de la mano” acabe en darse las espaldas?, porqué vestimos de indiferencia el sufrimiento por la ruptura.