A pesar de la explosión de la primavera, hay personas de nuestra ciudad para las que no ha salido el sol, viven en el invierno de la dificultad y la necesidad. Esta mañana hemos estado en el “economato” de Cáritas, una suerte de tienda en la que cambian alimentos, artículos de primera necesidad, sonrisas y ánimos por puntos.
Una pareja, muy joven, entregan un vale a la entrada, con los puntos que pueden gastar y que previamente les han entregado en la acogida. Juanfran, uno de los voluntarios les muestra las estanterías, explicándoles los géneros que tienen a su disposición. Cuando eligen un artículo, gentilmente lo lleva al mostrador. Apolonio, otro voluntario, apunta el valor de la compra y la descuenta del total. Al final les queda un punto y necesitan comprar un embutido que vale punto y medio. Se lo llevan. La chica agradece con la mirada.
Antonio y Jesús, mientras, atienden a un joven, de facciones árabes. Le indican la nevera del pescado congelado. Pasa una mujer joven con su madre, es la primera vez que acude a la tienda, se le nota azorada, a las dos. Los voluntarios las tratan con delicadeza, sonriendo, dignamente y quitándole importancia al mal trago.
Otro usuario, también joven, dice que le da igual la marca, que solo quiere leche para sus hijos. Sorprende la “normalidad” de las personas que han estado “comprando” durante el tiempo que hemos permanecido en las instalaciones de Cáritas, alejadas de los estereotipos de otras épocas. Hombres y mujeres que se sonrojan, pero para los que la necesidad puede más que la vergüenza. Los voluntarios tratan a todos con una delicadeza inmaculada, sonriendo y sin herir la sensibilidad de nadie.
Antonio López Burillo nos explica el funcionamiento del recurso. «La tienda funciona en autoservicio, los productos están colocados en las estanterías por puntos. Los usuarios van cogiendo lo que necesitan. Hay cuatro personas, dos tomando nota del valor del género y dos recogiéndoles la compra. Vienen con vales que ya traen los puntos marcados que les han sido entregados en la acogida, en la calle Nueva. La compra acaba cuando han agotado el total de los puntos».
En centro abre tres días en semana. Los martes y jueves para las personas de la acogida y los miércoles para quien realiza algún tipo de taller o beca de Cáritas y quiere alimentos en lugar de dinero. López nos cuenta que se atienden de setenta a ochenta familias cada semana, de ellas, cerca de un 80 % son de Tomelloso. Cada mes viene gente nueva, explica.
«Tenemos un total de 50 artículos de primera necesidad disponibles. El supermercado La Tienda nos deja los productos prácticamente a precio de coste. Huevos Becerra nos deja su género a un precio también muy rebajado. Embutidos Madrigal también nos hace una pequeña rebaja. La Tienda, se está portando muy bien con nosotros, en enero y febrero nos donó 750 euros en alimentos. Hay también muchas donaciones de particulares, hay un señor que viene cada viernes con 12 litros de leche, muchas familias con bolsas de alimentos. También tenemos a Julio Martínez, el panadero, que nos regala treinta barras de pan cada semana».
Le preguntamos a Antonio por las necesidades del “economato”. «Fiambre, patatas, detergente, suavizante, toallitas para bebé, papel higiénico, aceite, packs de zumos pequeños, de esos de tres… galletas. En Semana Santa recibimos muchos artículos que ya se están acabando. Azúcar y harina, también necesitamos».
Abandonamos Cáritas con el chaleco apretado por constatar que la crisis no mira nada ni nadie, pero esperanzados por la solidaridad de nuestros vecinos y la de los voluntarios de la Organización.