sábado, 20 diciembre, 2025

Las navidades de antaño

La Globalización y la tecnología han cambiado algunas tradiciones

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A pesar de ser las fiestas más tradicionales las navidades han evolucionado mucho en los últimos 30 años, incluso parte de su espíritu dista mucho del original. No es mi intención la de reivindicar autenticidad, sino simplemente hacer una comparativa de las costumbres de antes y de las actuales que ya se han convertido también en costumbres. Seguramente habrá muchos lectores (los más jóvenes) que crean que unas fiestas tan tradicionales como estas no hayan cambiado en esencia, y posiblemente vean cierta inocencia en algunas de ellas.

Como todas las tradiciones, las navidades variaban de manera singular en las distintas regiones españolas, aquí en La Mancha tenían una idiosincrasia muy particular. Para empezar, el día de Nochebuena todos los negocios cerraban por la tarde, incluidos los bares, y las familias se reunían para elaborar el menú de la noche, que solía consistir en carnes asadas en el horno, como el pollo de corral, el cuál también podía prepararse en pepitoria, esa era una elaboración muy común entre las clases más humildes, y la pepitoria era el segundo plato ya que el primero solía consistir en una sopa de picadillo hecha con el mismo caldo de la cocción del pollo, fideos, pequeños tropezones de pollo y partes magras del jamón de la matanza además de huevo duro.

Otro plato que se consideraba un manjar entre las familias humildes eran las cabezas de cordero al horno, que también eran precedidas de una sopa de picadillo o de ajo, llamada en muchos lugares “sopa castellana”, aunque en realidad es de origen manchego con raíces andalusíes. En los hogares algo más pudientes se comía cordero asado, dependiendo de los comensales podría ser un cordero entero o las piernas y paletillas.

Como vemos, el pescado y el marisco -que hoy no suelen faltar en las mesas actuales- eran algo inusual, y sólo en las mesas de algunos hogares más pudientes y elitistas se servía un pescado que también era muy tradicional en esa fiesta que era el besugo al horno, un pescado prácticamente desaparecido hoy en las lonjas. Lógicamente el pescado y el marisco nunca han formado parte de nuestra gastronomía, ya que somos una región del interior, y solamente el bacalao ha formado parte de ella, y también este pescado estaba en muchas mesas manchegas en Navidad, normalmente rebozado, pues se guardaban los lomos para esa ocasión.

Los postres eran los dulces típicos de esta tierra, los cuales son nuestro gran aporte gastronómico a toda España: Mazapanes, mantecados, polvorones, roscos de vino, marquesitas, alfajores, en incluso turrón. Muchos de estos dulces son de tradición árabe, y en ellos suelen ser sus ingredientes principales las almendras y la miel, dos productos muy de nuestra tierra. Estos dulces, junto a bebidas como la mistela, el anisette o el brandy solían ofrecerse en modo invitación a los clientes de tiendas y talleres a partir de los días previos a la Navidad, y eran el preludio social de las fiestas que después se convertían en algo más familiar.

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Actualmente las Navidades han alcanzado un nivel de orgía consumista, promovido por las grandes superficies, que empieza a finales de noviembre con el Black Freeday y se prolonga hasta la festividad de Los Reyes Magos, aunque aquí en La Mancha las Navidades acaban oficialmente la noche previa a la festividad de San Antón, también llamada Noche de las hogueras, en ese aspecto la tradición ha continuado.

El pistoletazo de salida de las fiestas de Navidad era el 22 de diciembre con el popular sorteo de la Lotería Nacional, un evento que creaba ese ambiente lúdico lleno de ilusión con el machacón sonido de las voces de los Niños de San Idelfonso que se escuchaba por todas las radios, en talleres, comercios y hogares. Después llegaba la cena de Nochebuena en familia, y después de los postres todos disfrutaban de los juegos de mesa, ya que no había bares abiertos. El día de Navidad las familias volvían a reunirse para acabar con las sobras de la noche anterior.

Luego llegaba la celebración del último día del año y se le daba la bienvenida al año nuevo. La celebración de la Nochevieja ha variado menos en su esencia, y las plazas de los pueblos se abarrotaban para recibir el año tomando las tradicionales Uvas de la suerte, al compás de las 12 campanadas. He de decir que la tradición de las 12 uvas es relativamente reciente, y según parece fue una gran operación de marketing promovida por el sector de los productores de uvas de mesa alicantinos allá por 1909 para sacar al mercado un excedente de producción. Aunque no está muy claro, parece que algo de verdad hay en esa teoría. Después de las uvas, muchos jóvenes (o “mocetes”) se reunían en pandilla en alguna cocinilla para hacer una “zonga”, que básicamente consistía en “echar una lumbre” y asar carne en las brasas, beber vino, sidra y licores hasta el amanecer. Las “zongas” en aquellos años eran patrimonio exclusivo de los varones jóvenes, ya que las chicas tenían prohibido salir después de medianoche.

Después de la celebración del año nuevo llegaba la festividad de los Reyes Magos, que era la fiesta de los más pequeños, que la noche anterior esperaban con ilusión y pocas ganas de dormir los regalos a la mañana siguiente. Esta festividad no ha cambiado sustancialmente, pero los regalos ya no son patrimonio de este día, ya que se ha popularizado dar regalos también el día de Navidad, incorporando a nuestra cultura la tradición de Papá Noel. Tampoco se consumía entonces el roscón de Reyes, ya que es un sabroso dulce que se ha popularizado en las últimas décadas.

Por último la fiesta que no ha cambiado en esencia es la de la noche de San Antón, la fiesta consiste en reunirse en torno a una gran hoguera en mitad de la calle, y asar chorizos, morcillas, panceta, etc. en las brasas. La gran diferencia está en que antes la mayoría de las calles de los pueblos estaban sin asfaltar y los vecinos se reunían en torno a ellas, lo que significaba cerrar unas celebraciones que los primeros días eran más familiares y esa noche se socializaba más entre vecinos, algo que generaba concordia y buen ambiente entre todos. Lógicamente las calles se cortaban al tráfico ese día por la tarde. Ahora, con todas las calles asfaltadas, las hogueras se celebran en descampados de las afueras, y reúnen a mas personas en trono a hogueras de más dimensiones.

Básicamente esas eran las tradiciones de La Mancha en las fiestas de Navidad, y aunque la mayoría se siguen celebrando, estas han cambiado para convertirse en celebraciones de de carácter más universal, y en su mayoría las celebraciones en las distintas regiones españolas (e incluso a nivel internacional), difieren mucho menos entre sí.

Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.

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