Existen multitud de decálogos que resumen la esencia de un buen docente. Hay uno que me parece especialmente idóneo para recordar, en un día como hoy, un decálogo que nuestros y nuestras docentes en Castilla-La Mancha llevan a cabo en sus aulas cada día.
El decálogo —que en verdad es un heptálogo— lo redactó el profesor y pedagogo Gregorio Luri y podemos leerlo completo en su ensayo ‘El deber moral de ser inteligente’. Sus reglas podrían resumirse en que el profesorado, y a partir de ahora me refiero especialmente a nuestro profesorado castellanomanchego, domina el oficio, con lo que todo ello conlleva: conoce su materia y sabe transmitirla; se compromete por el éxito de su alumnado, observando y felicitándole por sus logros, señalando sus obstáculos y mostrándole cómo se superan; lo hace, además, con afecto, pues es la única manera de que un aprendizaje sea fructífero; y lo realiza, también, con metodologías que reflejan evidencias eficientes. En definitiva, el profesorado castellanomanchego enseña para educar y enseña para aprender.
Nuestro profesorado instruye al alumnado en las cuatro C de la que hablan otros pedagogos: a ser Conscientes de sus experiencias y sus posibilidades; a ser Competentes, procurándoles una formación que les permita llegar a ser lo mejor que pueden llegar a ser; a estar Comprometidos con el mundo, con el tiempo y con el resto de personas con las que nos ha tocado compartir el planeta; Compasivos, es decir, solidarios con quienes no tienen las mismas oportunidades; y yo añadiría dos C más: la C de Curiosos y Curiosas, pues la curiosidad es la que mantiene las ganas de aprender y saber; y la C de Corazón, que es lo que nuestros docentes ponen a su trabajo.
El profesorado castellanomanchego enseña y educa a nuestro alumnado, además de en conocimientos que les harán entender el mundo que les rodea y que será de absoluta utilidad para su futuro, en valores que convierten nuestra sociedad en la sociedad en la que todos y todas nos sintamos cómodos. Nuestro profesorado enseña que un niño y una niña son iguales en derechos y deberes; que la violencia física o verbal no soluciona los problemas, sino que los aumenta; o que el cambio climático es una realidad que nos afecta a todos y todas. El conocimiento y los valores que el profesorado enseña se transforman en libertad y responsabilidad en el alumnado.
Hoy, 27 de noviembre, Día del Maestro, quiero decir que las y los docentes castellanomanchegos están involucrados en la educación y enseñanza de su alumnado para hacer de nuestras chicas y chicos las mejores personas y, por supuesto, los mejores profesionales que puedan llegar a ser. Gracias maestros, gracias maestras por mejorar el mundo.