Una ficción real:
Su nombre era Emeterio Ochoa, y nació en 1501 en una choza cercana al camino real, junto a lo que posteriormente terminaría siendo Tomelloso. Desde niño quiso descubrir esos horizontes infinitos de La Mancha y más allá. Era un muchacho alegre y jovial, que aprendió a tocar la guitarra de forma autodidacta, y con ello se ganaba la vida recorriendo el país. Los avatares de su vida errante y picaresca le llevaron en 1518 a la entonces colonia de Cuba, y en 1519 se embarcó en la expedición de Hernán Cortés hacia la conquista de México.
Era valiente, pero indisciplinado. En una ocasión Cortés le envió a buscar refuerzos al puerto de Veracruz, para atacar un poblado de los indios Mantecas, pero sin saber que ocurrió exactamente desapareció (se decía que estuvo de parranda en la ciudad de Veracruz varios días), y los refuerzos no llegaron, por lo que el poblado manteca no sufrió agresión, y al final Cortés tuvo que parlamentar con ellos.
Aparece de nuevo en Nápoles allá por 1526, tras haber pasado tres años condenado a Galeras, condena a la que sobrevivió milagrosamente, ya que su nave fue atacada por piratas berberiscos que lo apresaron, para pedir un rescate por él, el cual nunca llegó, pero con su guitarra les alegró los largos días en el mar, y consiguió que estos no llegasen al puerto de Argel donde les esperaban para una “razzia”, ya que se desviaron hacia Malta, donde se convirtieron al cristianismo.
En Nápoles fue muy popular en la corte del virrey Carlos de Lannoy, donde se convirtió en una especie de consejero y entretenedor de fiestas, y allí empezaron a llamarle Chitarro, ya que siempre iba acompañado de su instrumento. En 1527 intervino en el asedio y ataque a Roma por parte del emperador Carlos V, en el que actuó de emisario, y donde nuestro protagonista estaba más por la fiesta que por la guerra. Al parecer su espíritu lúdico hizo que no llegase a una cita con un capitán traidor de la guardia de Clemente VII para darle instrucciones, y así el Papa pudo salvar su vida.
Durante los seis meses que pasó el Papa recluido en el Castello de Sant´Angelo, Chitarro estuvo de asistente y enlace entre el exterior y el entorno de Clemente VII, donde se ganó el afecto de éste. En una ocasión un agente del cardenal Colonna le dió una jarra de vino con somnífero para el pontífice y su séquito, con el fin de que estos se durmieran, y después otros agentes del cardenal les asesinarían. Sin embargo nuestro protagonista y su espíritu hedonista hizo que este se entretuviese con los agentes del cardenal tocando la guitarra y ofreciéndoles el vino, con lo cual los mercenarios se durmieron y no pudieron cumplir su objetivo.
La historia de Emeterio Ochoa, más conocido como Chitarro o Guitarro, es un constante ir y venir. Se cuentan cientos de anécdotas parecidas, que ya contaremos en otros capítulos. Después de la liberación de Clemente VII, se quedó al servicio del mismo durante varios años, y El Papa terminó nombrándolo embajador en Flandes, donde seguiría haciendo de las suyas, es decir, salvar vidas por culpa de su impuntualidad. Volvió a Italia, y terminó sus días en Madrid, en la corte de Felipe II, dónde murió en 1571. Su tumba se encuentra de forma anónima en el Escorial, Fue canonizado por Clemente X en 1671, cien años después de su muerte.
El surrealismo manchego, y más concretamente el tomellosero, divaga entre el humor y la desesperanza, convirtiendo un pequeño drama en un gracieta que con el paso de los años puede derivar en un tópico o una ficción real, o como en esta biografía en un mito difícil de verificar. San Guitarro es ya un mito y un ícono de las utopías, y es en Tomelloso donde ha arraigado su espíritu.
Tomelloso ha tenido una historia de trabajo, esfuerzos y desilusiones por no lograr las cosas que por justicia le correspondían, y entre desilusión y desilusión se generó la festividad de San Guitarro. ¿Qué no teníamos hospital? para San Guitarro se inaugurará ¿Que necesitamos el ferrocarril? Se instalará para San Guitarro, o “las obras de la calle fulanita se terminarán para San Guitarro, etc
Hemos sabido sacar partido a las desgracias a base de resignación y buen humor, ya que San Guitarro no se celebra nunca, y cada día recurrimos a esa fecha ficticia para apaciguar la desesperanza. A partir de ahora San Guitarro deberá dejar de ser una utopía para convertirse en el patrón de los hechos consumados, y podría ser un símbolo de nuestras reivindicaciones por fin logradas.