Cuando uno va a Ossa de Montiel, en la provincia de Albacete, tiene que visitar la cueva de Montesinos. Es cierto que es fácil sucumbir ante la tentación de quedarse remojando la panza en las vecinas lagunas de Ruidera, pero merece la pena salir del agua para adentrarse en la cercana sima. En esta cueva, Miguel de Cervantes sitúa a Don Quijote colgado de una soga y viviendo una experiencia mística; rodeado de la Dama de Ruidera y sus hijas en una dulce y soleada pradera, visitando al propio Montesinos y siendo encantado por Merlín. A veces, siento que los castellanomanchegos tenemos un poco de Quijote atado a una soga, vividor de los encantamientos de un viejo mago que le traslada a una especie de irreal Valhalla castellano.
La soga nos lleva sujetando unos cuarenta años, que es el mismo tiempo que nos han encantado varios magos. El último de ellos, Emiliano García-Page, encantador de serpientes y vendedor de humo. Los jóvenes castellanomanchegos escapamos de nuestra tierra, porque la sistemática labor de destrucción de un partido ocupado únicamente de su supervivencia nos la está dejando yerma. La realidad de nuestra región no es de esas verdes praderas rodeadas de castillos que el socialismo intenta vendernos, si no de infértiles tierras que no dejan a la juventud castellanomanchega otra salida que la de escapar a las comunidades vecinas en búsqueda de oportunidades.
Es imposible residir en un lugar del cual te expulsan de forma indirecta. Nos quedaríamos sin dedos de las manos y de los pies para contar la cantidad de amigos que se han tenido que ir a otras comunidades vecinas -Andalucía, Madrid…- en búsqueda de un trabajo estable que se corresponda con su nivel de estudios. La inversión del gobierno regional en los jóvenes es inexistente. No tienen un plan para los jóvenes de esta tierra, porque el único futuro que les importa es el suyo propio. Igual es hora de que en nuestra región se desarrollen políticas públicas que inviertan en el futuro de sus jóvenes y pongan toda la carne en el asador para que se queden en sus pueblos y ciudades residiendo.
Lo único que uno puede esperar, es que dentro de poco más de treinta días, los castellanomanchegos decidan quitarse la soga de encima y expulsen al vendedor de humos de García-Page. Los jóvenes de Castilla-La Mancha necesitamos campos fértiles de verdad, que nos permitan el desarrollo de nuestro proyecto de vida al lado de nuestra familia y de nuestras raíces, y esos campos no los vamos a encontrar de la mano del mismo gobierno que lleva cuarenta años sin invertir para borrar lo yermo. La única alternativa para superar ese caciquismo y esa involución que gobiernan nuestra tierra es apostar por el proyecto de futuro y cambio del Partido Popular, con Paco Núñez a la cabeza. Tenemos que salir de la cueva de Montesinos.