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jueves, 19 diciembre
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Hasta el infinito… ¡y más allá! por Ines M. Losa Lara

No es la primera vez que escribo de ti, Carlos, y es que no ceso de aprender contigo. uno de mis primeros post te lo dediqué, «tu, si puedes»: una de tus frases más pronunciadas y para mí, cargada de motivación. Ser mi único sobrino hasta la fecha tenía que tener sus privilegios, y hoy que es un día especial para nosotros porque cumples cuatro añitos, vuelvo a dedicarte el post.
Suele dejarme perpleja tu facilidad construyendo frases acertadas con nuevas y difíciles palabras; muchas de ellas, incluso con un trasfondo con el que luego paso largo tiempo reflexionando y aplicándolo a mi vida. Esta vez, sin embargo, la frase no era tuya, te la prestó un dibujo animado, pero de ti salió novedosa y a mí me dio como siempre, mucho que pensar:

«Hasta el infinito… ¡y más allá!» Hasta el infinito… ¡y más allá! por Ines M. Losa Lara

¿Recuerdas? Esto fue lo que me dijiste hace unos días cuando fui a buscarte a casa. Llevabas una gorra roja nueva, una mochila llena de dinosaurios, en una mano Woody y en la otra Buzz.  Yo iba a recogerte y tú no necesitabas saber mucho más, diste un beso al aire a tu mamá y a tu papá y saliste corriendo por la puerta de vuestra casa gritando «hasta el infinito y más allá»….

No necesitabas saber mucho más, digo, ibas a pasar un rato conmigo y todo era posible en nuestro pequeño mundo.

Confieso que me sentí tan emocionada que por un momento me vi volando en una nave espacial contigo de copiloto, surcando «el espacio sideral», dando fin a monstruos voladores y regresando a la tierra a matar algún que otro lobo «de dientes afilados», o cazando estrellas para luego ponerlas en el «cielo» de tu habitación y así pudieran iluminar tus mejores sueños.

Hasta el infinito…. ¡y más allá!

Aún eres un niño y poco sabes de finitudes, y cuando preguntes que es el infinito percibo que tus papás, los abuelos y las tías, no sabremos muy bien como explicártelo, y volverás a preguntar y a preguntar hasta… ¡hasta el infinito!

El infinito, Carlos, es lo que sucede cuando una deja de mirarse los pies.

El infinito es lo que pasa cuando se percibe que hay más, aparte de los límites que me autoimpongo -algún día estudiarás los límites en matemáticas y te enseñarán  que algunos tienden al infinito, y a lo mejor entonces empiezas a entender lo del infinito; o igual no-.

El infinito a veces puede ser finito, alcanzable -creemos-. Esto es cuando a los mayores nos entra miedo a lo desconocido y le ponemos techo al cielo, puertas al campo y cuerdas al mar, pensando que así lo tendremos todo bajo control. Pero suele ser que no.

Hasta el infinito…. ¡y más allá!

Tenía que venir un dibujo animado, Buzz, a decir a los niños la gran verdad sobre la conquista del infinito que los mayores no entendemos. Más allá.

Bogas Bus

Tenías que venir tú, con tu gorra nueva roja, tu mochila llena de dinosaurios y tus amigos Woody y Buzz a hacerme ver que sin ni siquiera intentarlo, no se puede lograr.

Tal vez sea eso el infinito, la ausencia del miedo. Poniendo límites no se alcanzan las cosas, sino lanzándose a la aventura de conquistar lo que está por llegar.

Más allá, siempre más allá.

Feliz cumpleaños Carlos

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