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viernes, 22 noviembre
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Enseñas u oriflamas, por Andrés Cañas

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(Lo malo de la multiplicidad de banderas es que se usan para dividir más que para sumar)

No mucho tiempo atrás, viajando en un autobús urbano, leía en el periódico una columna con éste llamativo título: GUIÑOS SOBERANISTAS.  Y en el subtítulo añadía, «El Govern dará apoyo jurídico a los alcaldes que retiren la bandera rojigualda».

Como yo soy de los que aún cree que no está reñido ser español con el hecho de  haber nacido en cualquier de la Comunidades Autonómicas (a mí me gusta más llamarlas Regiones) ni con hablar el idioma materno que tenga alguna de ellas, me intereso por saber qué dice el escrito y veo que responde a a la propuesta del consistorio de un municipio del Maresme en la provincia de Barcelona, donde el alcalde quiere consultar a los vecinos «si debe ondear, o no, la bandera constitucional española junto a las enseñas comunitaria y europea».

Lo especialmente llamativo es -según mi modesto parecer- que el gobierno catalán, presidido por el molt honorable Artur Mas, discípulo aventajado del ex Jordi Pujol, renuncie a su nacionalismo catalanista tan apegado a la casi extinguida «burguesía catalana» que tanta influencia tuvo para el progreso y enriquecimiento de este país. y ahora, por conveniencia política o no se sabe muy bien con qué intención, se declare independentista.  Pero lo que resulta más chocante es ver que sin declararse abiertamente «soberanista», si se pregunta a este  respecto tampoco lo niega.

Es más, teniendo en cuenta tan buen rollo como a veces parece que han tenido su formación política, con sus colegas de cualquier gobierno central español, a no ser que unos y otros hayan sabido fingir lo que no sienten, ahora, cuando la crisis económica está asfixiando a medio mundo, ellos intentan mostrarse al pueblo como «vulgares salvapatrias», cada una uno del territorio que cree suyo.

Después de todo, la idea del soberanismo en Cataluña es mas viejo que la democracia.  Pero ahora, por el vergonzoso comportamiento de unos indeseables metidos a políticos (y de éstos los hay de todas las tendencias) se ha conseguido que el independentismo esté avalada por la confesión del ¡nada menos que el ex Jordi Pujol! en una entrevista reciente donde dice: «Si se celebrara una consulta popular acerca de «SI» o «NO» a la independencia de Cataluña, yo diría sí».  Lo cual hace suponer que, o es muy poco lo que han tenido en común los gobiernos de la Generalitat catalana y el gobierno central español, o que algo se guardan ambos en sus carpetas azules, para sacarlo a la luz cuando convenga a cada uno de ellos, sin reparar en el daño que pudieran hacer al conjunto de la ciudadanía. 

Claro, que este tipo de comportamientos no debe extrañar a nadie, ya que son declaraciones oportunistas de políticos con ambiciones sin límite.  Recordemos si no la vergonzosa recogida de firmas contra el borrador de los nuevos estatutos en Cataluña, y la no menos ridícula renuncia ¡ante notario! del candidato señor Mas, a NO pactar con los actuales gobernantes españoles, si él salía elegido President de la Generalitat catalana.

Y digo yo: Si no fuese un asusto tan serio, habría para troncharse de risa.

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