Que las luces no nos dejen ciegos, que sólo Uno es la Luz
Que las felicitaciones no se vistan de rutina
Que no vendamos barata la voluntad,
Que las palabras no se queden vanas, que es la Palabra la que llega.
Que nos pille al raso, como a los pastores,
Que no tengamos mucho a lo que agarrarnos.
Que rescatemos el asombro.
Que estemos alegres, la razón de nuestra esperanza no se cansa de salirnos al paso.
Que veamos en cada persona, un pesebre al que adorar.
Que no tengamos miedo.
Qué no olvidemos que el Camino que lleva a Belén siempre es hacia abajo
Y por su puerta sólo se entra de rodillas.
A pocas horas de partir hacia la tierra que vio nacer, crecer, morir en la cruz y resucitar a la razón de nuestra Alegría, me dispongo a ser peregrina, peregrina sin mochila a la espalda, peregrina, despojada, dispuesta a dejarse asombrar.
Feliz Navidad