Así habla Germán Muñoz, catador y consultor internacional de vinos, así como especialista en «terroir», quien ofrecerá en FENAVIN la conferencia sobre «El mercado del vino en Bélgica», el próximo 12 de mayo
«El vino es, probablemente, el producto tocado por la mano del hombre con un mayor contenido simbólico y cultural, por esa razón es imprescindible sembrar en futuro y difundir el vino español en las escuelas gastronómicas y de sumillería internacionales». Quien así habla es Germán Muñoz, «courtier» -como le gusta llamar a su trabajo de corredor de vinos-, catador y consultor internacional de vinos, así como especialista en «terroirs», labor que ejerce desde su empresa www.terroir34.com, quien hablará de las características del mercado belga del vino durante una conferencia en FENAVIN, el próximo 12 de mayo.
Este cofrade de honor de la Cofradía del Vino de Burdeos se muestra convencido, en una entrevista con la organización de FENAVIN, de que «es muy difícil encontrar otro país con tan excelente relación calidad-precio en sus vinos como España. Tal vez Chile, pero su distancia encarece los costes de transporte». Según su opinión, «España aúna modernidad en la elaboración con una amplia historia vitivinícola y cultural, y es productora tanto de vinos en rotación, como también vinos de referencia muy consolidados».
En este sentido, cree que en Bélgica, las denominaciones de origen españolas deberían hacer un esfuerzo de difusión de sus respectivos «terroirs» en las escuelas de hostelería y sumillería belgas. Como indica, «al menos, tres cuartas partes del temario son sobre el vino francés, por esta razón, trabajar con las escuelas de gastronomía es prioritario, porque formamos futuros embajadores de nuestros vinos».
«Trabajo también en las escuelas, con adolescentes»
En este sentido, y preguntado por la posibilidad de utilizar la misma didáctica en España, Muñoz señala que «habría que trabajar no sólo en las escuelas de hostelería españolas, sino en las propias escuelas con adolescentes, porque la transmisión cultural es fundamental: si no estudio algo, no lo conozco y no lo aprecio, por tanto, no valoro otras características distintas al precio y no estaré dispuesto a pagar más por la botella. Tenemos que dejar de ser cortoplacistas y pensar menos en «vender» y más en «transmitir» vino»: el vino es mucho más que un simple líquido de color rojizo», concluye.
«FENAVIN es la mejor feria de vinos de España»
Muñoz, que ya ha trabajado en dos ediciones anteriores de FENAVIN, cree que «es una gran Feria, posiblemente la mejor de España ante los ojos del importador que quiera descubrir algo nuevo, por la gran diversidad y el nivel de los participantes. Es una feria excelente y muy útil, de las que más bodegas encuentras, donde más puedes hablar con propietarios, y, por tanto conocer mejor la filosofía que mueve a cada bodega. Encuentro, además, buena calidad y precio de rotación, es decir que el precio final siga resultando interesante para el consumidor final».
Este «courtier» especialista en «terroirs» explica que el vino español ya es el segundo tras el francés, en número de botellas vendidas en Bélgica, aunque en vinos espumosos ya es el primero, puesto que el cava ha desplazado al champán en la mente del consumidor en Flandes. «Esto se ve claramente en las cartas de los restaurantes flamencos, donde lo habitual es empezar la lista de los espumosos por los cavas, en detrimento del champán, lo contrario de lo que sucedía antes». Como detalla, «esto es especialmente llamativo entre los jóvenes flamencos, en el norte de Bélgica, que piden cava directamente allá donde sus abuelos pedían champán. El Rioja y el Jerez son los siguientes vinos españoles más valorado».
En cuanto a las costumbres de los belgas respecto al vino, Muñoz explica que tres de cada cuatro botellas que se venden allí se comercializan en grandes superficies. «La gente quiere calidad a precio razonable y se dan cuenta de que las grandes superficies están seleccionado grandes vinos a buenos precios. Al belga le encanta descubrir nuevos vinos y regiones, así como lo que hay detrás de ellos: cultura y vino son indisolubles», indica.
«Los productores españoles deben ofrecer calidad, calidad y calidad»
De este modo, los productores españoles que quieran entrar con fuerza en el mercado belga tendrán que ofrecer «calidad, calidad y calidad», asegura, incluso en las añadas más difíciles. El segundo factor importante para un comprador belga es «ser muy serios en precios, es decir, continuidad», y por último, insiste en la importancia de realizar una labor divulgativa en las escuelas de hostelería y sumillería.
Muñoz pone el acento también en que «el belga tiene mayor poder adquisitivo, pues Bélgica es aproximadamente un 50% más rica que España en cuanto a renta per cápita se refiere y hay una gran cultura de vinos, sobre todo de los franceses». En cuanto a las diferencias entre un consumidor de vino belga y uno español, explica que «al estar situados en el centro de Europa, a los belgas les resulta muy sencillo descubrir grandes vinos, por ejemplo, alemanes, mientras que en España estamos más centrados en nuestros propios vinos por una cuestión geográfica y por ser un gran productor». En este sentido, destaca que «hay una mayor avidez en Bélgica por las novedades porque allí no se producen apenas vinos y eso les hace ser aún más objetivos. Mientras tanto, en La Rioja dirán que el mejor vino es el suyo y en otras regiones vitivinícolas afirmarán lo mismo –el mejor es siempre el suyo propio-, y todo el mundo tiene razón, en realidad, porque no hablamos solo de calidad sino también de cultura –afirma-. Por eso, mientras no seamos capaces de transmitir esa cultura, la gente no podrá fijarse en lo que hay detrás de cada botella de vino español –el clima, las variedades, los suelos, las técnicas vitivinícolas y la historia de sus productores – y no sabrá apreciar ese gran valor añadido», insiste.
Sobre los vinos de Castilla-La Mancha
Preguntado por el vino de Castilla-La Mancha, Muñoz destaca «su «terroir» fabuloso para vinos frescos y afrutados y su enorme potencial en los mercados internacionales. Pero –añade- parece que necesitamos siempre que nos digan que somos buenos fuera para valorarnos».
A su juicio, «Castilla-La Mancha tiene uno de los mejores «terroir» vitivinícolas del mundo, «es y ha sido siempre, desde la época de los romanos, un paraíso para la viña». Al ser una región enorme, con suelos generalmente pobres, su rendimiento por hectárea es bajo, por lo que la complejidad de sus caldos es, en igualdad de condiciones, superior. La presencia de fruta en sus vinos, además, es muy apreciada, especialmente entre la gente joven que no busca vinos con excesiva presencia de madera, y particularmente entre las mujeres, cuya influencia en el proceso de selección de un vino dentro y fuera del restaurante es cada vez mayor, justo lo contrario de lo que pasaba en la generación de nuestros padres o abuelos», concluye.