El poeta Dionisio Cañas acaba de regresar de la isla griega de Lesbos. Llegó a Mitilene el pasado 24 de enero y este miércoles por la noche volvía a Tomelloso. Dionisio tuvo la amabilidad de atendernos a pocas horas de su llegada, impresionado por la tragedia humanitaria de la que ha sido testigo, la más terrible que ha contemplado desde el 11 de septiembre en Nueva York. Cañas trae de tierras griegas tristeza y alegría: la tristeza de haber visto diariamente, durante cerca de dos semanas, el sufrimiento humano y la alegría de comprobar como la sociedad civil hace más por los refugiados que los políticos e instituciones europeas.
Una de las cosas que más emocionó a Dionisio Cañas a su llegada fue que había mucha gente joven española «Muchísima. Yo creo que es el país del que más voluntarios hay, muchos de ellos independientes. No solo los que están en las grandes ONG, que funcionan muy bien pero no son lo más humano porque todo es burocracia». Y entre ellos, estuvo con un paisano, otro tomellosero en Lesbos. «Me encontré con Joaquín Acedo, el socorrista de Tomelloso, de la empresa Pro-activa, que vigila las playas y socorre a los refugiados en el mar».
Nos contó que tuvo bastantes problemas para entrar en algunos campos, sobre todo en los más oficiales. «Pero la gente joven, que son como okupas o anarquistas en su mayoría, han cogido terrenos en la playa para recibir a los refugiados. Lo que hacen es estar allí, en el momento de la llegada y darles bebida, comida caliente, ropa seca y cariño, sobre todo, algo de lo que necesitan mucho. Las grandes organizaciones o compañías se ocupan de la seguridad. Esa mezcla de voluntarios, vamos a decir humanitarios y de humanidad organizada funciona muy bien».
Para el poeta fue estremecedor la primera balsa que vio llegar a la isla «era una zódiac con 40 o 50 personas a bordo, de pie, niños, mayores, gente en sillas de ruedas… Y no sé qué va a pasar porque siguen llegando a pesar del frío. Se ahogan muchos, todos los días, 15 o 20, hasta 40 personas mueren algunos días. Se caen al mar y, además, las balsas suelen estar enmal estado, tanto que los equipos de salvamento tienen que ir a recogerlos».
Dionisio Cañas, asegura que personalmente «desde el 11 de septiembre del 2001 en Nueva York no había estado en una situación tan fuerte de catástrofe humana». La actuación de Europa le produce impotencia «La Unión Europea que es tan poderosa y tiene un ejército tan grande, ¿por qué no está allí ya recogiendo a esta gente que se ahoga en medio del mar? Una vez que pasan las aguas territoriales de Turquía, la UE ya puede recogerlos. Pero Europa no hace nada. Tú no ves policía ni nada, solo gente de las ONG. Eso te hace preguntarte para qué sirve la UE. Solo con llevar allí dos o tres mil personas del ejército europeo o de la OTAN estarían salvando a esta gente».
Es necesario «hacer un esfuerzo mayor para acabar con la guerra en Siria, pero por ahora hay una emergencia humanitaria en la que la Europa Unida no está cumpliendo sus expectativas, con tanta gente, tanto ejército y tanto dinero. Ya han muerto más de 1.500 personas».
Dionisio Cañas insiste en que «la sociedad civil es la que más está haciendo contra ese drama. El Padre Ángel estuvo allí. Es la sociedad civil la que está salvando vidas, además de las ONG; las instituciones europeas están anquilosadas y asustadas». Y explicó indignado que «he escuchado que en Bélgica un político ha dicho que no podemos darles de comer porque van a venir más. Pero es que van a venir más».
Decía que cuando se ve llegar a los refugiados están alegres, «para ellos es el paraíso. Pero realmente es el limbo. De Lesbos se van en ferry a Atenas y de allí en autobús a Macedonia y, luego, andando, hacía donde lleguen. Eso no puede ser. Europa tiene que estar ahí salvando vidas».
Dionisio nos cuenta la dificultad que entrañó llevar a cabo “El gran poema de nadie”, un taller de poesía «en el campo principal —que es donde los registran y donde los controlan— no nos dejaron realizarlo. Hay un campo alternativo donde pude hacerlo con adultos. Salió bien, a pesar de todo, hay que tener en cuenta la tragedia que están viviendo y que no están para talleres de poesía. Además, hay un campo, que lleva desde el 2012, que es para mujeres que han venido con niños, pero sin padre, o discapacitados, más permanente. Allí lo hice con niños y salió muy bien. Hice dos talleres. Fue mi pequeña aportación. También ayude a alguno de los grupos instalados en los campos, digamos, alternativos».
Dionisio estuvo acompañado por Carla Fibla, una periodista de Euro News. En ese sentido asegura que existe un conflicto importante entre la prensa y las instituciones. Además «hay mucho debate periodístico, hay un lado ético que impide fotografiar la tragedia, pero por otra parte llegamos a la conclusión de que es preferible que sí se haga. Cuanto más se vea más ayuda va a llegar a esa gente a través de las ONG».
Se reunió con el director de prensa de Médicos sin fronteras, que es español. «Esa organización es la que a mí me parece que están haciendo la labor más importante. También me encontré a una chica, periodista de Ciudad Real. Patricia Galiana, que va a hacer un artículo para El Mundo».
Tiene la impresión de que esto no va a parar, que «es una catástrofe de dimensiones imprevisibles. Vienen muchos jóvenes. He hablado con muchos de ellos y llegan a Lesbos gente no solo de Siria o Irak, también de Pakistán u otros países en conflictos. Los griegos están desbordados y Europa no les ayuda. Esta tragedia va a ser un hito histórico del siglo XXI, sobre todo por eso, porque está aquí, en Europa. Los políticos, yo creo, no saben tratar con eficacia la dimensión trágica de esto y las consecuencias que esto vaya a tener en el futuro ¿Qué vamos a hacer con toda este gente? ¿Cómo se van a integrar?».
Y, como suele ocurrir, surge el interés alrededor de la tragedia. «Estuve hablando con un profesor Sirio, de Alepo, que pago 2.500 euros por llegar a Grecia. Se ha creado una economía paralela alrededor de la tragedia. No obstante, los griegos los tratan muy bien a los refugiados, por regla general. Pero no saben qué va a pasar de aquí al verano».
Acabamos con una reflexión que el poeta publicó en su muro de Facebook « ¿Puede la poesía cambiar el mundo? La respuesta es No. Pero, ¿puede el mundo cambiar la poesía? La respuesta es, definitivamente, SÍ. Lo que he visto, lo que he sentido, lo que he escuchado sin duda cambiará el rumbo de mi poesía. No sé si ha ayudado alguien el hacer dos talleres con los refugiados, pero mi mirada no será nunca la misma que tenía antes de venir a Lesbos. ¿Una mirada solidaria puede escribir un poema de amor? Por ahora me conformaré con una mirada compartida. El amor, ya se sabe, viene y va».