Que Rumanía es un país precioso lleno de contrastes y con docenas de lugares dignos de ver es algo innegable. Hablar del patrimonio histórico rumano es evocar Bucarest y sus museos o el llamado Ateneul Român (Ateneo Rumano) una sala de conciertos situada en el centro de la ciudad e inaugurado en 1888 y considerado uno de los símbolos culturales del país. En ese patrimonio hay que incluir el pueblo medieval de Sibiu o el famosísimo Castillo de Bran, que inspiró al escritor Bram Stoker para crear a su legendario Conde Drácula. La lista de lugares de interés de Rumanía es interminable y daría una lugar un largo listado que no cabría en el reducido espacio de este artículo.
Sin embargo existen otros lugares que, desgraciadamente, son unos completos desconocidos, como si no pertenecieran a la historia del país. Eso es lo que ocurre con las fortalezas del antiguo rey Decébalo en el valle de Orastia, un precioso parque natural de Rumanía. En esas fortalezas perdidas en las montañas fue donde se decidió el futuro de la Dacia, como se llamaba la región hace más de dos mil años. En Orastia se alzaba el principal sistema defensivo del reino dacio, compuesto por cinco fortalezas (Banita, Blidaru, Capalna, Costesti, Piatra Rosie y Sarmizegetusa) Hoy en día sus ruinas se alzan en los montes de Orastia como recuerdos de los terribles combates que se libraron en esas tierras entre los aguerridos guerreros dacios de Decébalo y las legiones del César Trajano. El objetivo de esas construcciones era precisamente frenar el avance de Roma hacia la capital.
Hoy en día visitar aquellas fortificaciones ruinosas es un reto, tanto si se viaja en coche como a pie. El terreno es tremendamente abrupto y las lluvias y la extrema climatología han abierto grandes agujeros en el sendero que asciende hacia el interior del valle de Orastia, sin embargo es un auténtico regalo para la vista, en especial los fortines de Costesti y Blidaru, cuyos muros derruidos se alzan a cada lado del camino, rodeados de unos magníficos bosques de hayedos. Los habitantes de la región cuentan una leyenda que afirma que si una persona consigue alcanzar las dos fortificaciones en un mismo día se cumplirán todos sus sueños. Ambas construcciones debían proteger el sendero que asciende hasta Sarmizegetusa Regia, la capital del reino y a la vez una impresionante fortaleza en la que las legiones de Trajano tuvieron que emplearse a fondo para conquistar. Sin duda alguna los dacios fueron hábiles constructores capaces de levantar murallas en las montañas que resistieron el ataque del ejército romano, que en aquella época era la fuerza militar mejor armada, adiestrada y poderosa del mundo. Los romanos tuvieron que someter cada una de esas fortalezas mediante asedio, unos asedios costosos y sangrientos.
Hoy en día, en ese corazón de Rumanía que es el valle de Orastia, el tiempo parece detenido para siempre. A la entrada al parque natural termina el asfaltado y los senderos son estrechos caminos de tierra y grava que serpentean entre los bosques custodiados por las ruinas de las fortalezas dacias, que parecen vigilar aún que ningún descendiente de Roma se abra paso, esta vez ya sin intenciones de conquista, hasta la sagrada capital de los dacios, Sarmizegetusa, donde, aparte de sus impresionantes muros, podemos ver también las ruinas del santuario de Fetele Albe, el lugar más sagrado de la Dacia. La población del lugar son en su mayoría campesinos humildes que viven en pequeños pueblos y aldeas, dedicados a madera y que producen una miel excelente.
Sin duda alguna esos bosques frondosos y oscuros que tanto temían los romanos al atravesarlos, han sido testigos de una importante, pero desgraciadamente olvidada, parte de la historia de Rumanía. Esos bosques y las piedras de las gigantescas murallas que una vez protegieron el valle de Orastia han visto desfilar el paso de los siglos, desde las batallas entre los dacios y los romanos, cuya sangre se derramó en esas tierras, hasta el posterior abandono y olvido por parte de los mismos gobernantes rumanos.
Actualmente las ruinas de las fortalezas dacias se encuentran en un estado de abandono total. Una lástima, en mi opinión, porque Blidaru y Costesti, junto con las otras fortalezas, contribuyeron a crear la Rumanía actual.