“Tenemos que ir más allá de nuestra propia existencia. No podemos pensar como individuos, sino como especie.”
Esas son las palabras que Michael Caine, interpretando al profesor Brand en la película Interstellar, le dice al encargado de realizar la misión más importante de la humanidad: la búsqueda de un nuevo planeta en el que la especie humana pueda continuar existiendo. En este magistral filme se expone la encrucijada de un grupo de personas que deben decidir si pensar como padres, hijos, amigos…o como seres humanos, en el sentido más amplio del término.
Últimamente he podido observar que algunas voces se han alzado en contra de la reciente misión a Marte que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha llevado cabo y que aún consta de una segunda parte, con el envío de un sofisticado “rover” a suelo marciano, con el objetivo de realizar comprobaciones y tomar muestras para verificar definitivamente si hubo o hay vida en el planeta rojo.
Estas persones aluden al alto presupuesto que este tipo de misiones requieren cuando hay problemas y carencias más acuciantes en nuestro planeta Tierra. No hay que ir demasiado lejos para ver la situación de nuestro país, o, mirando fuera de nuestras fronteras, la guerra de Oriente Próximo y sus miles de muertos y millones de refugiados, calentamiento global, hambrunas generalizadas, ya sea por causas humanas o ambientales. Los humanos hemos cometido errores en este planeta, errores imperdonables y ahora comenzamos a pagar las consecuencias. La Tierra empieza a avisarnos de su declive.
La inmensa mayoría de nosotros se mueve en su círculo inmediato, pensamos en asegurar el futuro de nuestros hijos, en la salud de nuestros padres, amigos…pero no tenemos un pensamiento generalizado de la humanidad. Al menos no todos. Hay médicos, científicos, ingenieros, astronautas…a su modo, exploradores todos ellos, que son capaces de ver más allá de sus propias vidas. Que son capaces de pensar en este planeta de un modo global, con todos sus seres vivos. Cada uno en su especialidad, pero todos buscan dar un paso en el conocimiento de nuestra propia vida, de nuestra existencia. En mi opinión con ello se contribuye a mejorar, no sólo nuestra calidad de vida, sino nuestra calidad humana. Contribuye a crear conciencia sobre lo que nos rodea y lo que podemos perder. Creo que la exploración espacial es un arma perfecta para crear unión. Para unificar el deseo humano de superarse, de dejar atrás fronteras y prejuicios. Evidentemente todo esto es caro. Invertir en desarrollo espacial, en ciencia…es arriesgado y no siempre da los frutos esperados, incluso se pierden vidas. Baste recordar las tripulaciones de los transbordadores Challenger o Columbia, el módulo del Apolo 1 y algunos otros. Esas personas eran conscientes del riego que asumían, de que era su propia la que estaba en juego, y aún así trataron de llegar un poco más lejos. La exploración espacial ha logrado que personas de creencias y etnias distintas, enemigos mortales en la Tierra, convivan y se unan en un interés común. Desde ahí arriba no se distinguen fronteras ni líneas divisorias. Todo el mundo es igual, y no sólo los humanos. Los hombres y mujeres que viajan al espacio comprenden el verdadero significando de lo que es “ser humano”. Explorar, salir ahí fuera en busca de un mundo habitable y corregir los errores que hemos cometido en este, esa es la increíble labor que hacen aquellos que deciden anteponer el bien común, un bien que, probablemente ellos ni siquiera lleguen a ver, a sus propios intereses. Invertir en desarrollo espacial, en misiones planetarias y en la búsqueda de un nuevo hogar, no es un derroche sin sentido ni utilidad, es una muestra de filantropía para con el mundo. Desde luego, también es necesario, imperativo, poner remedio a los grandes males que aquejan nuestro futuro más inmediato. No tiene demasiado sentido enviar un puñado de naves con mensajes pacíficos a la búsqueda de los confines del universo si aquí en la Tierra estamos ocupados en matarnos unos a otros y agotar todas las reservas naturales que nos quedan.
En un sentido más práctico que altruista, las misiones espaciales son escenario de experimentos y pruebas que luego tienen su aplicación en nuestra sociedad. Decenas de avances médicos son posibles gracias a los presupuestos que se destinan al desarrollo espacial. Mucha de la tecnología que hoy se emplea, en cualquier ámbito, que hace que nuestras vidas sean más cómodas, ha sido desarrollada partiendo de la tecnología espacial. Un simple teléfono con GPS puede servirnos de ejemplo.
Por último, desde el punto de vista de la mera supervivencia de la especie, la humanidad debe salir de este planeta para continuar existiendo. La Tierra tiene fecha de caducidad, en gran medida adelantada por el propio ser humano. Llegará un momento, tarde o temprano, pasados unos pocos años o dentro de siglos, en los que los recursos de la Tierra se agotarán. Incluso el mismo Sol que ahora nos da la vida, con el tiempo será el responsable de la desaparición de este planeta. Desde tiempos remotos el ser humano ha explorado en pos de encontrar nuevos lugares donde asentarse, en ocasiones a costa de grandes errores y en ocasiones a costa de grandes esfuerzos. Pero esa tenacidad nos ha llevado a poner a miembros de nuestra especie en la Luna, a enviar máquinas a planetas lejanos, e incluso tenemos una pequeña mensajera atravesando le espacio interestelar con mensajes y saludos de nuestro planeta en cientos de idiomas. Sin duda alguna esa tenacidad por ir a las estrellas contribuye a la unión de las diferentes comunidades internacionales, y eso repercute en el mundo en el que estamos ahora. Tal vez no lo suficientemente rápido, pero hoy en día, con la exploración espacial, con el anhelo de ir más allá, estamos sentando las bases para que humanidad pueda avanzar.
La humanidad necesita desesperadamente encontrar remedio a las desgracias que está viviendo actualmente, en su propio planeta, pero no basta con mirar a un entorno inmediato, hay que mirar fuera de las comunidades propias. Y desde luego, la humanidad necesitar seguir invirtiendo, desarrollando y mirando al cielo, al universo, con la esperanza, la certeza, de encontrar el lugar que le corresponde.
Para terminar, me permito hacer de nuevo referencia a la película Interstellar en lo que respecta a la tenacidad del hombre: “Siempre nos hemos definido por la capacidad de superar lo imposible. Y contamos estos momentos. Esos momentos cuando nos atrevemos a apuntar más alto, para romper las barreras, para alcanzar las estrellas, para hacer lo desconocido, conocido”.