Llevo unos días pensando que en la sociedad nacional o mundial hay gente que ensucia todo aquello que la rodea. Encenaga cualquier ambiente donde se encuentre. Pone de mal genio al que habla con ella. Apuesta por los absurdos más necios. Enarbola la bilis del más pacífico. El resto de humanos cambia de acera nada más vislumbrarla. Seguro que tienes entre los que te rodean (más lejos o más cerca) alguien con esta negatividad; se te vuelve el cuerpo sólo con cruzar la mirada.
Algunos ejemplos me ayudan a reforzar mi pensamiento: El presidente Trump en su visita a Puerto Rico después de la tragedia del huracán María, en vez de solucionar en lo posible los desastres, recuerda a los habitantes supervivientes, que ha gastado mucho dinero ya en ellos.
En otro momento se pone a repartir paquetes de papel higiénico a la gente como si estuviera lanzando balones a estilo de baloncesto. Viendo las imágenes en televisión sentí asco y una rebeldía feroz, lo reconozco. Estaba riéndose de aquellas personas en su misma cara. En vez de solucionar los problemas de comida, de agua, de luz de comunicaciones, les tiraba papel para que se limpiasen el culo… Asombroso. Aunque deberíamos dejar un trecho para la posible manipulación de la noticia…
Otro ejemplo: La cúpula del gobierno de la Generalidad Catalana el día de la Virgen de la Merced en la Basílica de Barcelona. Los dirigentes políticos ocupando los primeros bancos, posteriormente comulgando y saludando a la cúpula de la Jerarquía Católica Catalana. Sin enfrascarnos ahora en dilemas independentistas ni discusiones ideológicas.
Es día de celebración religiosa, la advocación de la Virgen de la Merced, por lo tanto fiesta de creyentes cristianos y demás devotos de tal imagen.
Pienso…: Vuelven a enlodar la fiesta. Estos defensores de unos intereses particularistas, silenciadores a golpe de urna callejera de otras opiniones. Orgullosos defensores de sus idolatradas ideas menospreciando al resto de españoles observadores de tanto desacato a las leyes y a la convivencia entre personas.
Son los auténticos beatos y “meapilas”. Confunden religiosidad festera y mundana en el peor sentido de la palabra con una religión y una Iglesia dignas de todo el respeto. Además se permiten utilizar algún templo, para recontar las papeletas introducidas a puñados en los cajones preparados de un referéndum prostituido, mientras cantan simulando una celebración litúrgica.
¿Es posible mayor contaminación de basura, de lodo y de porquería?
Pero basta de ejemplos de este estilo.
Aun teniendo esta panorámica delante, prefiero mirar otro aspecto de nuestra realidad más interesante e importante. Es la de la gente como tú y como yo, la realidad del que se preocupa de hacer lo mejor posible el trabajo, la del que rebusca por la plaza y la calle una ocupación para quitarse el hambre. La que se gana honradamente el sustento entre las cepas o sobre la mesa de trabajo.
Es más interesante ver: La gente de mirada limpia que no engaña. La de sonrisa pronta. La de la mano dispuesta. La de confianza infinita. La de esperanza diaria. La de la fe a veces tambaleante. La que sabe lo que quiere. La de expresión franca. La que regala tranquilidad. La gente con la que te sientes a gusto en el mismo momento de conocerla.
Por cada uno que lanza papel higiénico a los desesperados, hay miles que secan lágrimas levantando casas y salvando ancianos en medio del agua o desescombrando edificios con las manos desnudas, para aprovechar las posibles migajas de vida.
Por cada uno que contabiliza sus ayudas, hay millones que dan a manos llenas lo que tienen y lo que son sin mirar lenguas ni razas.
Por cada uno que falsifica su postura ante la religión y la Iglesia, hay millones de creyentes seguidores del Señor Jesús de cualquier pueblo y en cualquier aldea del mundo regalando su vida.