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lunes, 17 marzo
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‘Vista de Madrid’, la obra del tomellosero Antonio López, llega al Museo Arqueológico Nacional

La obra refleja el realismo mágico del pintor

El Museo Arqueológico Nacional cuenta desde este martes con un tesoro, ‘Vista de Madrid’, una obra de Antonio López que retrata este histórico recinto y los alrededores de la zona, y que esconde un detalle sobre el amor, que los visitantes descubrirán, porque en ese tiempo el pintor estaba «muy enamorado».

Lo reconoce Antonio López a cada uno de los periodistas que han acudido al acto con el que este cuadro, que pertenece a la colección BBVA, se ha incorporado a la exposición permanente del museo por cinco años tras un contrato de depósito por el que se presta de forma gratuita.

Y es que el pintor estaba recién casado y, según ha comentado, «quería colocar algo relacionado con el amor»: «Yo entonces estaba en ello. Estaba recién casado, pero tampoco quería que se viera mucho. Entonces coloqué la pareja encima, flotando encima de un árbol», dice López cuando se le pregunta por ese detalle que exige una mirada atenta para dar con él.

'Vista de Madrid', la obra del tomellosero Antonio López, llega al Museo Arqueológico Nacional

Es un recurso heredado del surrealismo, como ha reconocido. Es una pareja flotando, que hay que buscar con la misma mirada curiosa con la que se persigue, por ejemplo, a la rana y al astronauta de la portada de la Universidad de Salamanca.

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Un símbolo que roba el protagonismo que pudieran tener los coches y las personas que podrían circular y pasear por la zona en ese tiempo. A ellos no los pintó.

Es el realismo mágico del pintor de Tomelloso, que dejó patente sus pinceladas sobre Madrid en el este cuadro que es el segundo panorámico urbano. El primero fue sobre su tierra.

Y por qué Madrid, se le pregunta de forma insistente, y el contesta siempre de la misma forma: «Porque es donde vivo».

‘Vista de Madrid’ lo pintó desde una casa situada enfrente de la fachada del Arqueológico, la vivienda de una compañera de estudios en la escuela de Bellas Artes de San Fernando, que tenía una vista espectacular de la calle Serrano y el museo. Estaba un curso por delante de él.

Era el invierno de 1961. En Madrid hacía muchísimo frio y su mujer María le hizo un «capotón», según ha dicho, para ir abrigado a pintar cada día. Empezaba a las cuatro de la tarde y acababa, cuando ya no veía claro. «Pero hay que tener en cuenta que en aquel tiempo todavía no se había adelantado la hora», apostilla el pintor.

¿Cambiaría algo de la obra?: López cree que hoy le hubiera colocado «el disco del sol» porque indicaría que estaba mirando hacia el oeste y que es su descenso.

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Su cabeza no se detiene, mientras posa junto a su obra en la sala 31 de la exposición permanente en la planta segunda, en un espacio que conecta el final del recorrido de la Edad Moderna y Contemporánea con la historia del museo, dirigido por Isabel Izquierdo, quien ha valorado esta pintura en la que se aprecia la puerta original de entrada al edificio.

Sus proyectos: pintará a los suyos y al barrio de Carabanchel

López tiene su cabeza siempre con cosas: le queda por terminar la pintura que estaba haciendo en la Puerta del Sol de Madrid. «Continuaré este verano», comenta, y está también finalizando unos relieves grandes para la catedral de Burgos, que según reconoce le está llevando mucho tiempo.

Pero además tiene en mente pintar la zona del barrio de Carabanchel y ésta pensando en pedir los permisos necesarios para hacerlo desde el Hospital Gómez Ulla.

Trabaja también en una serie de pinturas sobre su casa y la gente con la que vive, algo que ha hecho muy poco, porque ha pintado muchos interiores, pero no habitados. Y atención, porque se está autorretratando, según ha confesado.

Cuando se le pregunta por qué ahora quiere pintar a los suyos y su casa dice: «Es la mirada de un viejo, de un viejo joven, muy en activo». 

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