En las inmediaciones de Tomelloso, a unos cinco kilómetros, se encuentra el paraje de «Pinilla«, hogar de la Virgen de las Viñas, donde descansa en su Santuario, y lugar de encuentro para los vecinos de Tomelloso y alrededores. Marcado por la devoción y la historia, se concibe como el epicentro de la Romería, y a su vez se entrelaza con los orígenes de la localidad. Según explica Félix Díaz, miembro de la Hermandad de la Virgen de las Viñas, el santuario y su entorno poseen una historia que se remonta mucho más allá de la construcción de la ermita en los albores de los años cuarenta del siglo XX.
El santuario se ubica en un recinto natural, rodeado de árboles, donde conviven armoniosamente la ermita, el museo dedicado a la Virgen y una gran masa forestal de pinos y arbustos autóctonos.
Díaz nos adentra en la historia del santuario, que tiene sus raíces en la misma génesis de Tomelloso. Y es que a principios del siglo XVII, dos de los fundadores de la población, Martín Sánchez el Viejo y Aparicio Quiralte, tenían un primo en Socuéllamos, cuyo apellido, Pinilla, daría nombre al paraje. Esta versión, apoyada por la presencia de Francisco de Pinilla, uno de los pioneros en establecerse y trabajar las tierras de la zona, es complementada por otra teoría que sugiere un origen árabe del nombre debido a la topografía rocosa del lugar.
La importancia de esta zona se evidencia también en la referencia a una noria, vital para el sustento del área, y su presencia está documentada desde al menos 1813. Dicha noria, ubicada en un sitio elevado del enclave, donde ahora están los grifos, fue esencial para el abastecimiento de agua hasta mediados del siglo XX, cuando se decidió reemplazarla por métodos más modernos de extracción. Este cambio marcó el fin de una era, pero también el inicio de una nueva tras la implementación de un sistema de riego que se beneficiaría de la infraestructura hídrica moderna, manteniendo así el verdor y la vida en el santuario y sus alrededores.
Díaz destaca los esfuerzos de conservación y mejora del santuario. Ejemplo de ellos fue la iniciativa, impulsada en 1961, para repoblar el paraje de Pinilla con 1.500 pinos y la adaptación de antiguos sistemas de riego a las necesidades actuales, aprovechando tanto el agua potable de Tomelloso como la de la comunidad de regantes de los Auriles.
El Santuario de la Virgen de las Viñas no es solo un refugio espiritual, sino también parte de la historia y la tradición de Tomelloso, cuyas raíces nos conectan profundamente con el pasado y cuyas prácticas se adaptan y evolucionan para enfrentar el futuro.
El testimonio de Félix Díaz, fruto de su curiosidad y estudio, destaca la importancia de este lugar no solo para la devoción mariana, sino también como un elemento primordial de la identidad de Tomelloso.