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jueves, 21 noviembre
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Antonia, la terrera de Tomelloso

Las terreras simbolizan como nadie el espíritu de Tomelloso

Antonia Navarro Ramírez nació a finales de 1897 en Tomelloso, fue la primera hija de Tomás Navarro y Eugenia Ramírez, que habían emigrado a Tomelloso unos años antes, procediendo él de la zona de Cuenca, y ella de Burgos. Eugenia, su madre, había sido una de las primeras terreras del pueblo, y en su casa tenían enmarcado un recorte del periódico Blanco y Negro, con una foto de Eugenia y otra vecina y compañera, vestidas con su uniforme de trabajo. Las terreras llevaban uniforme; este uniforme constaba de un pañuelo a la cabeza, una blusa, y por encima una toca de lana cubriéndoles los hombros y el pecho, pantalón de pana, un mandil corto, y unas abarcas atadas al tobillo, en una especie de polainas que ceñían la parte baja del pantalón. El uniforme en cuestión protegía a estas trabajadoras del polvo, con el que indefectiblemente debían lidiar en su trabajo.

Tomás, el padre de Antonia, era un hombre fuerte y corpulento, cuyo trabajo en el campo complementaba con el pico haciendo cuevas, y en este trabajo conoció a Eugenia. Desgraciadamente, Eugenia murió de unas fiebres, dejándole a Tomás dos hijas de diez y siete años (Antonia y Eugenia), y un niño de cinco, que se llamó Ramón. Antonia, con 10 años, era la mayor, y tuvo que madurar rápido, y al igual que Tomás había trabajado codo con codo con su esposa, cuando Antonia cumplió los 15 años, la llevó a ayudarle en el trabajo de terrera, bien instruida por su madre desde niña.

Antonia, la terrera de Tomelloso

Antonia no se casó nunca, y estuvo junto a su padre hasta el final. Padre e hija, trabajando mucho, y ahorrando más, ayudaron a su hermana Luisa con su dote, y además compraron una viña de 6 fanegas, que más adelante ampliaron a diez, y en los pocos ratos libres que tenían, hicieron en su casa su propia cueva. Padre e hijo menor cavaban, y las dos hermanas sacaban la tierra, ya que este era el sistema de trabajo al hacer las cuevas.

Su hermana Eugenia se casó con un guardicionero de Manzanares, y su hermano Ramón, fue a hacer el servicio militar a Barcelona, y allí se quedó. Ramón falleció en el frente del Ebro, en 1937, durante la contienda civil. Antonia durante la posguerra todavía trabajó un par de años más de terrera, ya que había heredado la energía y fortaleza de sus progenitores, pero con su padre ya anciano, el cual debía de cuidar, y con el pico ampliado de viña, su tiempo ya era muy limitado, al igual que sus energías, mermadas por el duro trabajo.

Tomás Navarro, el padre de Eugenia, falleció en Tomelloso, en 1954, a la edad de 79 años, y su hija “la Antonia, la terrera” le sobrevivió solo dos años más, a cusa de un cáncer de pulmón, que posiblemente le habían provocado tantos años de respirar polvo. Fue una mujer sacrificada, que dedicó casi toda su vida a su padre y al noble y esforzado oficio de terrera, y como tal se la conocía en el pueblo.

Antonia, la terrera de Tomelloso

Estas esforzadas mujeres llamaron la atención en 1896 a un periodista del famoso periódico nacional, ya no por su trabajo, sino por su atuendo, y más concretamente por usar pantalones. Tomelloso por aquellos años empezaba a transformarse en una pequeña ciudad, el tesón y esfuerzo de sus habitantes lo hizo posible, así como el hecho de que sus mujeres, en un mundo rural muy conservador, dieron un paso adelante en cuestión laboral. En Tomelloso había mucha demanda de mano de obra en aquellos días, por lo que muchas mujeres también se sumaron al mercado laboral de entonces.

Las terreras simbolizan como nadie el espíritu de Tomelloso, una población donde las mujeres siempre han tenido un papel fundamental, ya que además de ayudar a sus padres y luego a sus esposos en el trabajo, eran las encargadas de organizar toda la economía familiar. Es curioso que en la España de la dictadura, hasta la llegada de la transición, en España las mujeres tenían prohibido por ley retirar dinero de los bancos, y necesitaban autorización de su marido o padre. Esa norma, en Tomelloso, se terminó obviando por parte de los directores de las entidades bancarias, y es que Tomelloso, como población de pioneros, también lo fue en el tema de igualdad. Lo de los pantalones de las terreras, solo fue una anécdota, y la auténtica noticia habría sido el de las mujeres que trabajaban codo con codo con los hombres, formando un equipo perfecto.

Antonia, la terrera de Tomelloso
Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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