Orgullosas de que cada año esta cita sea más importante. Un día de reivindicación, de encuentro, de lucha, de diálogo. Un día donde recordar a tantas mujeres que nos han precedido, de seguir avanzando en la igualdad, de conquistar derechos y de poner el foco en tantas actitudes (muchas de ellas van formando parte ya del pasado) con las que hemos convivido sometidas, que hemos aceptado porque la sociedad en la que nos habíamos criado las tenía impresas a fuego en su ideario, en su manera de ver el mundo.
El 8 de marzo es un día para levantar aún más la voz, para que nos sintamos más fuertes como sociedad, para que miremos el horizonte de mejora que aún nos queda por alcanzar, pero para que también seamos conscientes de lo logrado.
Si echamos la vista atrás, no muy lejos, encontramos que hoy nuestras criaturas viven en una sociedad donde se señalan y denuncian las conductas violentas contra las mujeres, verbales y físicas. Donde no se estigmatizan las preferencias sexuales (que forman parte de la esfera íntima de las personas) y donde los atributos tradicionales de género están empezando a superarse. Una sociedad que, lejos de perpetuar la desconfianza entre las mujeres, ha dado luz a la sororidad, a la empatía que sentimos unas por otras, a la capacidad (esta sí antigua) de apoyarnos y saber que juntas somos más fuertes.
Han sido muchas las conquistas, pero aún son más los retos a superar. Retos que reivindicamos todos los 8 de marzo y en todas las situaciones donde los derechos de las mujeres se ven vulnerados. Es el caso de la brecha salarial, el techo de cristal o la desigualdad en los cuidados.
A este respecto queremos poner el foco y contribuir al debate social que señala las renuncias a las que se ven sometidas las mujeres que deciden ser madres. Nos queda mucho camino para ser una sociedad donde las políticas públicas y los hábitos sociales aboguen por la conciliación y la corresponsabilidad. Nos queda mucho también para desmontar las creencias que tenemos como sociedad y como mujeres-madres que nos responsabilizan a nosotras de los cuidados, que nos hacen sentirnos culpables por no llegar a todo, por necesitar nuestro espacio, por alzar la voz denunciando esta desigualdad.
Hacen falta muchos 8 de marzo, donde se siga hablando de igualdad, donde compartir ideas de cambio, donde argumentar desmontando creencias que nos agotan y donde, poco a poco, construyamos en conjunto una sociedad más justa..