Este 15 de agosto, las tradicionales celebraciones del Día del Hermano comenzaron bien temprano en Tomelloso, con el emblemático chocolate con tortas a las seis y media de la mañana, cortesía de Panadería Sánchez y La Valiosa. Poco después, puntual a las 07:15, la Virgen de las Viñas inició su recorrido hacia la localidad, acompañada por cientos de fieles.
A las 08:45, la patrona hizo su entrada en la Plaza de España, portada por los miembros de la hermandad bajo la guía de Antonio Olmedo y rodeada por una multitud de devotos que prácticamente la llevaban en volandas. La Virgen fue situada en el pedestal junto al escenario preparado, donde el alcalde de Tomelloso, Javier Navarro, pronunció el voto anual en honor a la Patrona y Alcaldesa Perpetua, en un acto que se realiza por segundo año consecutivo en la festividad de la Asunción de la Virgen.
En su discurso, el alcalde destacó la relevancia de la familia como «piezas fundamentales en cualquier sociedad que se precie», además de subrayar los retos que enfrentan en la educación de los hijos y el cuidado de los mayores. Asimismo, mostró su preocupación por el impacto de las nuevas tecnologías en las relaciones humanas, recordando la necesidad de «tender puentes de entendimiento que sanen a las familias». También pidió por la juventud, citando al papa Francisco al decir que «los jóvenes son realmente la esperanza gozosa de una Iglesia y de una humanidad siempre en movimiento».
En otro punto relevante, el alcalde abordó la problemática del agua en la región, haciendo un llamamiento a la Virgen para que «la viña del hombre, presente en la economía local, siga recibiendo el sustento necesario».
Finalmente, el discurso apeló a la solidaridad y la acogida hacia los demás, valores que definen a Tomelloso, junto con un sentido recuerdo para quienes han fallecido este año.
Voto del alcalde Javier Navarro a la Virgen de las Viñas
Bienvenida Madre a Tomelloso
Te recibo hoy acompañado de tu pueblo, que de manera fervorosa se congrega a tus pies, para celebrar juntos la alegría de verte de nuevo en tu pueblo, del que eres Madre y Señora.
Querida Virgen de las Viñas, un año ha pasado desde que te di la bienvenida a tu casa, un año de trabajo y esfuerzo en el que siempre has estado presente cuidándonos con tu manto protector y siendo la gran confidente que busca el silencio que preside el recogimiento que está presente en los encuentros de Madre e hijo.
Este pueblo que sigue necesitando de tu consuelo y complicidad, porque no es que tú necesites a tus hijos, es que nosotros necesitamos de tu devoción y de tu presencia para, juntos, seguir encontrando senderos de solidaridad, compromiso y bienestar.
Quiero, Madre, pedirte en primer lugar por las familias de Tomelloso. Sabes, Madre, que son piezas fundamentales en cualquier sociedad que se precie. Familias que han tenido que enfrentar retos a la hora de educar a sus hijos, de cuidar a sus mayores y llevar el pan a su hogar. Familias para las que te pido que sigas iluminando su camino, para que tengan la sabiduría y la paciencia que hoy en día se nos requiere como padres. Es en esas familias en las que aprendemos a vivir, de las que emanan los principales valores que nos acompañan el resto de la vida, es la familia una institución necesaria como un elemento que cohesiona y se fusiona con la sociedad. Son las familias de Tomelloso por las que te imploro y pido, Madre.
Santa Madre, son muchos los problemas que afrontamos en esta sociedad fuertemente marcada por la tecnología. Tecnología y avances que no podemos ni debemos consentir que aíslen al ser humano y despoje de humanidad las relaciones que tienen que existir entre padres e hijos, entre hermanos o nietos y abuelos.
Santísima Virgen de las Viñas, son muchas las familias que padecen nuevas adicciones y trastornos que han convertido su hogar en un lugar desconocido, un hogar en el que se han roto los pilares de la convivencia atacados por nuevas enfermedades que ha traído esta nueva revolución. Pero quiero, Madre, que esta sea mi primera plegaria a ti, quiero rezarte y rogarte que la desolación ante los problemas, no ahogue a madres o padres, que la esperanza infinita en tu bondad llene su corazón de renovada certidumbre bajo tu manto. Que se vuelvan a tender puentes de entendimiento que sanen a esas familias.
Mujeres y hombres, Madre, que buscan trabajo para ellos y sus hijos, que necesitan trabajar para completarse como personas, y vuelvo, Madre, a manifestarte mi preocupación por los más jóvenes. Dice el papa Francisco que los jóvenes son “realmente la esperanza gozosa de una Iglesia y de una humanidad siempre en movimiento”.
Un movimiento y un camino, Virgen María, que necesitan, Madre, de tu fuerza y sabiduría, pues en ellos reside el futuro y sobre ellos edificaré mi Iglesia, como nos recuerda tu Hijo, Jesús.
Virgen de las Viñas, tu pueblo, nuestro pueblo, tiene sed de agua. El agua sigue siendo una de las principales carencias que tenemos, Madre, para seguir abonando, cuidando y mimando a quien sigue siendo el pilar de la economía local, la vid, la Viña.
Esa que adorna tu mano con gracia serena, esa que te acompaña en tu advocación tomellosera, ese racimo fruto del trabajo hecho con cimientos de sudor y de esfuerzo, esa que ve tu hijo en tu regazo, nuestro Señor. Esa viña que labra el viñador:
“…Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada…” palabras de San Juan.
Pero mi querida Madre, la viña del hombre necesita agua. Esa Viña presente en el solemne momento de la Eucaristía, en el momento central en el que rendimos honor con la humildad del que se siente frágil y descubierto al hijo que sostienes en tu regazo.
María de las Viñas, un sarmiento yo fuese injertado en la cepa que tu tierra alimenta; sentir como una astilla su pedernal de fuego y poder convertirme en el mosto y el vaso de cristal fragilísimo que comulga la gracia. Bebed todos de él. Acercaos. Mi vida se te convierta, Madre, en fruto y calentura.
Así te pregonaba, Madre, Valentín Arteaga en Romería.
Santísima Virgen de las Viñas, te ruego que Tomelloso no pierda el sentido profundo de solidaridad con los demás. Somos cruce de caminos, de pueblos, de mezcla entre iguales, de abrazar al que viene, de entender con empatía y comprensión que nadie huye de su casa por nada. No podemos volver la espalda al que viene buscando pan y cobijo, al que lo quiere hacer con su trabajo, al que quiere sumar en Tomelloso con su proyecto de vida. Protege y cuida la misericordia de este tu pueblo, que el abrazo acogedor con el que recibimos a todos siga siendo santo y seña.
Señora, danos tolerancia y comprensión, no dejes que la solidaridad nos abandone. Nuestros mayores, el cuidado a los mismos, como espíritu e inspiración de los que bebemos, como agradecimiento eterno a quienes nos cuidaron y nos amamantaron.
Aquellos que nos dieron la vida, no pueden caer en el olvido. Como tú Virgen Santa, Madre María con tus padres Joaquín y Ana, San Joaquín y Santa Ana, riega el corazón de tus hijos de amor a los mayores, que tengamos la ocasión de devolverles una ínfima parte de lo que ellos nos dieron, que seamos tus hijos agradecidos y no dejamos de visitar a los mayores y darles nuestro cariño inmenso y eterno.
Santa Madre, necesito pedirte para que no olvidemos que el mundo necesita paz. Que la paz, Señora, se consigue entre todos, que la actitud desafiante y bélica no conduzca a la gloria, que millones de personas vivan la tragedia de la guerra, que la desesperanza y la injusticia han ganado en muchos territorios. Que a miles de kilómetros padecen hambre, sed y que los hombres se matan entre ellos. Y que en el camino hacia la paz, nadie sobra.
Quiero tener aquí junto a ti un recuerdo para quienes nos han dejado, para los que este año no acompañarán a sus amigos y familias. Dales fuerza y fe para afrontar esa soledad que deja quien parte a tu lado, para conocer la vida eterna, Madre.
Madre de las Viñas, “al que mucho se le ha dado, mucho le será exigido; al que mucho se le confía, mucho más se le pedirá” nos dice tu Hijo. A mí se me ha otorgado la confianza de tu pueblo, el honor de ser el alcalde del que sólo tú eres dueña y señora. Madre, ayúdame a no defraudar a tus hijos, guíame en mi camino diario.
¡Viva la Virgen de las Viñas!