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martes, 12 noviembre
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Posada de Vid y cultura de la Asociación Cultural La Media Fanega durante treinta años ininterrumpidos en Tomelloso

La luz ha trazado sobre los años una pátina de recuerdos que escuece en el corazón al recordar a los que trazaron el camino de la primera Tertulia de la Asociación Cultural de la Media Fanega de Tomelloso.

Y en ese largo laberinto de las tardes el tumulto de vivencias asciende sobre la azulada senda del cielo navegando sobre el polvo de los que se fueron. Se apagó la antorcha de sus vidas pero no la luz de sus lámparas dejadas en las sucesivas revistas publicadas donde dejaron sus narraciones y vivencias.

La tertulia la fundaron desde abajo para recoger lo aprendido en la infancia y desde esas narraciones conocerse y darse a conocer entre los componentes tertulianos. Fue una idea para recuperar la reunión perdida de la vecindad y de aquellos encuentros familiares cuando la tecnología no había llegado a invadir nuestra vida.

La palabra clave fue la de reunirse cada miércoles en la posada de los portales. Y aquella decisión o sortilegio fue el conjuro que ha hecho perdurar, a pesar de la muerte de los que empezaron aquellas tertulias, la continuidad de perdurar durante treinta años.

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En anteriores años he venido escribiendo sobre estas efemérides del cumpleaños de la Asociación Cultural La Media Fanega y, por mis anteriores artículos, han pasado nombres propios con esa melancolía que deja el adiós y las despedidas sin olvidar que el testigo ha sido recogido continuamente por nuevos miembros.

A lo largo del tiempo se ha enriquecido la idea de perpetuarse sin demasiados medios que ayudaran a ello, porque las ayudas exteriores casi nunca han sido importantes. Si ha sido fundamental la permanencia de cada tertuliano que ha llegado. Lo fue bajo la presidencia de José María Rodríguez y continúo su renovación bajo la presidencia de María Moreno durante diecisiete años.

Esta trayectoria y dedicación es una travesía de amor porque sin amor no hay responsabilidad en la continuidad. Y bien se merece reconocimiento y homenaje a María Moreno, por su dedicación a esta Asociación nacida al amparo de ser Posada de la Vid y la Cultura, como se definió así misma desde su fundación. Las valoraciones ante esta petición se fundamentan en el homenaje que se le hizo, merecidamente, al primer presidente, José María Rodríguez; homenaje que él no pidió. Pero de bien nacidos es ser agradecidos y en el mismo ámbito ha estado la presidencia de María Moreno, por lo que a pesar de las negaciones personales de ella, la Asociación Cultural de la Media Fanega debe reconocerle su generosa aportación y dedicación durante más de tres lustros.

Somos ramas de un mismo árbol por lo que no hay que considerar inferior la presidencia de esta mujer. Sobre todo para no caer en el argumento de que no es necesario. Recordemos, una vez más, los argumentos en contra de la mujer ayer, y hoy también, por ser marginada en tantos campos sociales y, tristemente, incluso por las mismas mujeres. Visible y acertada ha sido su presidencia, de no haber sido así no se podría celebrar el treinta aniversario.

A veces hay una oposición encubierta que contradice la realidad del tiempo transcurrido. Y el tiempo es ese círculo donde la sociedad converge y coexiste. Nuestros actos hablan por nosotros si necesidad de retórica alguna. La llave de la libertad y el respeto nos la debemos dar sin prejuicio alguno también en el campo de las letras y el arte. No olvidemos que la creatividad no es exclusividad de la preparación académica, es un don recibido, al que por supuesto hay que alimentar. Actualmente sigue faltando apoyo para las mujeres. Apoyo autentico donde se reconozca su valía; no la parafernalia y pompa de estúpidos alardes donde todo vale.

La creatividad entra en crisis cuando carece de humildad y belleza. Los logros literarios son sentimientos descritos sobre todo en la poesía. Y si un poema no emociona el espíritu y conmueve el alma, en los versos escritos no hay poesía.

Torre de Gazate Airén

No renuncio a ser rama del árbol de la vida sabedora de que tengo que podar mis ramas sobrantes para florecer en primavera. Ni renuncio a sentir el temor de las heladas del invierno que dejarán mi corteza herida. No renuncio a sentir el rayo en la tormenta que me hiere y quema, porque eso es vida. Y sé que como árbol del camino no se me valora, como árbol de un jardín botánico; pero sé que por los caminos pasan gentes diferentes con su equipaje de dudas y sueños y al escucharlos se nutren mis raíces de un amor inmenso.

Somos árboles diferentes de hojas caducas y hojas perennes esperando que alguien se detenga en el camino y se quede a nuestro lado. Fundamos asociaciones para nutrirnos unos de otros y darnos calor humano en cada nuevo encuentro. Bautizamos con nombres propios las tertulias para distinguirnos y no perdernos en un egocentrismo olvidando a quienes tenemos a nuestro lado. Celebramos treinta años de amistad e ilusiones prendidos en cada hoja de la revista editada. Y nos seguimos encontrando ahora con la presidencia de Pilar Valentín bajo el techo de la misma posada donde se reunieron aquellos primeros fundadores. Yo árbol de muchas estaciones los vi nacer y partir con su equipaje de folios prendidos a sus almas. Nos dieron el testigo de la continuidad y ojalá que vengan otros muchos a cobijarse en ésta posada de amor y amistad.

Natividad Cepeda

Nombrada Madrina de la Media Fanega por los primeros fundadores. A todos ellos mi gratitud, admiración y recuerdo por todo el cariño y respeto recibido a través de los años. Dios los haya premiado.

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