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viernes, 20 diciembre
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Baja el telón, apaga la luz. Carta de despedida

Álvaro Rubio Aliaga, Concejal de Eficiencia Energética y Agricultura

No me quería ir definitivamente de la política, sin una sincera y amistosa despedida a la ciudadanía de Tomelloso, agradeciéndoles el haberme dado la posibilidad de defender los intereses de nuestra ciudad y elaborar proyectos para su progreso, como Concejal de Eficiencia Energética y Agricultura, durante los últimos ocho años. La primera legislatura, desde el partido magenta, cogobernando PSOE-UPyD las gestiones diarias locales, en una fórmula de 8+1 concejales, y tras la desaparición de UPyD, ya como parte del equipo de Inmaculada Jiménez. Para mí ha sido un inmenso orgullo participar de la política de mi ciudad. Hasta este marzo de 2023, en el que unilateralmente se determinó que no seguiría.

Pero esto acaba. Sin embargo, lo importante es que de todas nuestras vivencias se aprende, incluido de los fallos. Y yo he aprendido que: frente a la ambición desmedida y la arrogancia, la humildad. Frente a la ignorancia, formación. Frente a los errores, perdón. Frente a la división, amistad, compañerismo, equipo. Aprendes que a veces es mejor hablar menos y escuchar más. También que hablar más y más alto no significa tener la razón. Y te das cuenta que a veces debes parar, reflexionar y hacer autocrítica.

Quiero agradecer a mis compañeros, tanto los que he tenido al lado como los que he tenido enfrente durante las dos legislaturas. El hecho de pertenecer a diferentes colores políticos o tener diferentes ideas para mí nunca ha sido un obstáculo para poder aprender, escuchar y llegar a acuerdos. Gracias también a la gente que me he encontrado por el camino: cargos y funcionarios de la Consejería de Agricultura, de la de Desarrollo Sostenible, empresas agroalimentarias, vecinos, agricultores, medios de comunicación, etc.

En este camino he tratado de volcarme en los proyectos de mis áreas delegadas con profesionalidad y desde un punto de vista técnico y formado. Pero me llevo la amarga sensación que nada cambiará, que la política, aun siendo una ciencia, es la única que aún se rige por las opiniones, por las sensaciones y pocas veces por la razón, parafraseando a Claude-Henry Rouvroy.

En estos días la mente quiere hacer balance de estos 8 años. Se quedan proyectos, muchos, muchos a medias, otros proyectos ya planificados y que verán la luz a corto plazo.

Recuerdo el gran logro que nos llevó conseguir que se reparase el Camino de Cirujano en los términos de otros ayuntamientos. Siempre voy a recordar cómo me llevé en mi coche a varios agricultores y nos metimos en el despacho de la concejala homóloga de Alcázar de San Juan para meter presión, o cómo tuve que llegar a resultar repulsivo al Consejero de Agricultura de lo cansino que fui con el arreglo de este camino. Se consiguió, la Diputación y la Junta finalmente vieron a bien su arreglo. Después le han seguido otros caminos y arreglos también importantes Carboneros, Camino Real, Campo, y el de Arenales.

De la misma forma, recordaré también a Rafael Quesada, aquel café en la Sol, donde se fraguó el documento del “Pacto por Tomelloso”, que ya ha rodado mucho por nuestra ciudad y en el que se recogían los proyectos estratégicos que requería Tomelloso.

Así mismo, debo hacer mención al faraónico esfuerzo que se ha hecho en nuestra ciudad con el Cambio de Alumbrado del 100% a Tecnología LED en solo siete años, en el cual han participado tanto el Instituto de Diversificación y Ahorro Energético (IDAE) y la Diputación de Ciudad Real. Siempre estaré agradecido a José Manuel Caballero que este proyecto se considerase primordial, pero sobre todo por el apoyo de Francisco Barato siendo el enlace con nuestra diputación.

Tomelloso ha sido la primera ciudad de Castilla La Mancha en alcanzar la totalidad del alumbrado con tecnología LED. Lo cual nos ha permitido que hoy en 2023, pese a la brutal subida del coste eléctrico, el Ayuntamiento de Tomelloso pague menos por la electricidad menos que en 2015. Otros proyectos que quedarán son las mejoras de Eficiencia Energética en Edificios Municipales, energía fotovoltaica en edificios municipales, en alumbrado ornamental LED de Feria y Navidades, o los próximos proyectos que se verán de pérgolas fotovoltaicas en el Parking de Juan Carlos I y la ampliación de alumbrado en las entradas de Tomelloso.

Entre esos recuerdos también quedará el esfuerzo desde 2015 de crear un evento agroalimentario referente en la localidad, y créanme cuando digo que ha sido una lucha titánica contra la tradición y contra la falta de recursos económicos. Se sacó la Muestra Agroalimentaria (y sus catas), desde la Posada de los Portales en la Feria y Fiestas, pasando por el Pabellón San José, hasta llegar a Degusta ya en la Plaza de España, en octubre, como un evento que va tomando su importancia a nivel regional. Y en esto tengo que agradecer a Raúl Zatón porque gracias a la colaboración mutua que hemos tenido desde 2015, hemos llegado a desarrollar una pequeña feria agroalimentaria con gran potencial.

Un lugar especial para mí siempre será la Vereda-Cañada Real Conquense. Espero que se acuerden los lectores de esta carta, cómo estaba en 2015. Se limpió, se cuidó, y se fueron llevando voluntarios para una reforestación progresiva con ayuda de la ciudadanía y en especial de los centros educativos. Me vienen a la memoria los compañeros concejales José Ángel López y Lorenzo Donoso, cavando y plantando mano a mano. Aunque una ola de calor nos diera un golpe de realidad en 2022, sigue en pie el sentimiento de poder recuperar ambientalmente esos 70.000 m2 como vía verde. Quedará también el proyecto del Parque de Interpretación de Mesta y la Trashumancia, que por fin crearía de un espacio verde a continuación del Parque Urbano Martínez, justo frente al Hospital.

También quedarán ornamentos, símbolos identitarios ya de nuestra ciudad: Las Barricas del Paseo de las Moreras, el Toro de Osborne (que agradezco desde aquí a la empresa por la cercanía con el Ayuntamiento de Tomelloso) o las Letras Corporativas de Tomelloso que hoy lucen en el Parque Urbano Martínez.

Pero queda tristemente en mí, el sabor amargo de haber sido partícipe de los grandes proyectos estratégicos de ciudad en materia energética, y que no hayamos sabido comunicar su importancia. No me refiero a los proyectos europeos que estamos viendo, si no los que vendrán más allá de 2026, y que, aunque hoy puede que no sean más que papeles en un despacho algún día serán una realidad. Me refiero a la Línea Eléctrica y la Subestación que nos permitirán entrar de cabeza en el sector energético, entre otras oportunidades que nos brindarán, habiendo ya hay empresas proyectando sus instalaciones. También de la Central de Biogás, que hemos trabajado Lorenzo Donoso y yo, (más él que yo), necesaria oportunidad para Tomelloso y su sector agroindustrial. Y finalmente, proyectos para un alcanzable futuro en la generación de hidrógeno. En este bloque quiero hacer mención especial para el apoyo mutuo y sincronía técnica que hemos tenido Lorenzo Donoso y yo. 

Pero en este tiempo, y como en todas las cosas, suele haber errores y fallos, porque todos somos humanos. Algunas veces porque no hayamos llegado a tiempo a solventar un problema o porque quizás no hayamos podido o sabido hacerlo mejor, y por esos errores, pido perdón.

Pero, al fin y al cabo, como concejal no soy más que un engranaje, una pieza que no es nada sin el resto de engranajes que ha formado este motor. Las piezas clave en este progreso, sin los cuales tantos proyectos de eficiencia energética, de los caminos, de adornos de navidad, no serían más que ilusiones, son los funcionarios del ayuntamiento. Que sirva esta carta de despedida para ensalzar su profesionalidad, y agradecer su inmenso trabajo. En especial quiero recordar tanto al Jefe del Departamento de Instalaciones y Servicios de este Ayuntamiento como al equipo de electricistas y de instalaciones de este ayuntamiento, así como a los integrantes (jubilados incluidos) de la Guardería Rural y a la Técnica de Suelo Rústico. Sin olvidarme también de otros funcionarios con los que he coincidido de que de manera directa o indirecta.

No puedo olvidarme de mi gente, la que ha aguantado realmente todo lo que conlleva la vida política: mi pareja, padres, mi hermano y mis amigos.

Ya para finalizar, mi última voluntad en este Ayuntamiento, es la de dejar un ruego de manera explícita, una tarea, que deseo sea cumplida por la próxima corporación, gobierne quien gobierne.

En estos años, los reconocimientos han ido y han venido, hemos reconocidos a escritores, a poetas, a agricultores, a pintores y a escultores, a músicos, a deportistas, empresarios, comercios, entre otros. No quiero desmerecer su inmenso y laborioso esfuerzo, ni la razón de dicho reconocimiento.

Sin embargo, nos hemos dejado una pieza clave de nuestra sociedad y que se merecen un gran respeto y reconocimiento. Me refiero a esos tomelloseros que han levantado Madrid desde la tierra al cielo. Me estoy refiriendo a los albañiles, yesaires, fontaneros, electricistas, carpinteros, herreros, escayolistas y alicatadores de Tomelloso. También soldadores, encofradores, pintores, gruistas, y arquitectos. El sector de la construcción. De ellos es en parte el logro de que en una generación han hecho pasar a Tomelloso, de ser una ciudad del sector primario a tener un componente importante de industria y servicios.

Ellos que han dedicado su vida al sector de la construcción. Y cuando me refiero a dedicando su vida, me refiero a darla de verdad, ya que muchos han perdido años, segundo a segundo, lejos de su familia, y otros han perdido la vida en la obra o en la carretera que les llevaba a ella.

Esa generación que “que en su ir de semana” debía abandonar, a su familia un lunes a las cuatro de la mañana, y no volvían hasta el viernes por la noche, todo por un futuro mejor para sus hijos. Esa generación de la construcción, de más de 4.000 obreros, que salían todas las semanas para Madrid u otras capitales, a la obra como si de un épico y formidable ejército se tratara. Esa generación se merece un reconocimiento como es debido por parte de este ayuntamiento.

Y termino ya, con una bonita frase de Sócrates: “No hay mejor almohada que una conciencia tranquila”.

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