Allá por 2015, Emiliano García-Page era ya un político experimentado, con 30 años a sus espaldas viviendo de sueldos públicos, con muchos kilómetros en coches oficiales y con pocos logros para nuestra tierra.
El Sr. Page era, sin duda, el líder que la izquierda reclamó y la extrema izquierda aupó al Gobierno de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Un socialista del que se esperaba trabajo, dedicación y esfuerzo, pero de aquello hoy no queda nada.
Hoy, ocho años después, podemos decir que nunca cumplió sus promesas y hasta ahora, no se ha disculpado por no hacerlo.
Esto es una cuestión importante a la que hay que sumar otras que rozan el esperpento y el surrealismo que hemos vivido los vecinos de esta región.
Hoy, ocho años después, conviene hacer una valoración de su paso por el Gobierno de Castilla-La Mancha y por las cuestiones que más nos afectan.
Al más que dudable historial político de Page deberíamos sumarle que nuestra tierra ha sufrido la peor gestión respecto al Covid.
Una gestión de la pandemia que dio como resultado una mortalidad demasiado alta, mientras que Page insultaba a sanitarios y profesores, menospreciaba a alcaldes y concejales e imponía una gestión que tiene el dudoso honor de ser la más desastrosa de toda España.
Su dudosa entereza a la hora de tomar medidas nos hizo replantearnos si Page era aquel líder que había prometido salvar nuestra tierra.
Mientras los vecinos de esta región sufríamos los azotes de una pandemia, Page estaba centrado en realizar intervenciones públicas tan inoportunas como avergonzantes. No es mi intención recordar como llamaba “personas no válidas” a nuestros padres y abuelos, ni como se refería a los fallecidos con un “ya echaremos cuentas”.
Esas declaraciones dicen mucho de él, de su personalidad y de su frialdad a la hora de hablar de nosotros, los castellanomanchegos.
Teníamos conocimiento de su dudosa capacidad de gestión de los recursos públicos, pero fue en ese momento cuando nos dejó claro que tampoco sabe estar a la altura de las circunstancias.
Page utilizó a Podemos para llegar al Gobierno, posteriormente los repudió públicamente, pero a día de hoy es uno de los grandes valedores de las leyes de la formación morada. Se podría decir que Page es un pilar importante que sustenta la coalición de los sanchistas con Podemos y es que Page es un sanchista más. Posiblemente, sea el sanchista más fiel y leal que existe en toda la inmensidad de la península ibérica.
Page, el presidente de Castilla-La Mancha, ha manifestado públicamente su rechazo a cuestiones nacionales, pero lo importante no es lo que se dice, es lo que se apoya o se vota.
Conviene recordar que Page y todos sus “monaguillos” han apoyado la reforma de la malversación, la eliminación de la sedición o los indultos a los políticos catalanes que intentaron consumar la independencia de Cataluña.
Page, como fiel escudero de Sánchez, sale al rescate de su jefe cada vez que este se encuentra en un apuro y es que, aunque Page intente vender que es un socialista de toda la vida, en realidad es un sanchista. Page es sanchista y junto con sus parlamentarios nacionales votan y apoyan a favor de todas las propuestas de Sánchez.
Es triste, pero hay que poner encima de la mesa la cifra más devastadora de la historia democrática de España: más de 500 delincuentes sexuales se han beneficiado por la ley del Solo Sí es Sí. Más de 500 casos de mujeres que sufren y están atormentadas con el miedo a que los peores tiempos vuelvan a repetirse.
Esta ley tiene un claro responsable a nivel nacional que es Pedro Sánchez, pero también tiene un responsable a nivel regional, Emiliano García-Page.
Page, ese presidente que se vende como afable, ha apoyado esta ley y mandó a sus parlamentarios votar a favor de dicha ley. La aberración democrática de la Ley del “Solo sí es sí” está aprobada y las consecuencias las estamos pagando todos los vecinos de Castilla-La Mancha.
Podemos hacer un esfuerzo en perdonarle a Page todos los errores que ha cometido en sus más de 35 años de carrera política, pero lo que nunca le podremos perdonar es que haya contribuido a que más de 500 delincuentes se hayan beneficiado de una ley que él y sus parlamentarios apoyan.
Page es un camaleón, se disfraza de moderado buscando redito político, pero es capaz de adaptarse a cualquier situación si los vientos no le son favorables. Page es el mejor sanchista y como tal ejerce con facilidad y destreza.
La situación es complicada. Los ciudadanos de Castilla-La Mancha estamos perplejos ante la facilidad que tiene Page para mentirnos e intentar engañarnos, pero ya no cuela.
Los castellanomanchegos no aguantamos más mentiras ni más menosprecios. Queremos un presidente que nos diga la verdad, que este ocupado en lo que verdaderamente importa para nuestra región. Los castellanomanchegos merecemos un presidente que se preocupe de nuestra sanidad, educación y servicios sociales. Castilla- La Mancha tiene mucho que avanzar, pero para eso, tenemos que trabajar unidos.
Tenemos que trabajar juntos para conseguir ser la referencia de nuestro país, bajar impuestos, crear empleos de calidad y solventar las carencias que tienen nuestros jóvenes.
En mayo tenemos una oportunidad histórica, tenemos que elegir entre la sumisión de Page a Sánchez o podemos elegir el cambio real que presenta Paco Núñez y el Partido Popular.
Es el momento de que los vecinos de Castilla-La Mancha tengan la importancia que se merecen, que tengamos oportunidades en nuestra tierra y que podamos vivir con unos servicios públicos de calidad. Todo esto solo lo puede hacer un buen gestor, una persona comprometida con nuestra tierra y que dedique la totalidad del tiempo a nuestra región.
Estoy convencido de que este año es el año del cambio, el año en el que Castilla-La Mancha va a optar por mejorar, crecer y crear oportunidades.
Este 2023 es el año del cambio, es el año de Castilla-La Mancha.
Castilla-La Mancha entre todos.