El barrio del Moral de Tomelloso cuenta desde hoy con una escultura homenaje al poeta y flamencólogo Félix Grande, Premio Nacional de las Letras y Premio Nacional de Poesía, que aunque nació en Mérida (febrero de 1937), vivió en Tomelloso desde los dos a los veinte años y sus restos mortales descansan en el cementerio municipal de la localidad, desde 2014, año de su fallecimiento. El poeta es hijo adoptivo de Tomelloso desde marzo de 2016.
La escultura, ubicada en el que fue su barrio, en la confluencia de las calles Argensola y Asia, en una pequeña plazoleta construida en la pasada legislatura, ha sido inaugurada esta mañana, coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Poesía. Un sencillo acto que ha contado con la presencia del hermano del poeta, Manuel Grande, la mujer de este y vecinos del barrio, además de miembros de la corporación municipal.
En la escultura, el homenajeado aparece con varios elementos que definen su trayectoria: una guitarra española, una silla característica de los tablaos flamencos y en la mano un ejemplar de “El abuelo Palancas”, una de sus obras más reconocidas. A sus pies se puede leer en una placa la inscripción “Pero caeré diciendo que era buena la vida y que valía la pena vivir y reventar”, extracto de su poema “Poética”.
En el acto de hoy estaba inicialmente previsto que participasen escolares de la localidad para festejar el Día Mundial de la Poesía homenajeando a Félix Grande, pero las inclemencias del tiempo han hecho que haya sido pospuesta esta actividad.
El hermano del poeta, que se ha mostrado muy agradecido con el equipo de gobierno municipal por el homenaje, ha afirmado que la escultura recoge la esencia de Félix Grande, que optó por la literatura “para dedicarse a lo que a él le había marcado, que era la pobreza, la necesidad de atención por parte de los poderes establecidos”.
“Lo que desde fuera se podía ver como una actitud pesimista de la vida”, ha dicho también de su hermano, es en realidad que “él tenía la necesidad de protestar contra aquello que era un riesgo para la democracia», eligiendo “una forma de lucha artística con el lenguaje como herramienta”. A luchar contra “la tiranía” y defender “el mejor sistema de organización social que era la democracia” iba encaminada, ha añadido, “toda la labor, el entusiasmo y la pasión de Félix; la democracia como esencia para respetar la forma de vida individual y colectiva de hacer las cosas”.
Manuel Grande ha recordado que la mujer y la hija de su hermano eran iguales que él. “En su casa daban cobijo a todo el mundo, principalmente a gente de la literatura, sobre todo gente que venía de Hispanoamérica, algunos huidos, a los que daban una forma de esperanza, de apoyo, una guía para poderse instalar, volcándose siempre en ayudar en todo cuanto podían”.
Esa, ha concluido diciendo, es “la esencia de Félix” que, asegura, “fue un personaje de este y de todos los barrios pobres de todos los pueblos de España, porque en aquella época, dónde no había esa necesidad, esa pobreza y esa pena”.
Félix Grande
Félix Grande, nació en Mérida (Badajoz) el 4 de febrero de 1937, pero vivió su infancia y juventud, desde los dos a los veinte años, en Tomelloso desde donde se trasladó a Madrid en 1.957. Obtuvo su primer premio de poesía, el Adonais, en 1963, por “Las Piedras” y dos años después el Eugenio D’Ors, de narrativa por su novela corta “Las calles. En 1.978 se le concedió el Premio Nacional de Poesía por “Las rubáiyatas de Horacio Martín” y en 2004 fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras, en reconocimiento al conjunto de su labor literaria.
Escribió poesía, novela y numerosos ensayos y fue un reconocido flamencólogo y crítico español, encuadrado en la Generación del 50. En 2005 fue reconocido con la Medalla de oro de Castilla-La Mancha y a lo largo de su carrera literaria ha obtenido multitud de premios y reconocimientos.
Falleció en Madrid en 2014 y sus restos mortales reposan en el cementerio de Tomelloso.