Cuando en 1956 la agencia Azor Publicidad, que dirigía el artista Manolo Prieto, recibió el encargo del Grupo Osborne de diseñar un símbolo que sirviera para representar el brandy que fabricaba el grupo alcoholero (Veterano), no podían imaginar la trascendencia que tendría dicho encargo.
Como el encargo de Osborne se concretaba en la idea de vallas publicitarias, a Manolo Prieto se le ocurrió que llamaría más la atención una silueta recortada, pues la idea era colocar las vallas en las carreteras principales. A pesar de que al principio no convenció la imagen de un toro bravo, Prieto siguió apostando por la idea de la silueta del toro bravo. Eran los principios del turismo de sol, y España entera quería ofrecer al mundo una imagen tópica. Sin embargo, tanto los socios de Prieto como los directivos de Osborne no terminaban de ver la relación del toro con el brandy.
A pesar de las reticencias del principio, los bodegueros terminaron apostando por la imagen del toro bravo. En 1958 se colocaron las primeras vallas de aproximadamente 4 metros de altura, que al principio se hicieron en madera con los cuernos pintados en blanco y un rótulo anunciando el brandy. En 1961 se decide hacer las vallas con chapas de metal y aumentar el tamaño hasta los siete metros de altura, que a partir del año siguiente se ampliarían hasta los actuales 14 metros con su estructura actual. La causa fue una normativa gubernamental que estimaba que las vallas de menor tamaño podrían distraer a los conductores.
La imagen se colocó a lo largo de la geografía hispana y se eligieron cerros recortados en medio de llanuras por donde pasaba generalmente una carretera general. Esta imagen competiría con otra igual de icónica como fue la silueta del vino de jerez Tío Pepe, que ya figuraba en la Puerta del Sol de Madrid desde mediados de la década de 1930. Esta también recortó los cerros de las carreteras españolas, aunque en menor cantidad. A finales de la década de 1970 llegó a haber casi doscientos Toros de Osborne en todas las carreteras españolas, y su imagen se hizo tan tópica y popular que incluso se utilizó en algunas películas, de las que hay que recordar el film de Bigas Luna: “Jamón, jamón”.
A partir de 1988, por la Ley General de Carreteras, se retira la rotulación pero se mantiene la silueta, que ya se había convertido en un símbolo. Pero en 1994 se genera la polémica cuando se publica el Reglamento General de Carreteras, que ordena retirar todas las siluetas del famoso toro. Inmediatamente, varias comunidades autónomas, multitud de asociaciones y muchos ayuntamientos reclaman que se declare un bien cultural, y comienza la batalla en defensa del Toro de Osborne. Ya en 1997 el Tribunal Supremo dicta una sentencia a favor de mantenerlos debido a su interés “estético y cultural”.
Pero en un país tan cainita como el nuestro era de esperar que una imagen tan popular despertara todo tipo de pasiones, y por tanto su utilización para distintas causas no se hizo esperar. En el momento en que a partir de 1998 el Toro de Osborne deja de ser oficialmente una imagen de marca para convertirse en una imagen nacional, la polémica estará servida, ya que los nacionalistas catalanes lo considerarán un símbolo del nacionalismo español y empezarán a hacer una campaña en contra que comenzará con el derribo de uno de ellos situado en la localidad de Bruc. La campaña seguiría con la elección de la silueta de un burro como símbolo del catalanismo frente al “españolismo”. En 2007 fue derribado el último Toro de Osborne de las carreteras catalanas, pero en 2009, un grupo de defensores del mismo levantó la que actualmente es la única representación de la imagen en la Comunidad Catalana. La imagen también fue utilizada, sin demasiado éxito, por parte de algún grupo anti-taurino, y también por parte de algunos taurinos, considerándola como la imagen de la tauromaquia, ya que -en mi opinión- resulta bastante retorcido hacer esas lecturas.
Lo cierto es que este icono popular no ha perdido fuerza, sino que con el tiempo se manifiesta como un diseño perfecto y como una de las mejores campañas publicitarias que se han hecho en este país. En la actualidad hay 92 toros repartidos por toda la geografía española, por lo que no cabe duda de su popularidad y resistencia al paso del tiempo, ya que muchas ciudades lo están colocando en lugares estratégicos. Este es el caso de Tomelloso, que cuenta desde hace poco tiempo con uno de ellos en una rotonda, ya que la ciudad no tiene lugares elevados para poder darle más visibilidad. No podría ser de otra manera, puesto que en Tomelloso se produce la mayoría del alcohol necesario para hacer el brandy de los bodegueros jerezanos. Desde mucho antes de que Manolo Prieto tuviera la magnífica idea de diseñar un toro para una valla publicitaria, una imagen que pasó de ser imagen de una bebida para ser la imagen (con defensores y detractores) de la Marca España.