Siempre que hablamos de la Unión Europea, nos gusta reivindicar los valores europeos recordando que, gracias a esta gran alianza, los europeos vivimos el mayor periodo de Paz de la historia. Sin embargo, desde hace 75 días, la guerra de Ucrania nos despierta de un sueño colectivo hecho realidad que, por darlo por eterno, amenaza con diluirse por la barbarie de esta guerra a las puertas de Europa.
Una guerra que nos conmueve y horroriza, 72 años después de la Declaración pronunciada por el Ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, y que dio lugar a la creación de lo que es hoy la Unión Europea.
Habían pasado cinco años del final de la Segunda Guerra Mundial y todavía las naciones europeas luchaban por superar los estragos humanitarios, económicos, sociales de la guerra. Los gobiernos europeos, decididos a evitar otra terrible contienda, llegaron a la conclusión de que, poniendo en común la producción del carbón y acero, la guerra resultaría impensable.
Hoy Europa es una unión de valores, de democracia, de libertad, de igualdad, de Estado de Derecho, de derechos humanos, de solidaridad, de justicia.
En tiempos en los que la tiranía de los totalitarismos hace tambalear los valores democráticos más esenciales, la Unión Europea se hace más necesaria que nunca. Frente a las amenazas de los que quieren doblegar el Estado de Derecho y la Democracia, Europa se presenta unida como parapeto frente al yugo imperialista. Solo desde la unidad y la fortaleza de la democracia podremos parar a quienes quieren reescribir, a su manera, los renglones torcidos de la Historia.
Por eso frente a los populismos antidemocráticos, más democracia, más Europa.
Valoremos todo lo que nos da Europa. Aquí en Castilla- La Mancha lo sabemos muy bien y los ciudadanos lo valoran. Basta con mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta del poder transformador que tiene la Unión Europea y del impulso que han dado a nuestra región la Política de Cohesión, el instrumento garante de la igualdad en Europa.
Ahora que celebramos el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, vemos todo lo que el progreso y la democracia le ha dado a nuestra tierra. Y el papel de Europa ha sido determinante en esta transformación.
Europa nos ha hecho más iguales. Hoy no tenemos nada que envidiar a otras regiones. Nuestra universidad nos ha hecho más libres y competitivos, nuestra sanidad rompe todas las gráficas en calidad y excelencia, nuestras comunicaciones recuerdan a propios y extraños que estamos en el centro geográfico, pero también intelectual, de todas las acciones que escriben la historia de nuestro país.
Hoy Castilla-La Mancha participa en la redacción del nuevo acta fundacional de la Unión europea. Si hace 72 años se firmó en torno al Carbón y el Acero, hoy damos paso a una nueva Europa más sostenible, más comprometida con la preservación del planeta, más ecológica y saludable. Por eso, dejamos el Carbón y lideramos la Transición verde, especialmente en Castilla-La Mancha, teniendo en cuenta que somos una de las regiones con mayores proyecciones de crecimiento en energía eólica y solar de Europa. También en innovación y desarrollo de nuevos vectores energéticos como el Hidrógeno en tiempos en los que la neutralidad climática es mucho más que un compromiso o una convicción, es una obligación ética.
Hoy en día, la Unión Europa deposita todos sus esfuerzos en fomentar lo más valioso que tenemos, el talento. La materia gris de tantos y tantas jóvenes que quieren ocupar su lugar en el mundo. En el año Europeo de la Juventud, se hace imprescindible defender con determinación la necesidad de contar con ellos y garantizarles las herramientas oportunas para fortalecer sus capacidades y así dar lo mejor de nosotros mismos.
Y en eso está Europa. Fortaleciendo los contrafuertes de esta gran catedral de los derechos y apostando también por una Europa más social, que no se olvide de nadie. Ocupando nuestro lugar en el mundo, como la mayor potencia comercial que somos. Pero sin olvidarnos de aquellos que desgraciadamente no disfrutan de este tesoro que se llama democracia o Estado de Derecho, trabajando desde el multilateralismo para diluir los riesgos que se ciernen ante los totalitarismos y las crisis.
La fórmula, sin duda, ha se ser la unidad y la cooperación. Así la estamos defendiendo y así la estamos exhibiendo frente a los que creyeron que las dificultades anularían la fuerza de esta gran alianza.