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domingo, 22 diciembre
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Diógenes el cínico

El filósofo jónico, que dio nombre a una patología senil, era en realidad la personificación de la austeridad

Es muy paradójico que hoy, cuando se habla del desorden psicológico conocido como Síndrome de Diógenes, nos referimos a un trastorno que nada tiene que ver con la vida de este personaje tan especial. Esta alteración de la conducta se caracteriza por la acumulación de forma compulsiva de todo tipo de materiales, especialmente basura, de manera que los que lo padecen suelen terminar viviendo en condiciones infrahumanas e insalubres por acumulación de enseres. No deja de tener guasa que le dé su nombre Diógenes de Sínope, un hombre que no es que no acumulara cosas, sino que despreciaba todo lo material. Diógenes no tenía posesiones y defendía justamente lo contrario de este síndrome: despojarnos de todo aquello que fuera innecesario para poder vivir la vida del modo más libre de ataduras posible.

Diógenes es uno de los filósofos más importantes de la historia, sus revolucionarias ideas siguen hoy siendo más revolucionarias que nunca. Su gran número de anécdotas ha ocultado en parte un movimiento, que el no creó, pero que llevó a sus últimas consecuencias: El cinismo. Avanzado precursor del ascetismo, y con una conducta moral intachable, se creó un montón de enemigos, pero también se ganó el respeto y admiración de muchos, gracias sobre todo a su ética, y sobre todo a su ingenio. En estos actuales tiempos tan frívolos, en los que el intelecto se desprecia, y se nos vende un falso mundo de apariencias y superficialidad, las ideas de Diógenes el Cínico son una patada en el estómago del sistema.

Los cínicos valoraban la pobreza como una virtud, y Diógenes quiso llevarla a su máxima expresión. Sin embargo, para Diógenes, la pobreza significaba el camino hacia la independencia, y como consecuencia de ello a la libertad, pues para los cínicos en general no había nada más valioso que el hombre que podía vivir solo con lo justo y necesario. Esa fue la piedra angular del pensamiento de Diógenes, y la tomó al pie de la letra. Como hogar se buscó una tinaja de barro, aunque otros dicen que era un tonel, vistió día y noche el mismo manto sucio y raído; caminó descalzo tanto en invierno como en verano y como equipaje no tenía más que un báculo (un bastón), un zurrón y un cuenco para comer…hasta que un día vio a un niño bebiendo directamente con las manos y tiró su cuenco, al pensar que era un lujo innecesario. Ya por entonces los griegos vivían y actuaban pensando en lo que hoy llamaríamos “el qué dirán”, y para el jónico eso les impedía desarrollar el intelecto, y por consiguiente, rechazar el conocimiento.

El escándalo le persiguió, y su ejercicio de libertad molestaba. Nacido en la ciudad jónica de Sínope (en la actual Turquía), Nada se sabe acerca de su infancia excepto que era hijo de un banquero llamado Hicesias. Ambos fueron desterrados por haber fabricado moneda falsa, aunque al parecer fue más por temas políticos, ya que Sínope se encontraba en mitad del escenario de las Guerras Médicas. De ese momento se cuenta la primera anécdota de Diógenes, cuando este dijo: “Ellos me condenan a irme, y yo les condeno a quedarse”.

Una de sus costumbres era la de masturbarse en público, lo que molestaba a la mayoría. Un día se masturbó en mitad del ágora, y cuando se lo recriminaron el contestó: “Ojalá pudiera matar también el hambre frotándome el vientre”. Para él era un acto más de independencia y libertad no necesitar a nadie para satisfacer sus instintos sexuales. Definió así perfectamente el concepto de autarquía.

Otra de sus anécdotas más famosas es que algún admirador le dejó una noche junto a su tinaja un candil, y Diógenes, que despreciaba las posesiones, intentó darle un uso filosófico, paseando por el ágora con el candil, y cuando alguien le preguntaba, el respondía: “Busco un hombre justo”.

Otra de sus más famosas anécdotas fue cuando Alejandro Magno visitó la ciudad de Atenas, donde residía Diógenes, el emperador quiso conocer en persona al gran filósofo. Llevaron al rey macedonio ante la tinaja de su admirado pensador, y cuando lo tuvo ante él le ofreció concederle cualquier deseo, a lo que este le respondió: “Quiero que te apartes, pues me estás tapando el sol”.

Estamos pues ante un filósofo excepcional. Diógenes habría sido considerado hoy día un marginal, un “sin techo” o “homeless”, y su mente preclara, junto a sus ideas, habrían pasado inadvertidas porque no habrían llegado a ser difundidas. Pero lo mas paradójico de todo esto está en la perversión del lenguaje, ya que parece que la historia haya querido echar tierra sobre Diógenes de Sínope, porque se ha bautizado con su nombre una patología que consiste en acumular cosas, lo cual es totalmente opuesto sus ideas y su forma de vivir, pero es más sangrante aún el hecho de que su filosofía; el cinismo, se haya tergiversado tanto, que en el diccionario de la RAE, se defina cinismo como: Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables – Afectación de desaseo y grosería.

Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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