Nos hemos acostumbrado a comprar todo tipo de productos fuera de su temporada natural. Las causas están en el cultivo en invernaderos y también en la importación de países como Marruecos. Desgraciadamente, nuestra memoria sensorial está perdiendo los auténticos sabores, los cuales terminarán pereciendo olvidados. En el caso del melón, es cierto que tenemos la posibilidad real de comer una fruta con su auténtico sabor, y aunque a principios de verano se llegaron a pagar precios desorbitados por este producto, lo cierto es que enseguida se estabilizó la situación.
El melón es la fruta producida por una planta anual monoica de la familia de las cucurbitáceas. Su nombre científico es Cucumis melo, y se lleva cultivando desde hace más de 4.000 años en la parte de Asia occidental mediterránea (Anatolia, Siria, actual Líbano, etc). Desde allí se extendió su cultivo prácticamente a todo el mundo, aunque se cree que la planta originaria salvaje pueda proceder de zonas más orientales como India. Aunque hay otras teorías que sitúan su origen en África, lo cierto es que el clima mediterráneo es el mejor para su cultivo. Se cree que a la Península pudieron traer su cultivo los fenicios, allá por los siglos VIII-VI a.c., aunque fue en la edad media, en los reinos andalusíes, donde se popularizó sobre todo en La Mancha. No obstante, en el Imperio Romano ya era conocido, pues el historiador y naturalista Plinio el Viejo, ya en el siglo I DC, hablaba de una fruta que llamaban “melopepo”, que era un melón de tamaño más pequeño y con menos azúcares, el cual comían en ensalada.
Es una planta de climas cálidos. Como ya hemos dicho, está emparentada con la sandía, el pepino, la calabaza o el calabacín. Todas las cucurbitáceas son plantas trepadoras, pero lógicamente la mayoría de ellas se cultivan rastreras, ya que con su peso la mayoría de los frutos romperían los tallos que los sostienen. Además, la naturaleza en ese caso engrosaría los tallos para hacerlos más resistentes, con el consiguiente debilitamiento del fruto. Estos tallos son blandos y pilosos, y sus hojas tienen el peciolo acanalado y tienen forma de mano (palmadas).
En La Mancha, tanto el melón como la sandía han sido las frutas más cultivadas, ya que se adaptan perfectamente a nuestra climatología. Sin embargo, antes siempre se cultivaban a pequeña escala, ya que su producción se limita a dos meses escasos, pero durante ese tiempo la producción es muy abundante, por lo que no fue hasta la década de 1970 cuando se empezó a producir a gran escala. Las causas fueron la proliferación de pozos de riego y que el producto podía viajar más rápidamente a toda España, incluso más allá de nuestras fronteras. La producción más masiva se centró entonces en los términos de Cinco Casas y Los Llanos del Caudillo, extendiéndose en pocos años a Manzanares, Argamasilla de Alba y, sobre todo, a Tomelloso.
Curiosamente Tomelloso ha dado gran prestigio a este producto, y desde hace bastantes años en cualquier lugar de España se puede escuchar a vendedores ambulantes, así como en muchos mercados, anunciar esta fruta con el apellido “De Tomelloso”, aunque en la mayoría de los casos sea publicidad falsa. Lo cierto es que no estaría de más empezar a plantearse la idea de una DO protegida, aunque para conseguir eso habría que empezar a darle un valor añadido en las formas de producción con unas normas muy concretas. Curiosamente, estas frutas con tanta agua hace 50 años se cultivaban de “secano”, en zonas de vega, donde la humedad del subsuelo estaba bastante somera, solo lo suficiente para que cogieran la humedad necesaria para dar sus frutos. Lógicamente los melones y sandías de secano eran mucho más sabrosos, aunque la producción era bastante más reducida.
En La Mancha se cultivan varios tipos de melón, pero la variedad llamada Piel de Sapo (también llamada Piñonet) es la que más se produce: llega casi al 95 % de todas las variedades, aunque en realidad es una variante genéticamente tratada de la variedad Piel de sapo. Esta variedad se introdujo en La Mancha en la década de 1970, cuando se empezó a producir de forma más extensiva, y vino a sustituir a la variedad llamada Tendral, un tipo de melón de color verde oscuro y piel gruesa, que se guardaba en los llamados “camarones” o “cámaras”. Eran una especie de buhardillas, con las vigas de madera vistas, de las cuales se colgaban los melones, separados entre sí, para su conservación, y algunos podían llegar hasta finales del invierno, ya que esta variedad, al tener la piel más gruesa, era más fácil de conservar y era la variedad más cultivada de La Mancha.
El cultivo de melón en La Mancha este año 2022 ha sido de 5.033 ha, frente a las 5.681 ha. del año pasado; mientras que el cultivo de sandía es de 2.826 ha frente a las 3.147 ha del año pasado. Además de la variedad Piel de sapo –en sus distintas variedades o marcas-, cuyo porcentaje de cultivo, como ya he dicho, es del 95 %, también se han empezado a cultivar otras variedades que demanda más el mercado de exportación. Son los casos del Galia o el Cantalupo, variedades más pequeñas, que no suelen pasar de 1´5 kgs la pieza, y que se suelen plantar por encargo, por lo que la Interprofesional del Melón de La Mancha no tiene control sobre esas cifras, las cuales son insignificantes.
Según Cristóbal Jiménez Serrano, presidente de la Interprofesional del Melón de La Mancha, la causa de que este año se hayan reducido las hectáreas de producción de melón y sandía aproximadamente un 10 % obedece a que el año pasado hubo mucha menos demanda por parte de la mayoría de países europeos que más consumen estos productos (Alemania, Francia, Países Bajos), ya que las temperaturas en esos países fueron más bajas, y además hubo exceso de producción, lo que hizo que el precio al que se pagó a los productores bajase en ciertos momentos hasta la mitad de los gastos de producción.
Debemos tener en cuenta que casi el 50% de la producción de melón y sandía de La Mancha se exporta, sobre todo a países europeos. Jiménez prevé una campaña muy buena, y con buenos precios, pero eso no quiere decir que se llegue a los precios que se pagaban hace dos meses por ellos, ya que se dieron varias circunstancias climáticas entre los primeros melones, que son los que se cultivan en Marruecos, que retrasaron la cosecha. Fue una circunstancia muy efímera que solo generó “literatura barata” durante unas pocas semanas. Según Jiménez, dentro de una semana todo el melón que se consuma en Europa tendrá procedencia de Castilla La Mancha, siendo el 95 % producido en la provincia de Ciudad Real.