Desde hace años, la ciencia ha analizado cómo el consumo de aceite de oliva puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, pero su relación con la mortalidad total y por causas específicas no estaba clara.
Un nuevo estudio publicado en el Journal of the American College of Cardiology revela que el consumo de más de siete gramos (algo más de media cucharada sopera) de aceite de oliva al día se asocia a un menor riesgo de mortalidad tanto por enfermedades cardiovasculares, como por cáncer y patologías neurodegenerativas y respiratorias.
“Este es el primer estudio prospectivo en tres cohortes americanas que demuestra que los participantes que consumen más aceite de oliva tienen menos riesgo de mortalidad por todas las causas y por motivos específicos”, explica a SINC Marta Guasch-Ferré, del departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard y autora principal del estudio.
“Hemos encontrado, además, que en análisis hipotéticos de sustitución, consumir aceite de oliva en lugar de margarina, mantequilla, mayonesa u otras grasas animales se asocia a menos riesgo de mortalidad, especialmente mortalidad cardiovascular”, añade.
El equipo, del que también forman parte los españoles Miguel Ángel Martínez-González (Universidad de Navarra) y Jordi Salas-Salvadó (Universidad Rovira y Virgili), analizó a 60.582 mujeres y 31.801 hombres que no padecían patologías cardiovasculares ni cáncer en la fecha de inicio del estudio (1990). Durante los 28 años de seguimiento, se evaluó su dieta cada cuatro años.
Así, el grupo científico descubrió que el consumo de aceite de oliva aumentó de 1,6 gramos/día en 1990 a unos 4 gramos/día en 2010, mientras que el consumo de margarina disminuyó de unos 12 gramos/día en 1990 a unos 4 gramos/día en 2010. El consumo de otras grasas se mantuvo estable.
“Nuestros resultados respaldan las recomendaciones actuales de aumentar la ingesta de aceite de oliva y otros aceites vegetales insaturados”, continúa Guasch-Ferré. “Los médicos deberían aconsejar que se sustituyan ciertas grasas por aceite de oliva para mejorar su salud”.
“Los datos obtenidos ayudan a hacer recomendaciones más específicas, que serán más fáciles de entender para los pacientes y, con suerte, de implementar en sus dietas”, insiste la investigadora.
Resultados desglosados
En las casi tres décadas de seguimiento se produjeron 36.856 muertes. Las personas con mayor consumo de aceite de oliva solían ser más activos físicamente, tenían ascendencia del sur de Europa o mediterránea, eran menos propensos a fumar y tenían un mayor consumo de frutas y verduras en comparación con los que tenían un menor consumo de aceite de oliva. La ingesta media total en la categoría más alta era de unos 9 gramos/día e incluía al 5 % de los participantes.
Cuando el equipo comparó a los que ‘rara vez’ o ‘nunca’ consumían aceite de oliva, los de la categoría de mayor consumo tenían un 19 % menos de riesgo de mortalidad cardiovascular, un 17 % menos de mortalidad por cáncer, un 29 % menos de mortalidad neurodegenerativa y un 18 % menos de mortalidad respiratoria.
El estudio también descubrió que la sustitución de 10 gramos/día de otras grasas, como la margarina, la mantequilla, la mayonesa y las grasas lácteas, por aceite de oliva se asociaba a un riesgo entre un 8 y un 34 % menor de mortalidad total y por causas específicas. No se encontraron asociaciones significativas al sustituir el aceite de oliva por otros vegetales.
Limitaciones del estudio
En un editorial adjunto, Susanna C. Larsson, profesora asociada de epidemiología del Instituto Karolinska de Estocolmo, afirma: “Este estudio y otros anteriores han descubierto que el consumo de aceite de oliva puede tener beneficios para la salud”. Sin embargo, para la doctora aún quedan varios interrogantes.
¿Son las asociaciones causales o espurias? ¿El consumo de aceite de oliva protege solo de ciertas enfermedades cardiovasculares o también de otras patologías y causas de muerte? ¿Cuál es la cantidad necesaria para obtener un efecto protector? “Se necesitan más investigaciones para responder a estas preguntas”, subraya Larsson.
“Nuestra cohorte de estudio fue predominantemente una población blanca no hispana de profesionales de la salud, lo que debería minimizar los factores socioeconómicos potencialmente confusos, pero puede limitar la generalización, ya que esta población puede ser más propensa a llevar un estilo de vida saludable”, puntualiza Guasch-Ferré.
“Es posible que un mayor consumo de aceite de oliva sea un marcador de una dieta más saludable en general y de un mayor nivel socioeconómico. Sin embargo, incluso después de ajustar estos y otros factores de estatus socioeconómico, nuestros resultados siguieron siendo en gran medida los mismos”, concluye.
Referencia:
Consumption of Olive Oil and Risk of Total and Cause-Specific Mortality Among U.S. Adults. Journal of the American College of Cardiology. DOI 10.1016/j.jacc.2021.10.041