La historia de Castilla-La Mancha podría ser el canon en el que basarse para estudiar la historia de España, y por ello creo que debemos hacer un repaso rápido por la historia de nuestra región.
Ciertamente Castilla-La Mancha es un puzzle creado a partir de una llanura que era la provincia de La Mancha, luego la llamaron Castilla La Nueva, y ahora (hace 40 años) que se creó el ente actualmente llamado Castilla-La Mancha. Los castellano-manchegos no tenemos un sentimiento de pertenencia concreto, y según a quién le preguntes de dónde es, te dirá: soy manchego, o soy de la zona de Cuenca, o soy de la sierra de Albacete, soy de la Alcarria, etc. pero pocos te dirán: soy castellano-manchego. Sin embargo Castilla-La Mancha es una región natural, rodeada de sistemas montañosos, donde nacen y discurren dos de los ríos más importantes de España: El Tajo y el Guadiana.
Independientemente de los tópicos, Castilla-La Mancha es mucho más que esos tópicos. Una región con una historia y cultura únicas, de naturaleza ruda y salvaje, donde los contrastes son más contrastes aún. Una tierra de paso que durante muchos siglos fue tierra fronteriza entre dos culturas. Nuestros productos nos representan más allá de las fronteras, al igual que grandes nombres de la cultura.
La conciencia nacionalista de las distintas zonas de la península ibérica surge a partir del siglo XVII y de distintos hechos políticos, pero sus argumentos buscan sus raíces en la edad media, pero lo cierto es que la mayoría de las regiones que componen la península no tienen una historia más especial que la de nuestra región. Puede que los Castellanos-Manchegos nunca nos hayamos planteado conocer nuestra historia más allá del siglo XVII con la aparición del Quijote. Sin embargo tenemos una historia que deberíamos de conocer.
Ya en el Paleolítico nuestra región estuvo habitada, con gran actividad en la zona del Alto Guadiana, donde hay bastantes yacimientos. Pero es durante el Neolítico y la Edad del Bronce cuando se desarrolla la famosa Cultura de las Motillas, una serie de pueblos sedentarios, que posiblemente se mezclaron después con pueblos de origen celtibérico, y que en la época prerromana ya tenían una entidad y cultura propias muy avanzadas. Estos pueblos asentados en la zona que hoy es La Mancha eran los Oretanos , al sur, y los Carpetanos, al norte. Ambos formaban comunidades muy avanzadas, con una lengua y cultura comunes, y fueron aliados de los cartagineses en las primeras Guerras Púnicas, y que, aunque lucharon contra Roma en un principio, terminaron siendo asimilados.
Hasta la época del Imperio, en tiempos de Augusto, La región era la zona central de la provincia llamada por los romanos Cartaginensis, pasando a pertenecer, una vez pacificada toda Hispania a la provincia llamada Tarraconensis.
La “romanización” de la meseta sur de las cuencas hidrográficas de los ríos Tajo y Guadiana, lo que hoy es CLM se hizo (como todo lo que hacían los romanos) buscando la comodidad y la eficiencia. Crearon muchas ciudades, aunque las más conocidas son Toletum (Toledo), Segobriga, (Saelices), Consaburra (Consuegra) y Laminium (Alhambra). Por ellas pasaban las vías que enlazaban la ruta de la plata con Cartago Nova y Tarraco, las dos ciudades más importantes del Mediterráneo hispano.
Con la caída del Imperio Romano la península estuvo dominada durante más de dos siglos por los visigodos, los cuales pusieron la capital en Toledo. A mediados del siglo VIII la peninsula fue invadida por los árabes (en realidad fueron unas tribus bereberes del norte de África) y al crearse posteriormente el Califato de Córdoba, toda la región pasó a formar parte del mismo.
La historia de la península desde el siglo VIII hasta finales del XV es una caótica sucesión de reinos y guerras, en las que no siempre fueron guerra entre reinos cristianos y musulmanes. La llamada Reconquista, no fue tal, sino un foco de resistencia al invasor africano en Asturias en el siglo VIII, el cual fue el germen del Reino de León. Si bien es cierto que durante todos los siglos posteriores se fueron formando los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, la misión no era la de la reconquista propiamente dicha, sino que respondía al espíritu medieval del feudalismo. No fue hasta el siglo XI, en el que el Papa Urbano II declaró la Primera cruzada, que los monarcas de Aragón y de Castilla, la usaron como excusa para ir conquistando territorios. Pero en realidad todo ese devenir medieval fue consecuencia de la división del Califato de Córdoba en los llamados Reinos de Taifas.
Los Reinos de Taifas
Desde que el califa Hisham es obligado a abdicar en 1009 hasta el año de la abolición formal del Califato de Córdoba en 1031 se suceden en el trono de Córdoba nueve califas, de las dinastías omeya y hamudí, en medio de un caos total que se refleja en la independencia paulatina de las taifas de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza. Cuando el último califa Hisham III es depuesto y proclamada en Córdoba la república, todas las coras (provincias) de Al-Ándalus que aún no se habían independizado se autoproclaman independientes, regidas por clanes árabes y bereberes.
Así pues, la mayor parte del territorio que hoy es Castilla-La Mancha fue desde principios del siglo XI el Reino de Taifas de Toledo. Una zona bastante despoblada desde el periodo Omeya. Los siglos XI,XII y XIII fueron muy convulsos en toda la península. Los reinos cristianos (León, Castilla, Navarra y Aragón) batallaban entre sí, y se aliaban con unos u otros reyes musulmanes según sus intereses estratégicos. Antes del siglo XI la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes estuvo en el río Duero, pero los monarcas Leoneses y Castellanos, en un intento por agrandar su territorio fueron bajando hasta el Tajo, lo cual supuso un periodo ininterrumpido de guerras. Además en los años anteriores, cuando la crisis del Califato de Córdoba, se sucedieron varias guerras civiles en el territorio.
La conquista definitiva de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI de León no hizo más que marcar la frontera entre territorio cristiano y territorio musulmán, y fue el inicio de una larga guerra que terminaría dos siglos después con la batalla de Las Navas de Tolosa (en Sierra Morena), la cual significó la pacificación total y permanente del territorio de lo que hoy es Castilla-La Mancha.
Ese largo periodo generó una larga extensión de terreno poco poblado, plagado de castillos, y donde nacieron las primeras órdenes militares hispanas: Orden de Santiago, Orden de Alcántara, y sobre todo; la Orden de Calatrava, que fue la que batalló durante casi dos siglos defendiendo las fronteras.
Una vez acabada la reconquista, toda la zona de nuestra actual región siguió siendo una territorio de paso que conectaba las dos ciudades más importantes del imperio, cómo eran Sevilla y Madrid, pero se comenzaron a crear ciudades cómo Almagro, donde los banqueros del emperador Carlos V, la familia Fugar (También conocidos como los Fúcares) crearon una ciudad esplendorosa, donde llegó a haber una universidad. Así fue pasando con otras ciudades, pero nuestra tierra seguía teniendo muchos factores en su contra: Alejada del mar, un clima seco y extremo, que solo servía para cereal y algo de ganadería ovina. La entonces provincia de La Mancha, sin embargo sirvió de inspiración para la novela más importante de la literatura española. Sin embargo eso sólo creó más tópicos, y la región siguió siendo pobre en recursos, lo que hacía que no estuviera muy poblada. Muchos manchegos fueron a probar fortuna a las Américas, y así seguimos durante siglos.
Después de muchos avatares históricos (Guerra de las comunidades, Guerra de Sucesión, Guerra de la Independencia, las tres Guerras Carlistas, y todo el convulso siglo XIX) a principios del siglo XX, en relación con la división administrativa, el decreto de Mancomunidades de 1913 iba a traer consigo un renacer de los regionalismos. A partir de esta época las minorías sensibilizadas con el regionalismo dentro de la zona actual de Castilla-La Mancha se dividían entre los partidarios de una Castilla formada por las provincias castellanas del norte y sur del Sistema Central, y por otro lado los partidarios de La Mancha y su zona de influencia, que llegaron a crear el Centro Regional Manchego (1906) en cuyo seno se constituiría en 1918 la Juventud Central Manchega que defendería dicho ideal regional manchego. Los jóvenes de este organismo solicitaban la creación de una Mancomunidad Manchega, compuesta por las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, y Toledo. Durante la dictadura franquista, la región se llamó Castilla La Nueva, y con la llegada de la democracia y la constitución de 1978, en la que se creaba el estado de las autonomías, se estudió, negoció, y decidió la declaración del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha.
El Estatuto de Autonomía nos ha dado una arma para crecer y dejar de ser esa tierra de paso, pobre y fea. En las últimas décadas hemos experimentado un crecimiento económico tanto a nivel agrícola y ganadero, como en industrias de transformación, e incluso en industrias punteras. Además el número de turistas aumenta cada año, pero aún hay mucho que hacer.
Para mucha gente sigue siendo una región desconocida, y no muy atractiva, sin embargo poseemos un patrimonio cultural y natural excepcional. Una tierra llena de magia, arte y creatividad, con unos habitantes cuyo sentido del humor surrealista ha creado escuela. Gente dura, trabajadora, inquieta, generosa, hospitalaria luchadora, y un poco individualista, con gobernantes que nunca han estado a su altura, pero que sin duda es un gran Paraíso que muchos aún no han descubierto. El siguiente reto, será más lento, pero necesario, ya que tenemos la necesidad de sentirnos parte de una comunidad con una cultura e historia comunes. Y en ello estamos.