María de Castilla fue una mujer imprescindible, una gran reina que se hizo cargo del gobierno de la Corona de Aragón en la primera mitad del siglo XV, durante los largos años que su marido, el rey Alfonso V, estuvo en Nápoles. Fue una mujer inteligente que ejerció el poder desde la mediación, ¡y justa! Se ocupó de lo grande y de lo pequeño. Entendió la negociación como un gesto de concordia y entendimiento. Con las numerosas cartas que dejó escritas, además de demostrar que fue una trabajadora infatigable, nos enseñó que la palabra es una herramienta del buen gobierno. Y también fue valiente: para evitar una guerra entre su marido, rey de Aragón, y su hermano, rey de Castilla, llegó a poner una tienda en mitad del campo de batalla, reunió a las partes y las sentó a negociar.
¿Qué ha pasado con ella, una figura que debería ser modelo e inspiración? ¿Qué ha pasado con tantas y tantas mujeres de las que hace poco empezamos a conocer su legado? ¿Acaso no ha habido matemáticas, filósofas, escritoras, pensadoras, físicas…? Rotundamente sí. Las ha habido, pero han sido invisibilizadas, silenciadas, olvidadas.
Urge buscarlas y escucharlas para acabar con esa gran injusticia que ha supuesto apartar a las mujeres de la historia. De lo contrario, seguiremos dejando en herencia un legado cultural amputado en el que seguirá sin estar el cincuenta por ciento de la población, con las consiguientes desigualdades que ya sabemos que implica.
Para ello necesitamos ampliar la mirada sobre nuestra sociedad, abarcándola en toda su diversidad, dando a las mujeres las mismas oportunidades y visibilizándolas.
Solo así seremos capaces de tener una memoria común en la que se reconozca que mujeres y hombres han participado de forma similar en su construcción. Solo así, las mujeres serán algo más que ese escaso ocho por ciento de las referencias culturales y científicas que estudian nuestras hijas e hijos en sus libros de texto. Solo de esta manera, acabaremos con esa brecha profunda que separa las capacidades de las niñas de sus logros.
La visibilización de referentes femeninos es el primer gran paso que dará, no solo a las mujeres sino al conjunto de la sociedad, su memoria, su identidad y su historia; y también hará posible que las niñas tengan referentes inspiradores con los que soñar y construir su futuro.
Y lo de soñar no es baladí, porque en esa palabra maravillosa y evocadora se reconoce el avance de la humanidad. Con el verbo soñar se conjugan historias como la de Diana Trujillo, la ingeniera colombiana que el pasado 18 de febrero dirigió el vuelo de Marte 2020, que culminó con el aterrizaje del robot Perseverance.
Su historia es el relato duro de la migración: con 17 años partió a Estados Unidos, con 300 dólares en el bolsillo y sin apenas hablar inglés. Después de años de duro trabajo decidió estudiar una carrera y en ese preciso instante cayó en sus manos una revista con la lista de todas las mujeres que habían sido astronautas. Conocer los ejemplos de mujeres de muy diversos orígenes, países y que hablaban otras lenguas le hizo decidirse a estudiar ingeniería aeroespacial. Y así hasta coronar la misión más ambiciosa y compleja enviada hasta ahora al Planeta Rojo, ¡y además narrarlo en español! Ni más ni menos.
La pregunta, por tanto, que debemos hacernos es qué habría sido de Diana si no hubiese podido conocer a esas mujeres astronautas, si no hubiese tenido esos referentes femeninos que le hicieron saber que era posible alcanzar la meta.
De María a Diana, las mujeres han perseguido sus sueños, aunque no siempre los han alcanzado porque no han tenido las mismas oportunidades, porque fueron discriminadas y porque les hicieron pensar que no era posible.
Sin embargo, de María a Diana el cambio sustancial es que mientras conocemos muy poco de la primera, la segunda se ha convertido en el referente que puede conseguir que muchas niñas, como ella misma dice, “se enamoren de la ciencia y del espacio”.
Y esa diferencia profunda implica un mensaje de optimismo y esperanza que es con el que nos quedamos en el Gobierno de Castilla-La Mancha. Por eso, celebramos este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, con un homenaje a todas aquellas que fueron, que son y que serán ‘Imprescindibles’. Algunas conocidas, otras menos, sin olvidar a aquellas cuyo talento se perdió por falta de oportunidades, y en general todas las mujeres porque sin su contribución, hoy sería impensable el presente que disfrutamos.
Somos conscientes de que quedan muchas brechas por cerrar para que haya más Dianas y Marías. Sabemos que no es fácil, pero esta es nuestra apuesta: un mundo en el que las mujeres estén en todos los ámbitos de la sociedad y nuestro compromiso para seguir trabajando y tejiendo la malla que arropa los sueños de las niñas, de las mujeres, de la igualdad.