La degradación democrática en las Cortes de Castilla-La Mancha es, hoy por hoy, un hecho indiscutible. El Reglamento que rige el funcionamiento de la Cámara no merece respeto y es vapuleado por el propio presidente de la institución cada vez que conviene e interesa al ejecutivo de Page.
Aprovecharse de la pandemia, que tantas muertes y tanto dolor están ocasionando, para cerrar el Parlamento regional y acallar la voz del pueblo, que reclama información y transparencia en la gestión, es cuanto menos, una inmoralidad.
Además, la continua y habitual ausencia de Emiliano García-Page durante la celebración de las sesiones plenarias demuestra su nulo interés por los problemas que preocupan a los castellano-manchegos. Castilla-La Mancha tiene un Presidente Ausente. A Page le aburren los problemas de la región.
La última “patada” al Reglamento de la Cámara ha sido prohibir la asistencia a los colectivos, organizaciones o asociaciones que representan a la sociedad castellano-manchega a los Plenos ocupando la tribuna de invitados.
Es evidente que a Page, la presencia de la sociedad en el parlamento autonómico, le molesta e incomoda. No quiere escuchar a nadie, a menos que sea para adular o aplaudir su pésima gestión de la peor crisis sanitaria, social y económica que ha sufrido nuestra región.
A Page se le ha subido la mayoría absoluta a la cabeza y quiere blindarse contra sus errores silenciando la voz de la calle y de los grupos parlamentarios, pero para ello necesita del servilismo de alguien que se lo permita. ¡Y encontró la marioneta perfecta en Pablo Bellido!. Un personaje prácticamente desconocido en la región, a pesar de ostentar el cargo de presidente de la Cortes, pero fiel a la voz de su amo.
Page, como buen discípulo de José Bono, quiere unas “Cortes cortitas” y para ello necesita de la complicidad y la connivencia del presidente de las Cortes, que no ofrece resistencia alguna. Este seguidismo partidista está dejando en muy mal lugar a quien ostenta el cargo institucional, aunque lo peor es el ataque frontal que sufre la soberanía popular representada en las Cortes de Castilla-La Mancha, convertidas en el cortijo de un gobierno socialista que no respeta la división de poderes confundiendo el poder legislativo con el ejecutivo.
Cerrar las Cortes es un desprecio a la democracia y a todos los castellano-manchegos. Imponer los asuntos sobre los que se debaten es coartar los derechos de los grupos parlamentarios de control al gobierno. Prohibir el acceso a las Cortes es cercenar la libertad de la sociedad castellano-manchega.
El Parlamento regional no debe cerrarse porque lo decida Emiliano García-Page, ni se debe prohibir la entrada a los representantes de la sociedad castellano-manchega sin aportar criterios sanitarios ni nada que lo justifique, como tampoco se deben censurar y evitar el tratamiento de determinados temas porque molestan al omnímodo. Sin embargo, esto es lo que está ocurriendo, amén de Pablo Bellido, la voz de su amo.