Como ya he comentado otras veces, MasterChef es algo más que un talent show, que además de explotar el talento de los concursantes, son capaces de ahondar en las miserias y bondades humanas de los mismos, y lo cierto es que cuando los concursantes sacan su auténtica cara los espectadores pueden ir cambiando de favoritos.
María Morales ya no es la favorita, y eso debería de empezar a relajarla. Personalmente pienso que el hecho de ser favorita le ha metido una presión que no podría haber seguido aguantando. Los mejores ayer fueron Yao Ping, Arnau y como siempre Fran, que demuestra con su carácter luchador cada día que sus aspiraciones van tomando forma, aunque a día de hoy, no veo un aspirante que destaque sobre los demás.
En la primera prueba tanto Fran Cómo María (los dos de Castilla-La Mancha), fueron los mejores. El ganador de la primera prueba obtendría la inmunidad para todo el programa, y esta inmunidad se la llevó Fran. Por cierto que la pasión que pone Fran en el trabajo es algo que está empezando a reconocer los jueces, los cuales se lo están rifando para sus restaurantes. No nos extrañaría que acabase en la final.
La prueba por equipos se hizo en Talavera de la Reina, en el restaurante de Carlos Maldonado, el único chef salido del programa que ha conseguido su primera estrella Michelin. La prueba de equipos fue como siempre totalmente caótica, y se vio que cada vez es más difícil, el listón está cada vez más alto.
Una vez más el equipo que, esta vez lideraba María, fue el perdedor, algo que los llevo de nuevo al desafío final, en el que tenían que elaborar unas tartas de boda de diseño especial, de las que solo les facilitaron la receta por escrito. En esta prueba María no fue la mejor, pero tampoco la peor, a pesar de un acabado desastroso.
María tuvo que preparar una tarta de boda de mucha dificultad, la más difícil, y su trabajo tuvo errores. La línea actual de María es salvar los muebles, algo que si se siente con capacidad podrá allanarle el camino hacia la final.
