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Las personas con COVID-19 pueden perder el sentido del olfato y el gusto hasta cinco meses después de la infección, según un estudio preliminar presentado en la 73 reunión anual de la Academia Estadounidense de Neurología.

«Si bien COVID-19 es una enfermedad nueva, investigaciones anteriores muestran que la mayoría de las personas pierden el sentido del olfato y el gusto en las primeras etapas de la enfermedad –recuerda el autor del estudio Johannes Frasnelli, de la Universidad de Quebec en Trois-Rivieres, en Canadá–. Queríamos ir más allá y ver cuánto tiempo perdura esa pérdida del olfato y el gusto, y qué tan grave es en las personas con COVID-19».

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El estudio involucró a 813 trabajadores de la salud que dieron positivo por COVID-19. Cada persona completó un cuestionario en línea y una prueba casera para evaluar su sentido del gusto y el olfato en promedio cinco meses después del diagnóstico. Calificaron sus sentidos del gusto y el olfato en una escala de 0 a 10. Los investigadores encontraron que la persona promedio no recuperaba el sentido del olfato por completo.

Un total de 580 personas perdieron el sentido del olfato durante la enfermedad inicial. De este grupo, 297 participantes (51%) dijeron que aún no habían recuperado el sentido del olfato cinco meses después, mientras que 134 participantes (17%) tuvieron una pérdida persistente del olfato cuando se evaluaron con la prueba casera. En promedio, las personas clasificaron su sentido del olfato en un siete de cada 10 después de la enfermedad, en comparación con un nueve de cada 10 antes de enfermarse.

Un total de 527 participantes perdieron el sentido del gusto durante la enfermedad inicial. De este grupo, 200 personas (38%) dijeron que todavía no habían recuperado el sentido del gusto cinco meses después, mientras que 73 personas (9%) tenían persistencia pérdida del gusto cuando se evalúa con la prueba casera. De media, las personas clasificaron su sentido del gusto en un ocho de cada 10 después de la enfermedad, en comparación con un nueve de cada 10 antes de enfermarse.

«Nuestros resultados muestran que una alteración del sentido del olfato y el gusto puede persistir en varias personas con COVID-19 –explica Frasnelli–. Esto enfatiza la importancia de hacer un seguimiento de las personas que han sido infectadas y la necesidad de realizar más investigaciones para descubrir el alcance de los problemas neurológicos asociados con COVID-19».




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