“Ya es hora de cambiar la forma de mirar.
Siempre estuvimos aquí. Trabajando la tierra, cuidando, siendo la raíz invisible pero esencial que hacía que el hogar siguiera en pie.
A pesar de lo difícil que lo tuvieron las que nos precedieron y de lo difícil que sigue siendo ahora.
No, no necesitamos que nadie nos salve.
Queremos espacios y altavoces: Estamos aquí, estuvimos: queremos seguir estando.”
Manifiesto por un Feminismo de hermanas de la tierra, de María Sánchez y Lucía López Marco.
El 15 de octubre es el día Internacional de las Mujeres Rurales, mujeres en plural, porque somos diversas, como lo son nuestros pueblos y nuestras tierras. Los días internacionales sirven para visibilizar y sensibilizar, pero en Castilla-La Mancha como en muchos otros lugares, no basta sólo con poner el foco en las mujeres rurales un día al año, necesitamos cambiar también esa forma de mirar con la que nos interpelan María Sánchez y Lucía López y generar esos espacios y altavoces que faltan, que tradicionalmente han silenciado a las mujeres rurales, porque las voces están, pero necesitan que las reconozcamos, que las escuchemos y que las cuidemos.
Pero, ¿de quién hablamos cuando hablamos de mujeres rurales? Hablamos de mujeres que como algunas de nosotras, como nuestras madres y abuelas antes que nosotras, vivieron y trabajaron en el campo, en el mundo rural. Hablamos de levantarse antes de hacerse de día para tener preparado el desayuno antes de salir al campo y dejar la comida lista para llevar, hablamos de jornadas dobles de trabajo; primero en el tajo de sol a sol y después con el trabajo que continua en casa, lavando las ropas de faena mientras se calienta la cena, se recogen los platos, se cuida a la familia, se friega antes de irse a dormir… tal y como nos cuenta en primera persona nuestra compañera María del Carmen Sáez García, agricultora y Secretaría de Agricultura, Ganadería y Nueva Cultura del Agua de Podemos C-LM. Pero también hablamos de mujeres que “en muchos casos siguen siendo invisibles aunque estén ahí. Trabajan con ellos y no son titulares de la tierra. No toman decisiones. Pero trabajan todos los días” (Sánchez, 2019); hablamos de todas las mujeres de nuestros pueblos, no sólo de las que trabajan como agricultoras o ganaderas, sino también de las que con sus cuidados y sus trabajos invisibles han mantenido y mantienen nuestro medio rural vivo. También hablamos de las que tuvieron que marcharse a las ciudades, de las que migraron, de las mujeres jóvenes de nuestra región que tienen que marcharse hoy y tampoco pueden decidir con libertad si quieren quedarse en sus pueblos, como explica nuestra compañera María Jesús Villafruela Mantilla, responsable del Área de mujer rural, vertebración territorial y movilidad de Podemos en nuestra región. Y por último hablamos del otro sentido de esa cadena de migraciones, de las mujeres migrantes que vienen de otros países a recoger con sus manos los frutos de nuestra tierra o a cuidar de nuestras personas mayores, mujeres atravesadas aún si cabe por más discriminaciones que el resto.
Todas estas mujeres han sostenido y sostienen el mundo rural y tienen demandas propias que debemos escuchar. Es a ellas a las que debemos pasar el altavoz para ser capaces así de desarrollar políticas que transformen sus demandas en realidades, visibilizándolas a todas, dejando que sean ellas quienes nos marquen el camino y no trayendo soluciones dadas desde los despachos de algunos hombres de ciudad.
Muchas de estas demandas van de la mano a su vez de uno de los problemas fundamentales de nuestra región: la despoblación de nuestras zonas rurales. Despoblación que acarrea tras de sí a su vez importantes faltas de bienes y servicios públicos básicos para las personas que habitan en zonas rurales, pero en especial para las mujeres, que siguen soportando mayoritariamente la carga de los cuidados, un trabajo altamente precarizado o directamente no remunerado. E incluso la incipiente llegada de los servicios públicos, y en especial el acceso a una educación pública, gratuita y universal, ha conllevado a la emigración de las mujeres hacia el mundo urbano, debido a la falta de oportunidades laborales en nuestras zonas rurales, tal y como remarca nuestra compañera Asunción Mateos Gámez, Secretaría de Mundo Rural, Estrategia contra la Despoblación y Transición Energética. Y ante tal excusa de falta de oportunidades laborales, “la construcción del discurso de la España vacía ha generado un buen pretexto para justificar cualquier tipo de negocio” (Duch, 2020) en nuestros pueblos (nos sobran los ejemplos en nuestra región: los proyectos de minería de tierras raras, las macrogranjas que intoxican nuestras tierras y sus acuíferos, etc.) que, lejos de terminar con el problema lo agravan, matando nuestro medio rural y haciendo muy compleja su sostenibilidad. Ante todo esto, la pregunta que nos lanzaba María Sánchez en su libro Tierra de mujeres cobra más sentido que nunca: “¿y si el problema de la despoblación comenzó con la falta de atención y la constante discriminación hacia todas las mujeres de nuestros pueblos?” ¿Qué pasaría si esta vez las pusiéramos a ellas en el centro?
La crisis sanitaria derivada de la COVID-19 ha puesto de manifiesto además la crisis de los cuidados, cuidados que integran ese cuarto pilar del Estado del Bienestar (dependencia y cuidados de larga duración) que nunca ha terminado de arrancar y que aún hoy sigue estando muy precarizado (en el mejor de los casos) o no pagado, sector además ampliamente feminizado y que es, en su mayoría competencia de las comunidades autónomas. Desde Podemos C-LM creemos que es desde los cuidados desde donde se debe articular un cambio de paradigma en las políticas públicas de nuestra región que sea capaz de integrar esa nueva mirada hacia nuestro medio rural, hacia nuestras mujeres rurales, de las que tenemos mucho que aprender del sostenimiento de la vida en todas sus formas, como aporta Eva Peces Guerrero. Los cuidados como sector desde el que generar empleos dignos y de calidad en el mundo rural (aunque no solo), pero también como forma de hacer frente a la crisis climática; como base para incentivar políticas que fomenten el cooperativismo entre mujeres, el desarrollo de sus propios modelos de liderazgo; como pilar para defender y promover un modelo agroalimentario más sostenible, ecológico y de cercanía. Los cuidados como forma de recuperar también “los saberes y sabores” de nuestra tierra, las artesanías y todos nuestros ecosistemas culturales. Los cuidados para reconocer y exigir la regularización de todas esas mujeres y hombres migrantes que trabajan en nuestros campos. Los cuidados para una Castilla-La Mancha que sea capaz de aprender de todas sus mujeres rurales, sin romantizarlas, reconociendo su genealogía, nombrándolas, siendo ahora sí la raíz visible y esencial de un nuevo modelo de región.
Asunción Mateos Gámez
Secretaria de Mundo Rural, Estrategia contra la Despoblación y Transición Energética
Mercedes Núñez Matamoros
Responsable del Área de LGTBI+, Ecofeminismos y Animalismo
Eva Peces Guerrero
Secretaria de Feminismos y Políticas de Igualdad
María del Carmen Sáez García
Secretaria de Agricultura, Ganadería y Nueva Cultura del Agua
María Jesús Villafruela Mantilla
Responsable del Área de Mujer Rural, Vertebración Territorial y Movilidad