Esta semana comienza la efeméride del 150 aniversario del nacimiento de Francisco Martínez Ramírez, «El Obrero» de Tomelloso, una figura de la historia del municipio con una vida y trayectoria difícil de rastrear.
Así lo ha expresado Santiago Arroyo, autor del libro «El obrero de Tomelloso (1870-1949). Pensamiento y acción reformista en La Mancha», una obra que busca no solo dar datos sobre su vida, sino acercarse a él como persona y conocer sus intereses y sus valores, además de algunos textos inéditos de los que nunca se había hablado.
El libro biográfico, editado por Almud Ediciones de Castilla-La Mancha, se presenta este martes de forma virtual, pero…
¿Cómo surge la idea y se realiza el proceso?
La verdad que este libro ha sido una odisea. Sin embargo, era necesario hacer justicia con el personaje, pues su vida y la obra que realizó lo merece. Más allá de condicionantes políticos, él fue uno de esos republicanos para los que la vida y las personas siempre estuvieron antes que la política.
Había llegado a Francisco Martínez Ramírez como cualquier otro tomellosero, por interés por su escultura y por lo que había detrás de ese personaje. Cuando fui a estudiar Filosofía en Salamanca intenté incluso hacer algún trabajo y tesis doctoral sobre la labor de este personaje, pero me encontré con las limitaciones de la Biblioteca Municipal y del Ayuntamiento de Tomelloso. A pesar de las múltiples peticiones e intentos por acceder a la documentación, esto no fue posible durante todo el proceso de trabajo. Mucho más fácil hubiera sido tener acceso a esa documentación, a la que pude acceder muy parcialmente. He de decir que en los últimos años el Jefe de Archivos del Ayuntamiento de Tomelloso ha hecho un gran esfuerzo por dar a conocer el legado que tiene el Ayuntamiento.
Sobre el proceso del libro
No ha sido algo en lo que haya estado trabajando de manera estable, he ido avanzando en este libro desde el año 2005, en el que publiqué los primeros artículos sobre este personaje en Cuadernos Manchegos y en el Diario Lanza. Estos últimos meses, y aprovechando la pandemia, decidí darle un último impulso por ser el 150 aniversario de su nacimiento y donde no había previsto por parte de las instituciones realizar ningún tipo de homenaje o actividad.
Ya el año pasado realicé un breve trabajo sobre uno de los proyectos periodísticos de Martínez Ramírez, El Centro de España, que publicó el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan. Nadie sabía ni la historia ni las personas que estuvieron detrás de ese periódico.
También he avanzado mucho en algunos trabajos sobre su etapa como Gobernador de la República en Huesca, que espero pronto vean la luz.
Hay varias personas que han sido esenciales para que este libro vea la luz, por acción o por omisión. Las instituciones me han obligado a hacer justicia poética con este intelectual y emprendedor, al haber silenciado su obra, y luego, algunos amigos como Faustino Serrano, Dionisio Cañas, Isidro Sánchez, con quien siempre compartí avances investigadores, y por supuesto el editor, Alfonso González Calero, con quien he podido compartir muchas horas de conversación sobre la vida de Martínez Ramírez.
Francisco Martínez Ramírez es el personaje más injustamente olvidado de la historia local, más allá de la escultura en bronce del año 1976, no se tienen más que nociones vagas sobre sus valores. En este libro he intentado, a pesar de dar también muchos datos, acercarme a la persona, a sus intereses y sus valores, y por supuesto dar información sobre su vida, incluyendo una cronología y además algunos textos inéditos de los que nunca se había hablado.
¿Qué encontramos en el libro?
Yo no soy historiador ni biógrafo, tampoco experto en una época tan amplia como la que vivió, por ello mi libro es un poco más antropológico y personal, básicamente un trabajo de un joven curioso en realizar un homenaje a un hombre bueno que se desvivió por su pueblo. Espero pueda tener interés para conocer la peripecia vital e intelectual del personaje, al menos datos e información hasta ahora desconocidos, no faltan a lo largo de todo el trabajo.
Desde su infancia y juventud, pasando por ser el fundador del primer periódico de Tomelloso, El Obrero de Tomelloso, donde ahora sigue perviviendo ese dinamismo periodístico en el ámbito digital, que tuvo su continuidad en Alcázar de San Juan con El Centro de España. Estos periódicos le acercaron al político asturiano Melquíades Álvarez, para posteriormente pasar a impulsar y ser el director de la Compañía del Ferrocarril, en la que estuvo en torno a dos décadas, hasta que sería nombrado Gobernador de la República en Huesca, de los que se narran sus aventuras en el Alto Aragón.
Para finalizar se da un repaso a sus proyectos empresariales y su producción literaria como escritor, en el ámbito biográfico, narrativo, económico y como cronista de Tomelloso. Luego llegan los años de posguerra donde luchó por la supervivencia y vivió un exilio interior. A todo ello acompañan algunos textos inéditos, destacando Mancha de Oro, que sería uno de sus primeros ensayos sobre el potencial económico, cultural e industrial de Tomelloso y La Mancha, además de otros textos que muestran su elegante estilo literario y su extraordinario valor humano. Tuvo además ciertas relaciones con algunos personajes clave de la historia de España, estando a punto de ser Ministro de Obras Públicas.
Es de agradecer la aportación de una ayuda a la edición a Almud Ediciones de Castilla-La Mancha por parte del Ayuntamiento de Tomelloso. Sin embargo es muy lamentable que una ciudad de la talla de Tomelloso apenas haya tenido un recuerdo en su 150 aniversario. Para que te hagas una idea, la Biblioteca Municipal, a pesar de que fueron donadas en el año 1989, sigue sin tener a disposición de los lectores las obras de este insigne tomellosero, y yo aún estoy esperando respuesta de los Concejales de Archivo y Cultura para donar el poco material, pero muy interesante, que he ido obteniendo en la investigación.
Esto no ha pasado con toda la documentación sobre el ferrocarril de Tomelloso que ya está en el Archivo Nacional de Ferrocarriles de Madrid, o el de su época en Huesca, que puede ser consultado en el Archivo Histórico Provincial de Huesca. Me preocupa que no sean las instituciones y que cuando un particular quiere aportar algo al legado de su pueblo, se le ignore y permita que sean mucho mejor conservados en otras localidades.
La obra y el legado de Francisco Martínez Ramírez tiene un importante interés documental e histórico, esperamos que sirva esta efeméride para ir más allá. Recuerdo que en algunos programas electorales alguna vez ha aparecido la recuperación y edición de sus obras completas, pero qué puede ser de una sociedad que no rinde homenaje a sus grandes hombres. Francisco Martínez Ramírez fue un verdadero ilustrado, y es justo que se le reconozca gracias a la mejor editorial de Castilla-La Mancha.
Fragmento inédito en el libro «Mancha de oro» incluido en el libro
Más de una vez he visto a mi voluntad decidida para realizar este modesto trabajo y más de una vez me han detenido los temores de obtener censuras donde yo busco utilidades para el país que me ofrece todos los encantos de la patria chica.
La Mancha tiene para mí los recuerdos más amargos y las tristezas más dolorosas, pero guardo de ella el sentimiento de la patria, el cariño del hijo, porque allí en sus asideros y en su profunda melancolía, sufriendo los despiadados rayos de un sol tropical y los inclementes fríos de un desierto de hielo, vi los primeros días de mi vida, allí tuve las satisfacciones de la infancia que no se olvidan nunca porque sirven constantemente de término de comparación para estrenar las inacabables contrariedades y los constantes desengaños de la existencia.
Aquella fue la cuna de mis amores, nacidos y desarrollados al calor de esperanzas y de felicidad menos grandes que la realidad misma, allí está mi pueblo y allí, en fin, habrá siempre cenizas cuyo recuerdo forma parte integrante de todos mis pensamientos.
Por eso yo, saltando por encima de todos mis escrúpulos y de todos los temores, creyendo que puedo realizar un beneficio, y es más… por no incurrir en la misma responsabilidad que pesa sobre mis paisanos, voy a decir de aquella comarca lo que todavía no está dicho, lo que es hoy y lo que debe ser La Mancha.
Me propongo poner de manifiesto mediante los antecedentes que poseo, recogidos y coleccionados con más trabajo que suerte, los elementos de riqueza que aquel país atesora y los medios de realizar su explotación. Y no he de terminar sin dirigir una censura tan dura como me sea posible a mis paisanos que con su atonía y falta de iniciativas vienen experimentando una vida llena de peligros para su propiedad y un profundo desprecio del resto de la nación y un abandono inaudito por parte de los gobiernos cuando por designio de la naturaleza tienen derecho a gozar del más bello y más rico de los lugares de España.
La Mancha, región comprendida entre las líneas de Alicante y Andalucía. Estudio sobre su situación topográfica. Sistemas orográfico e hidrológico
La comarca objeto de este trabajo no es todo lo que con más o menos propiedad se denomina «La Mancha». Es la zona enclavada en el corazón de esta región española en la provincia de Ciudad Real, que comprende los términos municipales de Tomelloso y Argamasilla de Alba y parte de las de Socuéllamos, Villarrobledo, Pedro Muñoz, Criptana y Alcázar.
Para mejor idea de la situación topográfica, el sistema orográfico de esta comarca tomaremos como punto de partida los montes de Ruidera situados al lado sur.
Es Ruidera uno de los sitios más bellos y más pintorescos de la Península, se halla situado a 850 m de altura sobre el nivel del Mediterráneo y algunos de sus montes alcanzan una elevación de 950 m sobre dicho nivel; en unos 7 km, al sur de Ruidera tiene su nacimiento el río Guadiana, formando su cauce las famosas Lagunas de Ruidera, bien por embalses debidos a la configuración del terreno o por poderosos nacimientos de esos mismos vasos que a pesar de su gran extensión y por consiguiente de la enorme evaporación de sus aguas, aumentan considerablemente el caudal del río al salir este de la altiva laguna.
Es objeto de no pocas discusiones el derecho de propiedad sobre algunas de estas lagunas, y pese a las pretensiones de quienes se titulan dueños alegando posesión no interrumpida o títulos formales de propiedad, yo he de sostener lo contrario fundamentándome en unas poderosas razones
Basta unas visitas a las lagunas, para tener el conocimiento absoluto de que no son lagos aislados que puedan limitarse dentro de una propiedad, sino que por el contrario son ensanchamientos del río Guadiana, que pasa de la primera hasta la última laguna sin solución de continuidad.
Esto es muy bastante para que no haya la menor duda en aplicar el auto de la Ley de Aguas, que define y determina como del dominio público los ríos y sus cauces naturales. Y donde está la ley en virtud de la cual haya enajenado el Estado está que pertenece al dominio público.
Podría haber y hay en efecto contratos privados de venta de algunas lagunas, pero ni hay en el registro de la propiedad ninguna inscripción bastante explícita y concreta ni puede haberla sin el vicio de la nulidad que lleva el contrato verificado sobre el objeto de esta condición.
Lo que si existen son aprovechamientos, pero esto es esencialmente distinto al derecho de dominio que se alega, aunque a decir verdad, se hace siempre con reservas y nunca de un modo terminante.
Otro testimonio puedo citar que pocos españoles habrá que lo desconozcan. Decía Cervantes en el capítulo 23 de la segunda parte de Quijote «que solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió tener Merlín de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha las llaman las lagunas de Ruidera; las siete hijas son de los reyes de España y las dos sobrinas de los caballeros de una orden santísima que llaman de San Juan».
Refiérese con esta última Cervantes a la Orden de San Juan de Jerusalén a cuyos caballeros pertenece el canal del Gran Prior y manifestando tal sin reserva, que aquellas siete lagunas pertenecen a los reyes de España, no puede negarse de que hoy son del domino público, así como del texto copiado se desprende que tales lagunas no son otra cosa que el mismo cauce del Guadiana.
Dibujan las lagunas una línea de 7 km con anchura de 150 m por término medio cada una de ellas y con una profundidad que oscila entre los 10 y 30 m.
El aspecto que ofrecen estos parajes es encantador. Enormes y redondeados cerros cubiertos de vegetación hacen caprichosas figuras para dejar extensos lechos donde se forman las lagunas, en cuyas aguas tranquilas tan tersas como cristales de Venecia; se reflejan sus figuras gigantescas y avanzando visiblemente el caudal líquido se despeña de una en otra laguna ya formando pequeños saltos, ya grandes cascadas que produces un ruido tan monótono como sugestivo.
Desde la Laguna del Rey se despeña el río por el sitio, llamado «El hundimiento» a una altura de 23 m y por un corte casi vertical. Este lugar es delicioso y en su contemplación se ofrecen interesantes consideraciones sobre la formación de aquella cortadura originalísima. La Laguna del Rey mide unos 400 m de larga por 250 m de ancha y 30 m de profundidad, parece asentada sobre un lecho de roca y junto a ella, por el lado norte debió de existir un pequeño montecillo el que por un movimiento sísmico, por un cataclismo tan grande, tan sublime como son todas las cosas grandes de la naturaleza, se abrió en sentido inverso a la dirección de la corriente dejando una gran profundidad por la cual se precipitan las aguas pero observando la formación geológica de aquella catadura, parece como si las capas inferiores se hubieran mezclado caprichosamente con las superiores impelidas por una fuerza de abajo-arriba y así resultan comprimidas en desorden, las conglomeradas calizas de vegetales petrificados, con rocas piroxenas aisladas y estratos silícicos de originales formas.
Desde el fondo del hundimiento corre impetuoso el río para formar otras tres lagunas (dos realmente) y al salir de la última sigue serpenteando por un lecho verdoso, formando pequeños saltos y siempre hacia el norte limitado por cerros cubiertos de oscura vegetación y llenos de hermosura.
En las épocas de mayor estiaje tiene el Guadiana a la salida de la última laguna, en el sitio llamado la Evelina, cinco metros cúbicos de agua por segundos de tiempo según aforos practicados en mi presencia por competentes ingenieros.
Pues bien, siguiéndole en su curso hallamos que en el sitio llamado Santa María a 15 km del anterior quedan 3 m escasamente.
El río viene inundando la cuenca por todo ese trayecto y allí desaparece más de una tercera parte de su caudal, que es sin duda alguna parte del que constituye las corrientes que pasan por Tomelloso con dirección de sur a norte y a profundidad de 12 a 20 m para ir apareciendo donde lo permiten dos niveles constantes y perfectamente regulares del terreno.
En el indicado sitio de Santa María que es donde termina la cuenca que vengo describiendo ligeramente, representa a la vista del extenso plano de la región manchega donde están enclavadas las poblaciones de Tomelloso y Argamasilla de Alba. Esta planicie puede descubrirse desde lo alto del castillo de Peñarroya, de origen romano y edificado sobre una peña cuya cortadura vertical está limitada por el río al sur y por la cara norte se contempla perfectamente toda la llanura.
Desde el mismo castillo y mirando al norte comienza el terreno a descender suavemente a una en una distancia de 3 km, al cabo de los cuales principia el extenso plano que tiene un declive apreciable solamente con aparatos y que corresponde a un
1 por mil próximamente.
De derecha a izquierda se observa en primer lugar los montes de Villarrobledo a
40 km de distancia, señalados por una elevación oscura del terreno, después y hasta llegar al frente se pierde la vista en una llanura sin fin entrevista enteramente de viñas; en el frente se divisan a 40 km las alturas donde se halla Criptana, más a la izquierda el cerro de San Antón, semejante a un gigantesco paraguas, sirviéndole de remate sus molinos de viento que lo hace parecido al citado objeto, detrás de cuyo cerro se halla Alcázar y más a la izquierda otra llanura que se extiende 50 km, permitiendo ver las sierras de Villarrubia y Piedrabuena famosas en los hechos legendarios de los bandidos. Por el lado norte, o sea a la espalda del observador, se hallan se hallan los montes del otro lado del río extendidos de este a oeste desde Villarrobledo hacia Manzanares.
En el fondo de este dilatado valle se encuentran Argamasilla de Alba y Tomelloso, el primero soleado de hermosas arboledas que semejan el oasis fresco del desierto manchego, el segundo extendido pesadamente sobre el fondo zafiro del terreno y señalado por mancha blanquísima envuelta en una espesa nube de polvo y humo como un enorme rebaño de ovejas caminando por el antiguo y conocido campo de Montiel.
Por la planicie descrita a grandes rasgos y con más desaliño de la cuenta marcha el río Guadiana saliendo de Santa María en dirección noreste, pasa por Argamasilla, dirigiéndose francamente al norte y cuando llega a la Alameda de Cervera o sea después de recorrer menos de 20 km. Desde la salida de la cuenca, han desaparecido todas sus aguas, pues solamente en las grandes crecidas lleva alguna cantidad por este último sitio.
Y téngase presente que la zona de riego está formado por una faja que desde Santa María llega muy poco más a Argamasilla de Alba, es decir, unos 15 km por 300 m de ancha en los sitios más extensos, siendo de 100 m por término medio.
Resulta, pues, que en los 5 metros cúbicos por segundo de tiempo que salen de las Lagunas de Ruidera, representando la enorme suma de 432 000 metros cúbicos de agua cada 24 horas, se riega una faja de terreno de 150 hectáreas, siendo así que con las cantidades de agua expresadas pueden regarse más de 40 000 hectáreas de terreno.
La dotación asignada al canal del Gran Prior que como queda dicho pertenece a los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén es de 2 metros cúbicos por segundo de tiempo y esta sola cantidad sería suficiente para fertilizar la mitad de los campos de La Mancha.
Y aquí tenemos el problema del riego que voy a examinar ligeramente. Existe un caudal de agua positivo y cierto, que yo reduzco a 4 metros por segundo, con rasantes encantadoras que no parece sino que la naturaleza las ha ejecutado aposta para una deliciosa canalización.
Los terrenos son arcillosos calizos, con unas inmejorables condiciones para el riego, lo cual se prueba con los resultados que se obtienen en la reducida zona que hoy se fertiliza.
¿Por qué se dejan perder esas aguas?
Acaso hizo bien el Guadiana «el cual cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió que se sumergió en las entrañas de la tierra» y de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean (Cervantes, capítulo citado).
No encuentro una razón para esta conducta que un abandono supino, sin desconocimiento ni olvido de los deberes que tiene el hombre para utilizar ordenada y justamente los elementos de la naturaleza le ofrezca y un concepto de la idea del trabajo que no dice ciertamente grandes alabanzas para los habitantes de La Mancha.
A estos problemas, que en lenguaje comercial son negocios de primer orden les ha perjudicado su bondad misma.
Cuantas veces he visitado estos lugares con persona competente he podido escuchar la misma pregunta.