La infección perinatal por el nuevo coronavirus, conocido científicamente como SARS-CoV-2 y que provoca la enfermedad denominada COVID-19, puede tener efectos adversos sobre los recién nacidos, como pérdida del bienestar fetal, parto prematuro, distrés respiratorio o trombocitopenia, acompañado de alteración de la función hepática e, incluso, la muerte.
Así lo asegura el Ministerio de Sanidad en nuevo documento científico-técnico sobre el Covid-19, en el que se recuerda que, pese a este hallazgo, existen «muy pocos datos disponibles» de embarazadas infectadas por el nuevo virus y que parece que «no son más susceptibles» de padecerlo, como así lo confirma el hecho de que hay más hombres que mujeres afectados por el Covid-19.
De hecho, y tras repasar los trabajos publicados hasta la fecha sobre las mujeres gestantes, el departamento que dirige Salvador Illa asegura que la neumonía en ellas no parece «ser más grave» que en el resto de la población, y que «no hay evidencia» de que se transmita el virus cuando se adquiere la infección durante el tercer trimestre de embarazo.
No obstante, sí es probable la infección perinatal sí parece tener efectos negativos sobre los recién nacidos como, por ejemplo, distrés respiratorio, prematuridad, entre otros problemas mencionados anteriormente.
Se trata, por tanto, de uno de los grupos de riesgo de desarrollar enfermedad grave por COVID-19, al igual que lo son las personas mayores de 60 años, los pacientes con enfermedades cardiovasculares e hipertensión arterial, diabetes, patologías pulmonares crónicas, cáncer e inmunosupresión.
Asimismo, se consideran más vulnerables ante el nuevo coronavirus a las personas que viven o trabajan en instituciones cerradas, especialmente los mayores que viven en residencias. Por el contrario, el grupo considerado menos vulnerable por su evolución clínica son los menores de 18 años.
LA IMPORTANCIA DE LA REPUESTA INMUNE
Por otra parte, el documento elaborado por el Ministerio de Sanidad señala la importancia de la respuesta inmune ante el virus ya que, además de jugar un papel clave en la curación, da soporte a que se pueda generar una vacuna que proteja de la enfermedad si dicha vacuna reproduce la respuesta inmune que generan las personas que se infectan y se curan.
Además, y respecto a la interacción del nuevo coronavirus con el sistema inmunitario, Sanidad informa de que las observaciones clínicas apuntan a que cuando la respuesta inmune no es capaz de controlar eficazmente el virus, como ocurre con personas mayores con un sistema inmune debilitado, el coronavirus se propaga de forma «más eficaz».
De esta forma, prosigue, la enfermedad provoca daño tisular pulmonar, activando a los macrófagos y granulocitos, y conduciendo así a la liberación masiva de citoquinas proinflamatorias. Esta hiperinflamación pulmonar estaría asociada al síndrome de insuficiencia respiratoria aguda o a síndrome de distrés respiratorio del adulto, principal causa de mortalidad por el COVID-19.