A estas alturas, la ciudadanía, a buen seguro, ha llegado a la conclusión de que hay dos formas contrapuestas de hacer política. La primera, tiene que ver con resolver los problemas de la gente a quién representas, de hacer de los problemas de los ciudadanos tus propios problemas, sin embargo, la segunda -mucho menos edificante- tiene que ver con aprovecharse de los problemas de la gente, de utilizar las desgracias de la sociedad solamente para que a tu partido le vaya mejor.
Y en esas estamos. Porque mientras lo que vemos que es posible en muchas ciudades, en muchas provincias y comunidades autónomas de toda España, comprobamos que en Castilla-La Mancha no lo es para el Partido Popular, que las palabras pacto y acuerdo no forman parte de su vocabulario. Los ’populares’ de Castilla-La Mancha han decidido autoexcluirse del acuerdo.
Debe ser decepcionante confiar el trabajo de oposición a una pandemia, al método Montoro: “que se hunda España que ya vendremos nosotros a salvarla”. ¿Dónde queda el patriotismo que tanto pregonan?
Ser patriota no es otra cosa que ser útil a la sociedad. Ser patriota es poner lo que nos une por delante de lo que nos separa para reforzar los servicios públicos, para mejorar la protección social y para luchar contra la desigualdad.
Y es ahí donde el Gobierno regional, con el presidente Page a la cabeza, el Partido Socialista y Ciudadanos, hemos alcanzado un pacto para la recuperación de Castilla-La Mancha tras este maldito virus. Un pacto que comprende todas los sectores de nuestra sociedad, pero en el que tiene un lugar predominante el bienestar social como herramienta para mejorar la vida de las personas, especialmente, de quienes sufren la soledad, la desigualdad o la vulnerabilidad.
El pacto recoge la necesidad de revisar el modelo de centros residenciales de nuestros mayores para adecuarlo a las experiencias vividas con el COVID-19. Que los centros se adapten a las personas y no las personas a los centros. Y para ello, habrá que tener en cuenta todas las áreas que actúan en las condiciones de vida de los mayores, entre ellas, las esferas económica, social, comunitaria, arquitectónica y sanitaria.
Además, se hace necesario extremar el cumplimiento de las normas de calidad sobre gestión de servicios en residencias de mayores, así como intensificar la formación especializada de todos los profesionales que intervienen en la atención de personas mayores. Y, por supuesto, se hace imprescindible verificar que lo anterior se cumple, por lo que se establecerán penalizaciones en caso de incumplimientos.
Igualmente, consideramos prioritario desarrollar una estrategia integral de atención a las personas mayores y con discapacidad que residen en el hogar. Para ello, tenemos que seguir fortaleciendo y profesionalizando la red de atención, incrementando las prestaciones de proximidad, tales como la teleasistencia, el servicio de ayuda a domicilio, o los programas de envejecimiento activo y de promoción de la autonomía personal.
Muchas de las personas mayores en situación de dependencia, así como las personas de menor edad que tienen discapacidad, viven en su casa y han expresado de forma repetida, según las investigaciones sobre este tema, su deseo de continuar viviendo en ella y de seguir participando en su entorno. Es, por tanto, indispensable avanzar en el diseño de una propuesta de atención integral en el domicilio que sea capaz de incorporar y coordinar los distintos papeles que cumplen los agentes implicados en esta atención: familias, servicios sociales, atención primaria y especializada de salud, personal de atención al hogar y cuidados, voluntariado, servicios de proximidad e iniciativas de participación comunitaria.
Esta crisis sanitaria ha golpeado, de manera inmisericorde, a nuestros abuelos y padres. A aquellos a los que tanto les debemos, aquellos que nos trajeron la democracia y aquellos que cuando vinieron mal dadas, pusieron su pensión como tabla de salvación para las familias.
Era imposible prever las consecuencias de esta pandemia, porque nos enfrentábamos a un enemigo invisible, que no tenía precedentes en la historia. Pero ahora que hemos tenido la desgracia de sufrir este maldito virus, es nuestro deber aplicar nuevos procedimientos y protocolos para estar mejor preparados en el futuro.
Consolidar el Tercer Sector Social de Castilla-La Mancha como colaborador de las políticas de inclusión y de lucha contra la desigualdad y la pobreza, es otro de los ejes de actuación reflejados en el pacto. Una vez más, las entidades sociales han estado a pie de calle, al lado de los más débiles. Nuestro reconocimiento por su compromiso social y su tenacidad, que debe verse reflejado en un nuevo modelo de concertación social.
Y si hablamos de proximidad al ciudadano, los servicios sociales juegan un papel trascendental. Durante esta crisis sanitaria las y los profesionales de los servicios sociales han realizado un trabajo silencioso y cercano, aportando orientación y ayuda a personas que atravesaban momentos verdaderamente complicados. Tanto es así, que han sido considerados como servicios esenciales. Para los socialistas siempre lo fueron, antes incluso de la pandemia.
Por ello, hay que blindar los servicios sociales de atención primaria como herramienta imprescindible para intervenir en situaciones de desigualdad o pobreza, para detectar casos de marginalidad y para garantizar una protección social adecuada a aquellos que la requieren para vivir con dignidad. Una vez más, está en juego la cohesión social.
En definitiva, el pacto para la recuperación de Castilla-La Mancha incluye medidas concretas para mejorar los servicios y recursos vinculados al bienestar social. Esta es la forma en la que el Gobierno regional, el Partido Socialista y Ciudadanos hemos decidido acercar posturas para ser útiles a la sociedad. ¿Puede el Partido Popular de Paco Núñez decir en qué aspectos de las cuatro anteriores medidas no está de acuerdo? ¿Por qué un pacto que es bueno para Aragón o Castilla y León no lo es para Castilla-La Mancha?
Un 87 % de los encuestados en el barómetro del CIS demandan a los partidos políticos unidad y consenso. Estemos a la altura. España y Castilla-La Mancha lo merecen.