El pasado 11 de junio, el IES Francisco García Pavón recibía la noticia del fallecimiento de uno de sus docentes: Juan Manuel Pérez Colchero. Falleció a los 54 años víctima de una larga enfermedad. Profesor de Pedagogía Terapéutica dentro del departamento de orientación desde el año 1997, se dedicada a atender principalmente al alumnado del ACNEE, es decir, Alumnado con Necesidades Educativas Especiales.
Por todo ello, durante el pasado martes 18 de junio el centro acogió en su salón de actos un homenaje en honor a su figura, en el que se han leído composiciones literarias aludiendo al significado de su paso por el García Pavón.
«Bien sabes que en cada poro de tu piel se han grabado a fuego esas risas, esas miradas agradecidas de los alumnos, tan únicos, tan tuyos y a los que has dedicado trabajo, esfuerzo y dedicación». Con estas palabras se despedía el Departamento de Orientación de Juan Manuel, «maestro de vocación» al que van a echar mucho de menos.
Entre las composiciones literarias también se encontraban textos realizados por sus compañeros, como «A la memoria de Juan Manuel» de María Encarna Cabañas: «[…] el que ya siempre pertenecerá a la historia de nuestro centro, Juan Manuel, profesor y compañero con nosotros, ha cerrado la última página de su libro, recogió su cuaderno y el final de un escritor anónimo lo convirtió en recuerdo».
DESPEDIDA A JUAN MANUEL PÉREZ COLCHERO, POR MERCERDES SANTIAGO
José Manuel, nos dijiste “adiós”,
en un martes, casi, estival,
del mes de junio…,
próximo el curso, a acabar:
formalizando tus programas
y tus bajas médicas,
abandonándonos, para curarte…, meses atrás.
Dejaste el trabajo, perfectamente, concluso
para que nadie, pudiera arengar…,
a tu vida profesional,
disponiéndote a esperar, un remedio,
que curase tu mal.
Una cura, para esa enfermedad,
que te postró, sin consideración,
golpeando tu humanidad, tu supervivencia,
y tú personalidad;
ganándote la batalla, a ti,
a un héroe de esta vida…,
tan difícil, para todos, de culminar.
Nos dejas, sin despedida,
sin recibir, tú último aliento, de vida,
que expiraba, sin nosotros, esperar.
Hombre de concordia y de bellas palabras,
hombre discreto y de paz,
en sus días, junto a alumnos y colegas;
a los que supo regalar, su consejo,
acertado, o al menos, siempre aproximado,
a las necesidades, de quién lo precisaba.
Excelso guardián, de un alma cultivada,
con conocimientos económicos y financieros,
en sus primeros años de trabajo…,
allá, por su juventud,
y más tarde, conocedor en pedagogía terapéutica,
tan solicitada, para allanar el camino…,
a aquellos niños, aprendices de adulto,
que exhortaban su ayuda, cada día, más.
Hoy te despedimos,
con profunda tristeza, y gran pesar…,
desde este Instituto,
que te vio caminar.
Caminar por sus despachos y pasillos,
en reuniones y en claustros;
y en un acontecer diario,
que todos cumplimos,
formalmente y vocacionalmente,
contando con tu ejemplarizante muestra,
de comportamiento,
y que, desde aquí, no olvidamos.
Si…, te despedimos, con honda tristeza,
que compartimos, con familiares y allegados,
conservando tu recuerdo…,
en este poemario;
y deseando, que nos alumbres, como otras veces,
el camino en el mundo…,
desde tu despacho, ahora, en el firmamento.