Con algún que otro cristal roto, unas cuantas arañas como inquilinas no deseadas, un par de herramientas desperdigadas por el suelo, mucho polvo y mucha tierra que, se han colado durante las interminables jornadas de trabajo, desde, un rato antes del amanecer, hasta horas después de la puesta de sol.
Y ahí sigue, tras años, funcionando y haciendo su trabajo a las mil maravillas, hasta que un día diga basta, y una avería importante lo lleve a algún desguace.
Su labor estará más que cumplida y será remplazado por uno más moderno, más potente, con aire acondicionado y calefacción, con radio, de última generación, para hacer más ameno el camino a la faena, y muchos adelantos más de gran ayuda en la agricultura.