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martes, 24 diciembre
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Mejorar la calidad de la uva y de los procesos para elevar el precio del vino

Entre algunos de los planteamientos del Plan Estratégico del Vino de Castilla-La Mancha

El Plan Estratégico del Vino de Castilla-La Mancha contempla entre sus objetivos incentivar a los productores de la región para conseguir una calidad diferenciada de la uva y mejorar los procesos de producción, todo con el objetivo de conseguir elevar el precio del producto final.

Para ello, «los distintos eslabones de la cadena deben configurarse específicamente para salvaguardar la criba cualitativa y preservar los aspectos diferenciales trasladándolos a la percepción del consumidor y hacerlo más proclive a su predisposición para asumir el pago de un valor añadido», según reza este plan.

El texto entiende la calidad diferenciada como «un sentido global de las expectativas y atractivo propio de un producto», un concepto que «se constituye como la quintaesencia de un proceso de valoración económica e incentivo dirigido al productor, y que traslada las exigencias finales del consumidor».

Así se desprende de la estrategia global impulsada por el Gobierno autonómico, recogida por Europa Press, que precisa que el reconocimiento cualitativo de las orientaciones productivas en Castilla-La Mancha «se consolida como propio y se diferencia e identifica por su procedencia u origen».

Se trata de valorar el potencial cualitativo de la uva vendimiada en función de su orientación productiva a través de un conjunto de parámetros analíticos obtenidos a la entrada en bodega y que, fundamentalmente, afectan a azucares, ácidos orgánicos, compuestos fenólicos y compuestos aromáticos.

Además, ha de evaluarse el estado sanitario de la vendimia, puesto que pueden provocarse descomposiciones o alteraciones de los compuestos principales, podredumbres y, en ocasiones, quiebras fermentativas que limitan la expresión cualitativa deseada.

Los principales factores que determinan la calidad de la uva se dividen en tres grandes grupos, como son factores genéticos, factores ambientales y factores agronómicos. El equilibrio dinámico de los mismos, en el marco de una productividad óptima, define objetivos por planta y no tanto por unidad de superficie.

Por tanto, la actividad vegetativa generada por la superficie foliar expuesta de cada planta posibilita resultados cualitativos trasladables a la valoración económica de la vendimia, según recalca esta estrategia.

Estas consideraciones conducen a una valoración particularizada de cada parcela, de la composición analítica de la uva vendimiada y del proceso agronómico desarrollado, distinguiendo sistemas de cultivo y de conducción, además de lo relativo al material vegetal y a la zona de procedencia.

ABOGA POR QUE LAS BODEGAS CLASIFIQUEN LA UVA RECIBIDA POR SU CALIDAD

La modernización del sector impulsada en los últimos años a través de iniciativas públicas como las ayudas FOCAL, permite que una gran mayoría de las instalaciones disponga del equipamiento y tecnología necesarios para elaborar productos de alta calidad, por lo que esta estrategia sugiere que «es el momento de promover que las bodegas se cualifiquen para poder clasificar la calidad de la uva que reciben, ligando la retribución que recibe el viticultor a la calidad diferenciada de su uva, y hacerle partícipe de la necesaria transformación del sector».

Estos procesos de diferenciación y pago selectivo por calidad han de prolongarse con el correspondiente proceso de transformación, también diferenciado, para lo que puede ser necesario adaptar instalaciones y procesos organizativos que den sentido al incentivo establecido.

Por otra parte, «resulta adecuado valorizar iniciativas y orientaciones de la producción de uva que persigan objetivos específicos y diferenciados de carácter ambiental o social», como puedan ser las producciones de uvas de cepas viejas, la elaboración artesanal, en todo caso, en un intento de unificación de criterios de cualificación en la industria, y en el establecimiento de baremos consensuados.

En todo caso, el Plan considera «fundamental» que la puesta en marcha de dinámicas de pagos diferenciados por calidad para la materia prima se traslade al valor final de la producción que se comercializa.

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