¿Por qué hay que recurrir a la mentira para hacer política?. Se que debería estar más que acostumbrada, pero cada vez me repele más esa manera de hacer política que pasa por tomar a la ciudadanía por boba o por desmemoriada.
Cierto es, que este es un mal generalizado en la derecha, en toda ella. Pero también es cierto que hay grados. Hay casos extremadamente preocupantes como son los ejemplos de Donald Trump, Salvini o Bolsonaro, que basan su propaganda en la “moderna” post verdad (antigua mentira), resucitando los más bajos instintos contra las minorías y los peores miedos, que retuercen y exageran, buscando un enemigo común y bingo!. Así consiguen gobernar, sobre la base del miedo, del egoísmo, de la insolidaridad y la injusticia social.
Creíamos exorcizado el fantasma de la extrema derecha, que tantos males trajo durante el siglo XX al mundo, pero los hechos nos demuestran que no es así en absoluto. No solo en Estados Unidos, Italia o Brasil, éste es un fenómeno que se reproduce en casi todos los países, también en Europa y en España.
En Alemania y en España debiéramos estar vacunados contra el fascismo y la ultraderecha, pero lamentablemente no es así, y el resurgimiento de un partido como Vox tristemente lo demuestra.
Santiago Abascal, “apesebrado” del Gobierno de Esperanza Aguirre como ella misma diría, y armado con su pistola Smith & Wesson va proclamando a los cuatro vientos aquello de: “El PP y Cs son cobardes, el Gobierno un traidor y Podemos el enemigo”; mientras que en sus mítines se escuchan loas a Franco y José Antonio.
En fin, el mismo guión, la misma historia. Y mientras tanto, el PP de Casado y Núñez, que debiera optar por ser alternativa para las gentes de centro derecha de este país, se debilita más por sus errores que por la fuerza de Vox. Si compras el mensaje y la estrategia de la ultraderecha te conviertes en ella, ese es el error del PP, esa es la tragedia.
No es raro escuchar a Casado utilizar la mentira, menos raro es aún escucharla de boca de los dirigentes populares en la región y de su presidente Nuñez. El insulto forma parte de su discurso desde que Cospedal llegara por esta tierra y hoy lamentablemente, va a más.
Se equivocan, no somos enemigos, en todo caso adversarios políticos y es importante conocer la diferencia, porque al adversario político se le rebate con argumentos y al enemigo se le quiere batir. En democracia no debe haber enemigos.
Por eso, es importante tener claro que cuanta más crispación haya por su parte, más moderación debe haber por la nuestra. Cuantas más mentiras, más pedagogía. Cuanto más insultos, más respeto. Esa es la única receta, no debemos alimentar la dinámica de la crispación y nuestra obligación consiste en mostrar que se puede ser contundente en los argumentos desde la moderación en las formas, y que ello no es óbice para defender de manera radical la justicia y la igualdad.
Blanca Fernández, portavoz del Grupo socialista en las Cortes de Castilla-La Mancha