Prefiero leer amor a leer odio, por eso voy a hacer caso a Patricia y sólo voy a hablar de amor, porque eso es su familia y eso era Gabriel; amor verdadero, alegría, inocencia y, además, un problema para alguien. Hoy Gabriel, nuestro “pescaito”, nada ya por el inmenso mar en dirección a la eternidad, a la eternidad más profunda del recuerdo en nuestros corazones. Un niño bueno, alegre, simpático y con una luz especial sólo puede generar lo mismo que él producía, así que hagamos oídos sordos al odio y velemos porque su amor llene los rincones del mundo y los rincones de los malos corazones que lo habitan, porque esta es la única manera de cambiar el mundo y a los malos: dando amor.
Un hijo así sólo podía nacer de unos padres así. Patricia y Ángel nos han dado la mayor lección de humanidad, generosidad y amor que jamás haya existido. Sus grandes corazones han aguantado hasta el final con una sonrisa y gestos de agradecimiento hasta el último momento. Toda España hemos sido Gabriel y hemos intentado ponernos en la piel de esos padres tan generosos. Imposible. Es imposible ponerse en la piel de Patrícia y Ángel, es imposible tener un corazón tan grande como los suyos. Lo han demostrado desde el primer momento y hasta el último. Han sonreído con lágrimas en los ojos y el corazón roto, han calmado y apoyado cuando los que debían recibir esa calma y apoyo eran ellos. Han acariciado cuando eran ellos los que debían recibir esas caricias de los demás. Han pedido que pare y que no se extienda el odio y que sólo demostremos amor, porque es justo lo que el mundo necesita para que no pasen cosas como la que le ha pasado al pequeño Gabriel.
Hemos vivido tantas emociones estos días que España entera ha colaborado de alguna manera en la búsqueda de Gabriel. Sus padres, con sus palabras y sus gestos, han conseguido que un país se una con un gran sentimiento y emoción y con un único fin: que el niño apareciera. Todo se llenó de “pescaitos” como símbolo de una esperanza anclada a la vida. El cariño de la gente ha mantenido en pie a esos padres destrozados que han tenido que fingir durante tantos días ante la “bruja”. Todo por Gabriel, cualquier cosa por él. Pero no pudo ser.
Ayer, Gabriel por fin descansó en paz y recibió por última vez la gran ovación que nuestros corazones le brindaron. Ojalá que todo ese cariño que la gente ha dado se vuelva ahora silencio. Un silencio necesario para sus padres, familiares y amigos. Ahora necesitan el silencio para descansar y, sobre todo, para aprender a caminar de nuevo, si es que se puede.
El amor es fundamental para que ganar al odio. Hay tanto odio… en las redes sociales, en la vida real y diaria… hay tanto ser falto de amor e incapaz de generarlo, que el movimiento que ha generado Gabriel debe continuar para que su legado de amor llegue a todas las partes del mundo. La justicia se encargará de todo lo demás.