El Papa ha dedicado unas palabras en español a los rescatadores españoles que rastrean el Mediterráneo para salvar la vida de los migrantes que viajan a la deriva, como el barco de salvamento de la ONG Pro Activa Open Arms, al agradecerles que encarnen hoy «la parábola del Buen Samaritano».
«Gracias por encarnar hoy la parábola del Buen Samaritano, que se detuvo a salvar la vida de un hombre sin preguntarle cuál era su procedencia, sus motivos o sus documentos. Simplemente decidió hacerse cargo y salvarle», ha dicho Francisco.
El Pontífice ha hecho estas consideraciones en una misa celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro a la que han asistido unas 200 personas en las que estaban algunos refugiados y también personas que se dedican a su asistencia.
A la misma han asistido miembros de la ONG española, entre ellos su fundador, Óscar Camps y el rescatador de Tomelloso, Joaquín Acedo.
Durante la homilía, Francisco ha lamentado la «hipocresía estéril» de los que de los que construyen muros ante los que tienen derecho a una vida digna y segura.
«Es una acusación directa hacia la hipocresía estéril de quien no quiere ensuciarse las manos. Una tentación que está presente en nuestros días y que se traduce en la cerrazón ante cuantos tienen derecho como nosotros a la seguridad y a una condición de vida digna y en la construcción de muros reales o imaginarios, en lugar de puentes», ha señalado Francisco.
El Papa ha dedicado unas palabras en español a los rescatadores españoles que rastrean el Mediterráneo para salvar la vida de los migrantes que viajan a la deriva, como el barco de salvamento Pro Activa Open Arms, al agradecerles que encarnen hoy «la parábola del Buen Samaritano».
«Gracias por encarnar hoy la parábola del Buen Samaritano, que se detuvo a salvar la vida de un hombre sin preguntarle cuál era su procedencia, sus motivos o sus documentos. Simplemente decidió hacerse cargo y salvarle», ha dicho Francisco.
El Pontífice ha hecho estas consideraciones en una misa celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro a la que han asistido unas 200 personas en las que estaban algunos refugiados y también personas que se dedican a su asistencia.
La celebración ha conmemorado el quinto aniversario de la visita del Papa a la isla de Lampedusa (al sur de Sicilia) el pasado 8 de julio de 2013 tres meses antes de que sucediera una de las tragedias más graves del Mediterráneo en la que murieron más de 350 personas tras el naufragio de la barcaza en la viajaban unos 500 eritreos y somalíes que intentaba llegar a la isla italiana.
El Pontífice ha expresado su «solidaridad y aliento» a los migrantes presentes en la ceremonia al asegurar que conoce «bien las tragedias de las que se están escapando». «Les pido que sigan siendo testigos de la esperanza en un mundo cada día más preocupado de su presente, con muy poca visión de futuro y reacio a compartir, y que con su respeto por la cultura y las leyes del país que los acoge, elaboren conjuntamente el camino de la integración», ha destacado.
Durante la homilía, Francisco ha lamentado la «hipocresía estéril» de los que de los que construyen muros ante los que tienen derecho a una vida digna y segura. «Es una acusación directa hacia la hipocresía estéril de quien no quiere ensuciarse las manos. Una tentación que está presente en nuestros días y que se traduce en la cerrazón ante cuantos tienen derecho como nosotros a la seguridad y a una condición de vida digna y en la construcción de muros reales o imaginarios, en lugar de puentes», ha señalado.
En la misa, que ha transcurrido sin la presencia de periodistas para preservar la intimidad de los refugiados y las personas que los ayudan, el pontífice ha clamado por los «pobres pisoteados» y los «pequeños exterminados» que son las víctimas actuales de la cultura del descarte» y ha incluido en ese grupo a los «migrantes y refugiados que siguen llamando a las puertas de las Naciones que gozan de mayor bienestar».
Por otro lado, ha denunciado los silencios «a veces cómplices» que circundan la tragedia de las muertes de personas en el mar mientras trataban de llegar a puerto seguro. «Debería hablar de muchos silencios: el silencio del sentido común, el silencio del ‘siempre hecho así’, el silencio del » nosotros que ‘siempre se opone a ellos'», ha dicho.
Por ello, el Papa ha vuelto a defender que ante a los desafíos migratorios de hoy, «la única respuesta sensata es la de la solidaridad y la misericordia». Francisco ha dicho que esta respuesta «no hace demasiados cálculos», pero ha subrayado la necesidad de una «división justa de responsabilidades», así como «una evaluación honesta y sincera de las alternativas y una gestión prudente».
«La política correcta es aquella que se pone al servicio de la persona, de todas las personas interesadas; que proporciona soluciones adecuadas para garantizar la seguridad, el respeto por los derechos y la dignidad de todos», ha destacado.
Durante su visita a Lampedusa, el Pontífice rindió homenaje a los que perdieron la vida en las travesías y denunció la «globalización de la indiferencia» ante esas tragedias. Fue el primer viaje de Francisco donde hizo un llamamiento «para que se despierten nuestras conciencias y para que tragedias como las ocurridas no se vuelvan a repetir». El 1 de octubre de 2014, Francisco en una audiencia privada en el Vaticano a 60 supervivientes que participaron en los actos previstos para la conmemoración de la tragedia.