El concierto “Fátima 1917-2017: Un siglo para la esperanza” puso el broche de oro al I Ciclo de Música Sacra de Tomelloso organizado por la Asociación Manchega de Amigos de la Ópera (AMAO) y del que esperamos que, año tras año, vaya aumentando su ordinal.
La parroquia de la Asunción acogió el recital, en el que se unió la música con la luz, la imagen y el sonido, una producción del Coro de Voces Graves Quercus Robur de Villarrobledo que contó con la colaboración de las voces femeninas del Coro Juvenil de Tomelloso dirigidos por Javier Benito. Fue un magnifico concierto con piezas religiosas de todos los tiempos que nos permitió disfrutar de la música sacra en un escenario privilegiado.
Se trató, sin duda, de un concierto distinto en el que entre los números cantados se intercalaba un montaje audiovisual. Por medio de un diálogo entre Rene Iché, herido en Verdún y la, en principio, monja enfermera Marie Charite, se narra el acontecer de la humanidad en 1917 con especial atención a las apariciones de Fátima en la Cova de Iria.
Con el templo a oscuras, los cantantes con velas encendidas y entonando el gregoriano “Media vita in morte sumus” se dirigieron a la mitad de la nave, augurando una noche soberbia. Ya en el altar, el Coro Quercus interpretó tres piezas contemporáneas, el Pater Noster del guipuzcoano Junkal Guerrero, Nunc Dimitis de Albert Alcáraz y el Laudate Dominum de Javier Busto.
Las chicas del Coro Juvenil de Tomelloso subieron al altar con el Gloria Medieval del estadounidense Vijay Singh. Continuaron con el Ave María del compositor venezolano César Alejandro Carrillo y acabaron con el Pater Noster de Xavier Sarasola.
Los intérpretes de Quercus Robur volvieron a la palestra y nos deleitaron con el Ave María para acabar con el magnífico Gaudete de Michael Engelhardt. Tras los aplausos y agradecimientos, ambos coros interpretaron al alimón el Haleluyah de Leonard Cohen.
Fue en definitiva un magnifico broche de oro para una gran iniciativa como es el Ciclo de Música Sacra de Tomelloso. Y como se aseguró en “Fátima”, siempre hay lugar para la esperanza.