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jueves, 21 noviembre
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¿Religiones terroristas? (1)

¿Religiones terroristas? (1)

Los atentados terroristas de Cataluña han dado ocasión para multitud de comentarios. Todos hemos oído opiniones aportando visiones diversas, partidistas, contrarias y todas haciendo referencia a la mentalidad propia del parlante. Ninguna ocultaba las intencionalidades más o menos solapadas de intereses económicos y políticos aun tratándose de una tragedia gravísima. Evidentemente y como siempre ocurre también los “tontos de turno” nos han vociferado sus imbecilidades.

En ese conjunto de opiniones quiero aportar algunos puntos interesantes e imprescindibles en un análisis serio de la realidad a tener en cuenta, según mi opinión:

1.- No podemos identificar la persona de nuestro comentario con el cargo, el trabajo, la función social que esté realizando, o grupo social al que pertenezca, vg.: “El alcalde de tal localidad ha asistido a la eucaristía en honor de la Patrona”. Esa afirmación nos parece normal y perfectamente entendible. Pero no es cierta en su totalidad. El alcalde no ha ido a misa, ha ido una persona que en estos momentos  ejerce dicha función propia de gobierno de la ciudad y con sede en el ayuntamiento.

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2.- Al hacer referencia a una determinada religión, en este caso, el Islamismo. Se necesita estar mínimamente informado del tema, porque hay articulistas y comentaristas que o esgrimen una muy  mala intención o sufren una ignorancia sobre asuntos de religión dignos de medalla.

Voy a permitirme la libertad de aclarar algunos conceptos, citando lo que dice el Profesor Enrique Neira Fernández en su lección sobre  “Religión y Religiones”. Comienza por la etimología de la palabra religión, de la cual Marco Tulio Cicerón  dice que viene de la palabra latina “religere”, es decir, volver a leer o volver a reflexionar o repensar. También trae a colación la idea de Lactancio: “Religión viene del latín “religare”, o sea estar religado o en relación profunda con alguien (en este caso Dios). Termina con la opinión de San Agustín, que la relaciona más con “reeligere”, volver a elegir a Dios de quien nos había separado el pecado.

Según estas opiniones, incluidas las de Santo Tomás de Aquino por citar las más antiguas, se trata del hecho social e histórico por el que el hombre se relaciona de alguna manera con un ser superior o transcendente, tiene unas vivencias, unas intercomunicaciones con un ser al que algunas religiones llaman: Dios. Hoy en día se mantienen las mismas opiniones añadiéndoles algunos matices más.

Tal relación con el Ser Supremo a millones de personas les ayuda a vivir, en su trabajo, en la convivencia con otras personas, a morir con una gran confianza en “el-más-allá”, etc.; es decir, implica su vida totalmente y en cuanto seres humanos o personas-en-relación.

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Insisto, relación personal con Dios o con un Ser al que cree superior. Hasta aquí, sin problemas, pero la cosa se complica cuando dentro del grupo humano algunos de ellos (habitualmente hombres) se erigen en intermediarios de la divinidad, queriendo ser portavoces de lo que ese dios quiere comunicar. Nunca ese dios habla en directo y al oído a nadie; nunca hay una conversación de boca a oído con dios. Cuando las religiones “serias” hablan de Dios o en los libros sagrados (Corán, Biblia) siempre lo harán a través de interpretaciones personalizadas e individuales de acontecimientos, experiencias, vivencias, etc. Utilizarán expresiones, imágenes, comparaciones, visiones, mensajes de intermediarios, comunicaciones místicas, etc.

Dentro del grupo de los “intermediarios” hay muchos con muy buenas intenciones, conocimientos y actitudes ayudando al grupo humano, comunidad o iglesia, verdaderamente personas altruistas, movidas por el amor a los semejantes y dedicadas de por vida al bien de los demás en todos los aspectos.

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Pero… efectivamente hay otros “intermediarios” cuyo fin es utilizar su capacidad de convicción perversa frente a la confianza inocente e ingenua del grupo, para “en nombre de la divinidad” ejercer una tiranía absoluta, favoreciendo sus intereses particulares y sus más bajos instintos de poder, riqueza y dominio del resto de personas.

(Continuará)

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