El título del artículo es una frase en latín, que traducida dice: “Por el campamento se llega a las estrellas”. El campamento era en tiempos del Imperio Romano el lugar de residencia y entrenamiento de los soldados pertenecientes al ejército de la República Romana. Por ello el significado intelectual sería: A través del esfuerzo y la lucha se llega al triunfo más alto. Tiene también alguna derivada que usó Séneca: “Non est ad astra mollis e terris via” (El camino de la tierra a los astros no es suave).
No voy yo recordando esta frase, evidentemente, a ideologizar ni adoctrinar con tintes de militarización.
La traigo a la memoria porque en nuestra sociedad hay un grupo numeroso de personas de todas las edades y de todos los sexos, posiblemente más nutrida de jóvenes con muy poco espíritu o ánimo de esfuerzo. No escribo para molestar ni denigrar a nadie, todo lo contrario, lo hago para “sacudir”, como he dicho en otras ocasiones, las mentes y poder rectificar posibles errores, que podrían pasársenos desapercibidos.
Algunas personas propias de este grupo son:
-Aquellas que “no les gusta estudiar”. Dicen que son muchas horas en el colegio o en el instituto y luego por la tarde la tarea; demasiado pesado todo. A los papás les rompe el corazón que su niñito o niñita sufra tanto con los libros, los apuntes y con lo que les obligan a aprender. En el fondo se trata de hipolaborismo (falta de ganas de trabajar, en manchego “perrería”).
Admito la mayor dificultad natural de algunos para un aprendizaje determinado, pero no la nulidad de posibilidades de progresar en conocimientos.
-Aquellas cuya afición principal es el paseo, indignos alumnos de la escuela Peripatética Aristotélica. A los helenos pertenecientes a tal escuela les encantaba discutir sobre temas intelectuales mientras paseaban. A estos nuevos peripatéticos les encanta pasear o calentar los bancos sedentes de las calles mientras observan, mejor “bacinean”, todo lo que ocurre a su alrededor. El principal tema de su conversación es lo que haga referencia al “chismorreo”.
-Dentro del grupo podemos contabilizar también a los que “viven a costa de…”, sus padres, sus hermanos, la asociación, la política, lo que sea que no les complique la existencia. Sus razones para no hacer nada son muy variopintas, desde la simple desgana hasta la dolencia de no sé qué torcedura, pasando por la dedicación exclusiva a la devoción del santo patrono de su hermandad.
Podríamos seguir enumerando grupos de personas de esta índole, sin embargo prefiero poner la lupa en aquellos conjuntos, que hacen realidad en sus vidas el título del presente escrito.
Algunos de estos grupos serían:
-Los que no se rinden nunca. Su capacidad de lucha y de esfuerzo es superior a todo lo que pueda rodearlos. No se les conoce por sus gestas ni por salir en el libro de los retos. Son las personas “gota de agua”, dicho con todo el cariño; siempre pueden dar un golpecito más y otro, y así hasta horadar la roca.
-Los que nadie vence. Pueden venirles las adversidades más diversas, pero siempre vuelven a ponerse de pié. Son las personas “balón”, cuanto más fuerte caiga contra el suelo, más alto va a subir. También se les conoce con el ejemplo oriental del “junco”; ni los vientos más fuertes ni las tormentas más temibles los arrancan; tan solo los inclinan. Pasado el vendaval, vuelven a su posición inicial.
-Los que rompen límites, se superan a sí mismos. No tienen referencias ni se comparan con nadie. Su meta es sólo “un poco más”. Sin ansiar nada superfluo, sólo avanzar un paso más. Saben que la escalera no es un obstáculo repleto de escalones, sino un instrumento para ver lo de arriba.
-Las personas de fe. Las que confían siempre. Dígase como partícipes de una religión poniendo en Dios su vida o creyendo en lo que son y en su potencia personal. Las de certeza incierta. No pueden ni quieren demostrar nada, porque no es necesario. Su confianza es inquebrantable.
-Las que vendimian a destajo. No sólo en tiempo de la cosecha de uva, también durante todo el año. En este grupo incluirían a todas aquellas personas, hombres o mujeres, individuos o grupos cuya resistencia es casi infinita, para el trabajo, para las dificultades, para superar enfermedades, deficiencias físicas o mentales… Por más que proteste su físico por el cansancio, su mente está clara y firme: Hay que vencer el cáncer, y se vence. Es conveniente superar la malformación de mis piernas y se supera. Es necesario desarrollar algo más su mente y su inteligencia, y se desarrolla.
Cuánto esfuerzo, cuánto sudor, cuántas lágrimas silenciosas. Cuántos padres y cuántas madres cuántos familiares y amigos. Cuántas idas y venidas a los centros, a los gabinetes de recuperación, al psicólogo, al logopeda, al oncólogo.
¡Cuánta lucha a destajo! Cuánta lucha… pero al final: ¡Las Estrellas!