Un año más los argamasilleros no han faltado a su cita con la máscara callejera o también llamada guarra por la calle La Solana, una de las formas más tradicionales e improvisadas de celebrar el Carnaval y donde todo vale: una toquilla, un trapo o una vieja camiseta con varios agujeros para la cara, una caja de galletas María y por su puesto los socorridos monos azules de trabajo.
Desde hace unos años, el Ayuntamiento está haciendo un esfuerzo por impulsar la participación de los vecinos en el Carnaval y dentro de él la máscara callejera, un trabajo que poco a poco va dando sus frutos como se aprecia con el progresivo aumento de participantes en los últimos años.
Para contrarrestar la mala tarde, de frio y aire, la organización ha sometido a diferentes pruebas a todas las máscaras y ambientado el anárquico desfile con música. Además han repartido tres premios de carácter individual, pareja o trio y al mejor grupo, consistentes en 50, 75 y 120 euros, respectivamente; que han sido concedidos por el público presente y entregados por la concejala de Festejos, Alba Hilario.
Entre los ganadores se encontraba una cabeza loca, una pareja formada por Donald Trump y un mejicano empeñados en construir un muro de ladrillos y un peculiar grupo de flamencos con muchas ganas de fiesta. Pero además los asistentes pudieron ver a Norman Bates de psicosis, dos pasajeros de la montaña rusa, unas abuelas muy hacendosas comiendo pipas y barriendo la calle, equipo de camareros, el misterioso niño enmascarado de El Orfanato, por triplicado; una pareja de curiosos sanadores del aura, así como otros muchos incalificables personajes nacidos de la improvisación.