Parte del equipo arqueológico que ha realizado las investigaciones y excavaciones en el castillo de Santa María, ofreció, este viernes en la Casa de Medrano, una charla para presentar los trabajos llevados a cabo durante el pasado mes de noviembre, y de los que se deduce “con casi total certeza” que este es el castillo nombrado en unos documentos del año 1.215 bajo la denominación del “castillo del campo de Santa María”.
Presentados por el concejal de Cultura, José Antonio Navarro, los ponentes: Jesús Molero, profesor de la UCLM, y David Gallego, director del proyecto Fundación Castillo de la Estrella; realizaron una interesante introducción sobre la época, la zona y la orden de San Juan, por parte de Molero, mientras que Gallego lo hizo sobre las propias excavaciones.
El concejal quiso destacar el trabajo realizado por los diferentes departamentos de cultura y obras del Ayuntamiento, así como el de Andrés Ocaña, aunque responsable del Área de Deportes municipal, está formado en geografía e historia, con amplia experiencia y conocimientos arqueológicos de la zona.
La primera referencia documental conocida del castillo de Santa María se encontró en Londres, “no hace muchos años”, apuntó Molero, en el libro del siglo XV Privilegios de la Orden de San Juan, durante años mal catalogado, en el que se describe el privilegio otorgado por el Rey Enrique I en 1215 a la Orden de San Juan de Jerusalén, antes San Juan el Limosnero, y en el que se indicaban cuatro castillos en la zona del alto Guadiana: Peñarroya, Ruidera, Santa María y Villacentenos.
El castillo de Santa María, según las investigaciones, pudo estar dedicado al control de la actividad ganadera, así como al cobro de pastos y derechos de paso por las cañadas trashumantes de la zona.
Aunque no se sabe a ciencia cierta cuando se abandonó el castillo, en las relaciones de Felipe II del siglo XVI “ya se cita como un viejo cortijo arruinado” en mal estado pero aún en pie, indicó Molero.
Con estas excavaciones, entre otros datos, se buscaba descubrir si la construcción era de origen musulmán y posteriormente de utilización cristiana, o directamente cristiana, como así parece ser, aunque al profundizar en los cimientos de los muros ha aparecido una importante cantidad de adobe y restos de cerámica ibérica.
Como indicaba Gallego, se realizaron tres “exitosos” sondeos permitiendo localizar tres de los cuatro muros que cierran la fortaleza de forma rectangular, con unos lienzos “muy potentes” que superan el metro de anchura denotando la importancia de la misma y “la poderosa fábrica” del edificio.
Estas excavaciones han permitido realizar las primeras hipótesis de cómo pudo ser el castillo, entre estas conjeturas se encuentra la posibilidad de haber tenido una torre, y que entre sus ocupantes se encontraban personalidades de alto poder económico, al hallarse entre los restos numerosos huesos de ciervo, en un periodo en el que la carne, y más de éste tipo, era un privilegio de los caballeros con alto poder adquisitivo.
Además, entre los restos se han hallado un dedal y una moneda acuñada durante el reinado de Alfonso VIII de Castilla (Soria, 11 de noviembre de 1155 – Gutierre-Muñoz, del domingo 5 al lunes 6 de octubre de 1214), así como diversa cerámica de distintos periodos.
Las excavaciones llevadas han contado con la subvención de la viceconsejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha, y con la colaboración y participación del Ayuntamiento de Argamasilla de Alba (Ciudad Real).