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viernes, 8 noviembre
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Biblioteca y Proyecto Cívico

Convivir no es coexistir. La vida en comunidad necesita un proyecto cívico, y a ese proyecto, que es el modelo de convivencia de cada sociedad y de cada pueblo es la cultura que nos es propia.

Por lo tanto, si queremos convivir, compartir un espacio común, tener un trato que se fundamente en el respeto y tienda a la igualdad y a la solidaridad como factores de cohesión y de solidez ética, los poderes públicos deben establecer las condiciones para que todas estas actitudes y valores arraiguen y se desarrollen. La conclusión de este planteamiento solo puede ser una: si la cultura es nuestro modelo de convivencia, es evidente que debe formar parte de las políticas públicas, y uno de sus marcos esenciales de implantación y difusión debe ser la biblioteca.

La historia nos muestra la biblioteca como un ámbito de la memoria y del saber, como una concreción del espíritu de los pueblos. Así es también en el presente; sin embargo, la biblioteca ha dejado de ser, exclusivamente, un archivo del conocimiento, junto con un depósito de libros al servicio de la recreación estética o de la satisfacción del anhelo de saber del lector

A Esas dimensiones de la biblioteca, que se mantienen y la hacen guardiana de las producciones culturales del pasado, se suma, en la actualidad, una misión dinamizadora, de respuesta a las necesidades e inquietudes individuales y grupales. La biblioteca, en definitiva, invita a la reflexión, a la labor intelectual personal, al placer absorto de la lectura, a la satisfacción de la curiosidad…, actividades que la han definido desde siempre, pero, en la actualidad, la biblioteca también es debate, creación y exhibición de obras de todas las expresiones culturales, espacio público para todas las voces que quieren hacerse escuchar y, en definitiva, embrión de las ideas y manifestaciones que provocan los cambios en la dirección del progreso.

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Esta mutación de la biblioteca pública es una verdadera revolución que sitúa la cultura en el eje mismo de la evolución social, pero también de la vida política y económica. No debemos perder de vista que vivimos en el seno mismo de la sociedad de la información, y que es precisamente ese factor, el del acceso a la información y su transformación en conocimiento lo que determina, a día de hoy, la posición económica de las personas y de las naciones, lo que, a su vez, exige determinados posicionamientos políticos para la gestión y la administración de lo que todos somos partícipes y artífices. Convertir las bibliotecas públicas en verdaderos núcleos abiertos e igualitarios de información, en filones de posibilidades de desarrollo, es, sin duda, una demanda que establece el signo de nuestro tiempo y que debe determinar, en buena medida, uno de los objetivos básicos hacia los que debe tender la biblioteca pública del presente y del futuro.

Y, de la misma manera que la biblioteca debe ser factor de compensación, de tal manera que se dé la condición de la igualdad en el acceso a la información, también debe funcionar como servicio que garantiza el ejercicio de un derecho básico: la educación, entendida no como formación reglada, sino como pedagogía social, como aprendizaje entendido en ámbito de participación social, como complemento y extensión de la educación ofrecida en la institución escolar, y, en suma, como elemento que contribuye, de manera imprescindible, a la creación de una conciencia crítica.

Por lo demás, la biblioteca es un aglutinante básico que sitúa, en el mismo nivel de difusión, de atención y de desarrollo, la cultura de masas, la cultura canónica y la cultura popular y tradicional. Por ello, se convierte en el punto de partida perfecto para ahondar en un ámbito nuevo, estratégico por lo que tiene de amalgama de economía y de cultura, de trabajo y de ocio: me refiero a las industrias de la cultura.

En definitiva, hoy, 24 de octubre, celebramos el Día de la Biblioteca y lo hacemos conmemorando lo que ha sido, desde los inicios mismos de la historia, una institución básica para la articulación de todas las civilizaciones y culturas. Pero esta fecha, en nuestro tiempo, no sólo debe servirnos para ratificar lo que la biblioteca ha sido desde siempre, sino que también debe inducirnos a reflexionar acerca de las inmensas posibilidades innovadoras que la biblioteca tiene en el presente y en el inmediato futuro.

Ángel Felpeto Enríquez
Consejero de Educación, Cultura y Deportes

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